ESPECIAL: Indígenas arhuacos conmemoran 100 años de travesía en Colombia

Spanish.xinhuanet.com   2016-10-12 03:12:58

Por César Mariño García

BOGOTA, 11 oct (Xinhua) -- Cien representantes del grupo indígena colombiano arhuaco llegaron la víspera a Bogotá desde Nabusimake, la capital de su territorio en la Sierra Nevada de Santa Marta en el norte de Colombia, para conmemorar 100 años de una travesía legendaria.

En dicha travesía, seis de sus líderes llegaron en 1916 a la capital colombiana para conversar con el presidente de entonces, José Vicente Concha (1914-1918), y exigir respeto a los derechos de su comunidad indígena.

La apariencia de los arhuacos impone respeto y una atractiva imagen en la que se detienen las miradas de los habitantes de la urbe colombiana.

Visten con una manta blanca atada en la cintura, un sombrero cilíndrico también blanco, una mochila tejida con lana de oveja y un recipiente siempre en las manos al que llaman "poporo", elaborado con el fruto del calabazo.

Los arhuacos dicen ser nuestros hermanos mayores y lo sustentan con un silencio difícil de romper con las consabidas preguntas de la prensa.

Este pueblo indígena es habitante de la Sierra Nevada de Santa Marta, cordillera litoral conocida por ser la más alta en el planeta sobre el nivel del mar.

El delegado arhuaco ante la Mesa Nacional de Concertación entre comunidades indígenas y el gobierno, Norey Maku Quigua, habló con

Xinhua sobre la primera visita hace 100 años de sus representantes a la capital colombiana.

"En 1916, cuando no habían carreteras, esos seis hombres llegaron para entrevistarse con el presidente José Vicente Concha", recordó.

Agregó: "Fue la primera delegación arhuaca que vino a la capital de Colombia y para nosotros significa el inicio de la visibilización de nuestra cultura en el país".

"En ese entonces el mensaje de nuestros líderes era el mismo de hoy, un mensaje de paz y de respeto por nuestra comunidad.

El líder indígena dijo que desde entonces llevan 100 años "caminando la palabra de paz".

"Desde ese entonces hasta la fecha, el pueblo arhuaco sigue reivindicando los mismos principios de su gobierno y de su autonomía en su territorio".

Explicó que que hoy en día su mensaje tiene mayor relevancia, pues en un siglo son pocas las cosas que han mejorado.

"Este es un año muy especial porque Colombia está intentando encontrar la paz (...) Queremos respaldar los esfuerzos que está haciendo el gobierno y el país como nación por conseguir la paz", dijo Quigua.

"Cuando el presidente (Juan Manuel) Santos se posesionó simbólicamente hace seis años en la Sierra Nevada de Santa Marta, recibió de nuestra parte el mandato de buscar la paz", comentó.

Complementó que "espiritualmente, nuestros 'mamos' (guías espirituales) lo han acompañado (a Santos) en esa tarea", por lo que esperan "que este proceso llegue a feliz término".

Quigua manifestó optimismo frente a la reinserción de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) a la vida civil en el país sudamericano.

"Esperamos que efectivamente las FARC puedan convertirse en un actor político. Es mejor el debate de las ideas que la lucha armada. Sabemos que el reto comenzará con su desmovilización y es necesario que el país les de la oportunidad de cambiar su propia historia", dijo.

La ubicación geográfica del grupo étnico arhuaco permitió que los actores armados utilizaran la zona como fortaleza y a nivel estratégico debido a sus recursos naturales, como la abundancia de agua, además de ser un terreno apto para el cultivo de hoja de coca y marihuana.

La Sierra Nevada ha sufrido históricamente el impacto de la guerra en Colombia, al registrar masacres como la de 1990 en la que fueron asesinados todos los miembros del gobierno arhuaco por parte de grupos paramilitares.

Algunos de los máximos jerarcas o "mamos" de los arhuacos también fueron víctimas de asesinatos selectivos, por lo que este territorio es otro más de los que no han cerrado en forma completa sus heridas en Colombia.

