RIO DE JANEIRO, 6 dic (Xinhua) -- La defensa del expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), quien tiene tres causas abiertas en la Justicia por su presunta vinculación con la trama de corrupción en la petrolera estatal Petrobras, aseguró hoy que el sistema judicial brasileño es "primitivo" e "inquisitorial".
En una rueda de prensa, el abogado australiano Geoffrey Robertson, quien forma parte de la defensa de Lula y especialista en temas de Derechos Humanos, criticó duramente las investigaciones abiertas contra el expresidente Lula y cargó contra el juez federal Sergio Moro, que concentra gran parte de las indagaciones del caso Petrobras.
"El juez que investiga no puede ser el mismo que va a juzgar", dijo Robertson ante los medios, durante la presentación del libro "El caso Lula", que cuenta con artículos de 22 juristas, incluidos algunos de los abogados del exmandatario.
El abogado australiano, que fue contratado por la defensa de Lula para liderar la denuncia presentada ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, donde el expresidente dijo ser víctima de una "persecución judicial y política" en Brasil, criticó las supuestas "violaciones de derechos humanos" cometidas por Moro contra Lula a lo largo de las investigaciones del caso Petrobras.
"En su papel como juez investigador ha hecho numerosos juicios de valor sobre Lula. Ha ordenado grabar el teléfono de Lula y su familia, de sus abogados y lo ha divulgado a los medios de comunicación. Eso supone una invasión de su privacidad, que rompe con la ley y viola los tratados de derechos humanos", agregó.
Robertson dejó claro que "Lula es un expresidente que ha alcanzado cosas importantes, pero no tiene inmunidad. Si hay evidencias (de su implicación) tiene que ser procesado, pero de manera justa e imparcial y no perseguido".
Lula y su entorno han criticado en diversas ocasiones la "persecución" que sufren por parte del juez Moro, quien llegó a divulgar escuchas telefónicas del exmandatario y quien lo obligó a declarar ante la policía, provocando una gran polémica en Brasil.
El expresidente brasileño se enfrenta a dos juicios por corrupción, en ambos casos por recibir presuntos pagos y favores de sendas constructoras, y en el tercero por haber tratado de acallar a un testigo que lo acusa de ser uno de los líderes de la red que saqueó la petrolera estatal Petrobras entre 2004 y 2014, desviando al menos 2.000 millones de dólares.