Por Chen Shilei
BEIJING, 6 dic (Xinhua) -- La estrategia de Estados Unidos en Asia-Pacífico bajo cualquier administración no debe trazarse en detrimento de los intereses de otros países, dado que cualquier error de cálculo en este sentido podría conducir a la inestabilidad de la región.
El secretario de Defensa de EEUU, Ash Carter, que cesará en enero, empezó el lunes una gira por Asia que le llevará a Japón y la India.
El viaje, que parece buscar apaciguar a los aliados estadounidenses en medio de los nervios causados por la elección de Donald Trump, también plantea una importante pregunta sobre la futura política de la nueva administración sobre la región de Asia-Pacífico.
Durante los ocho años de mandato del actual presidente, Barack Obama, Washington ha cambiado el foco de su política exterior desde el pantano bélico de Oriente Medio hacia Asia-Pacífico, lo que muchos interpretan como un intento de contener el ascenso de China.
Las tensiones en la península de Corea se han incrementado después de que EEUU decidiese desplegar una sistema antimisiles balísticos en Corea del Sur.
El asunto del Mar Meridional de China emergió como un punto caliente después de que Estados Unidos hiciese propaganda del concepto de "libertad de navegación" e incentivase al anterior Gobierno de Filipinas a presentar un caso sobre las disputas territoriales marítimas con China ante un tribunal de arbitraje internacional, que se prolongó desde 2013 hasta julio de este año. Carter incluso se embarcó en un portaaviones estadounidense que a finales de 2015 surcó el Mar Meridional de China para "mostrar músculo".
Los hechos demuestran que el reequilibrio estadounidense hacia Asia-Pacífico no ha traído paz y estabilidad a la región, sino, al contrario, finalmente la ha puesto en riesgo.
En estas circunstancias, ya es hora de que Washington reconsidere y reevalúe su política hacia Asia-Pacífico, lo que podría abrir una oportunidad estratégica para la administración Trump.
Mientras, los antiguos aliados de EEUU, en especial Japón, se pueden sentir aliviados después de que se rebajase la retórica desafiante de Trump sobre su alianza durante la campaña electoral.
La reunión del primer ministro japonés, Shinzo Abe, con Trump a mediados de noviembre (el primer cara a cara del presidente electo con un líder extranjero), la visita de Carter a Japón y el próximo viaje de Abe a Hawái, durante el que acudirá a Pearl Harbor, escenario del ataque sorpresa de Japón que arrastró a EEUU a la II Guerra Mundial, han demostrado la voluntad de ambos por mantener sus estrechos lazos.
Pero este tipo de alianza con la futura estrategia de Washington en Asia-Pacífico no debería establecerse sobre la base de dañar los intereses de terceras partes ni de desafiar sus líneas fundamentales.
Un Asia-Pacífico mucho más estable es de interés para todos los países de la región, incluidos Estados Unidos y sus aliados.