Maku Quigua señaló que allá en la sierra las FARC tienen presencia, además de grupos paramilitares, cuyo conflicto entre las dos facciones "afectó notablemente a la población y las dinámicas de convivencia que teníamos en el territorio".

El entrevistado mencionó que a pesar de que su pueblo pudo mantenerse al margen de la participación directa en los enfrentamientos, sí hubo un desequilibrio.

"Evidentemente todo el derramamiento de sangre que ha habido en torno a la sierra afecta el equilibrio de ese territorio, que para nosotros es sagrado", mencionó el representante indígena.

Para este pueblo originario, este desequilibrio lo entienden como un daño espiritual que afecta el orden del universo, aunque no lo traduzcan en cifras ni índices de victimización.

"Nosotros no cuantificamos el impacto de la guerra por el número de víctimas, sino por el tipo homicidio y a quién ha sido dirigida esa violencia" comentó.

Complementó el entrevistado: "Varios de nuestros 'mamos', como Mariano Suárez, fueron asesinados a manos de las FARC y (los) asesinatos representaron un alto impacto para la dinámica de nuestro pueblo".

"Los 'mamos', nuestros líderes y guías espirituales, se forma a través de unos procesos comunitarios que son muy lentos", dijo.

Sostuvo que estos dirigente espirituales "no se pueden reemplazar fácilmente, (porque) son los depositarios de nuestro saber ancestral. Con su muerte, muere gran parte de nuestra cultura", mencionó Maku Quigua.

Para los arhuacos, como para toda la población indígena en Colombia que representa cerca del 4 por ciento de la población total del país, el fin del conflicto armado representa el final de una larga serie de problemáticas.

Estos conflictos acrecentaron su marginación y en muchos casos los pusieron al borde de su desaparición.

Los arhuacos aseguran respaldar el acuerdo firmado entre el gobierno y las FARC, por lo que esperan su implementación tras superar la crisis que supuso el "No" en el plebiscito del pasado 2 de octubre.

Sostienen, sin embargo, que la problemática en Colombia y en el planeta debe trascender "el silenciamiento de los fusiles" y concentrarse en la superación de un estado de inconsciencia que hoy en día rige la mente humana.

A su vez, otro de los arhuacos participantes en la congregación, el joven Diomedes Izquierdo, se refirió para Xinhua a las amenazas de este calentamiento atmosférico.

"Tenemos fuertes amenazas frente al calentamiento global, nuestros picos nevados se nos están derritiendo y exigimos a los pueblos que están a nuestro alrededor que detengan ese proceso", expuso.

Según Izquierdo, la presencia de su comunidad en la ciudad de Bogotá obedece a que pretende continuar la tarea de "abrir los corazones de los hermanos menores de la civilización", para introducir en ellos el mensaje de respeto y cuidado a la naturaleza.

"Muchas veces la voz del pueblo arhuaco no es escuchada, entonces lo que queremos es manifestar todo lo que nos pasa para que puedan verlo", dijo el joven.

Agregó: "Si continuamos desangrando el planeta, pronto no tendremos agua para beber ni aire para respirar. El tiempo universal juega en nuestra contra".

Dentro de la cosmogonía del pueblo arhuaco, las lagunas y las montañas son los dioses a los que los humanos deben proteger para perpetuar el equilibrio universal.

El joven indígena concreta su mandato de "hermano mayor", mientras continuaba en su rito de mascar hoja de coca e introducir un delgado madero en su 'poporo'.

De este recipiente extrae una sustancia elaborada con cal marina, que luego lleva a su boca para que al contacto con la hoja de coca genere el "estado de trascendencia" en el que viven inmersos.

"Es momento de superar los problemas políticos que no han permitido cerrar el acuerdo de paz en Colombia. Nuestra tierra, como madre verdadera, urge de la atención que los hermanos menores ahora le están disponiendo a la guerra", dijo Izquierdo.

  
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ESPECIAL: Indígenas arhuacos conmemoran 100 años de travesía en Colombia

Spanish.xinhuanet.com 2016-10-12 03:12:58

Por César Mariño García

BOGOTA, 11 oct (Xinhua) -- Cien representantes del grupo indígena colombiano arhuaco llegaron la víspera a Bogotá desde Nabusimake, la capital de su territorio en la Sierra Nevada de Santa Marta en el norte de Colombia, para conmemorar 100 años de una travesía legendaria.

