MEXICO, 20 ene (Xinhua) -- Comunicóloga orgullosa de sus raíces, Orquídea Fong dice sentirse afortunada de formar parte de la rica y extensa historia, cultura y tradiciones chinas que desde su infancia le inculcaron sus abuelos. En los próximos días festejará el Año Nuevo Chino 4715 (28 de enero), dedicado al Gallo de Fuego.
"La celebración es una fiesta en la Ciudad de México y es muy emocionante porque supone un reconocimiento a la cultura china. Me emociona mucho, y más sabiendo que este año se cumplen 45 años de las relaciones diplomáticas México-China", reflexiona en entrevista con Xinhua.
Orquídea es actualmente periodista en la revista mexicana Etcétera y su vida la comparte entre sus hijos y su trabajo, por lo que en esta ocasión para celebrar el año nuevo hará una cena en casa.
Recuerda bien cómo, dónde y cuándo participó por primera vez en un acto público en la capital mexicana para celebrar la señalada ocasión.
"Fue en 1982 en el Foro Cultural de Coyoacán (un barrio colonial en el sur de la capital mexicana), en donde participamos y presentamos algunas danzas", explica. "Fue mucha gente y muchos se sintieron atraídos por nuestros dragones y leones, pero sobre todo por la comida".
Cada año siguió participando con amigos y familiares en la festividad. "Lo hacíamos todo a mano: cocinar, recortar papel... Ahora es muy diferente pues se trae todo de China. Es un espectáculo muy vistoso y de gran calidad pues se traen excelentes escenografías", comenta.
BARRIO CHINO, CENTRO DE LAS CELEBRACIONES
Egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), asegura que lo más representativo de la cultura de sus ancestros es el famoso barrio chino, ubicado en el corazón de la capital mexicana. Aunque es el más pequeño del mundo, su encanto, comida y artesanía lo hacen grande.
Cientos de personas acuden a celebrar el Año Nuevo Chino a este lugar. En los festejos, que arrancan el 22 de enero y se prolongarán hasta el 2 de febrero, se podrán presenciar las tradicionales danzas del dragón y del león así como demostraciones de artes marciales.
"Este lugar nació en los años 70 y más tarde fue remodelado", explica Orquídea, al tiempo que destaca su importancia como imagen de China en México.
Según subraya, los descendientes chinos han preservado y compartido su cultura e historia. "Los hijos de esas personas, que nacimos en los 70 y 80, ya participamos muy activamente en varias agrupaciones y la convivencia dentro de ellas marcó nuestra infancia y nuestra identidad", relata.
No obstante, reconoce que la generación a la que pertenece no tuvo un infancia demasiado fácil, pues "nuestros rasgos y apellidos nos hacían continuo objeto de bromas y burlas, aunque no de violencia física".
Los chinos y sus descendientes se han agrupado en la Ciudad de México desde los años 40 por lo menos, evoca Orquídea, pero la primera generación de chinos que hicieron aquí su vida mantuvo un perfil bajo.
"Celebraban sus fiestas en privado. Muchos ni siquiera enseñaron el idioma a sus hijos. Y es que en aquellos años no era una buena idea hacerse notar. Muy reciente estaba la etapa en que muchos eran deportados a China, con sus mujeres e hijos, y el rechazo popular contra esta cultura y su gente flotaba en el aire", dice.
Ahora, sin embargo, todo ha cambiado gracias a la imagen mundial de China, afirma, y "lo chino inspira interés real por su comida, su idioma o su cultura". Fin