En dicha travesía, seis de sus líderes llegaron en 1916 a la capital colombiana para conversar con el presidente de entonces, José Vicente Concha (1914-1918), y exigir respeto a los derechos de su comunidad indígena.

La apariencia de los arhuacos impone respeto y una atractiva imagen en la que se detienen las miradas de los habitantes de la urbe colombiana.

Visten con una manta blanca atada en la cintura, un sombrero cilíndrico también blanco, una mochila tejida con lana de oveja y un recipiente siempre en las manos al que llaman "poporo", elaborado con el fruto del calabazo.

Los arhuacos dicen ser nuestros hermanos mayores y lo sustentan con un silencio difícil de romper con las consabidas preguntas de la prensa.

Este pueblo indígena es habitante de la Sierra Nevada de Santa Marta, cordillera litoral conocida por ser la más alta en el planeta sobre el nivel del mar.

El delegado arhuaco ante la Mesa Nacional de Concertación entre comunidades indígenas y el gobierno, Norey Maku Quigua, habló con

Xinhua sobre la primera visita hace 100 años de sus representantes a la capital colombiana.

"En 1916, cuando no habían carreteras, esos seis hombres llegaron para entrevistarse con el presidente José Vicente Concha", recordó.

Agregó: "Fue la primera delegación arhuaca que vino a la capital de Colombia y para nosotros significa el inicio de la visibilización de nuestra cultura en el país".

"En ese entonces el mensaje de nuestros líderes era el mismo de hoy, un mensaje de paz y de respeto por nuestra comunidad.

El líder indígena dijo que desde entonces llevan 100 años "caminando la palabra de paz".

"Desde ese entonces hasta la fecha, el pueblo arhuaco sigue reivindicando los mismos principios de su gobierno y de su autonomía en su territorio".

Explicó que que hoy en día su mensaje tiene mayor relevancia, pues en un siglo son pocas las cosas que han mejorado.

"Este es un año muy especial porque Colombia está intentando encontrar la paz (...) Queremos respaldar los esfuerzos que está haciendo el gobierno y el país como nación por conseguir la paz", dijo Quigua.

"Cuando el presidente (Juan Manuel) Santos se posesionó simbólicamente hace seis años en la Sierra Nevada de Santa Marta, recibió de nuestra parte el mandato de buscar la paz", comentó.

Complementó que "espiritualmente, nuestros 'mamos' (guías espirituales) lo han acompañado (a Santos) en esa tarea", por lo que esperan "que este proceso llegue a feliz término".

Quigua manifestó optimismo frente a la reinserción de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) a la vida civil en el país sudamericano.

"Esperamos que efectivamente las FARC puedan convertirse en un actor político. Es mejor el debate de las ideas que la lucha armada. Sabemos que el reto comenzará con su desmovilización y es necesario que el país les de la oportunidad de cambiar su propia historia", dijo.

La ubicación geográfica del grupo étnico arhuaco permitió que los actores armados utilizaran la zona como fortaleza y a nivel estratégico debido a sus recursos naturales, como la abundancia de agua, además de ser un terreno apto para el cultivo de hoja de coca y marihuana.

La Sierra Nevada ha sufrido históricamente el impacto de la guerra en Colombia, al registrar masacres como la de 1990 en la que fueron asesinados todos los miembros del gobierno arhuaco por parte de grupos paramilitares.

Algunos de los máximos jerarcas o "mamos" de los arhuacos también fueron víctimas de asesinatos selectivos, por lo que este territorio es otro más de los que no han cerrado en forma completa sus heridas en Colombia.

Maku Quigua señaló que allá en la sierra las FARC tienen presencia, además de grupos paramilitares, cuyo conflicto entre las dos facciones "afectó notablemente a la población y las dinámicas de convivencia que teníamos en el territorio".

El entrevistado mencionó que a pesar de que su pueblo pudo mantenerse al margen de la participación directa en los enfrentamientos, sí hubo un desequilibrio.

"Evidentemente todo el derramamiento de sangre que ha habido en torno a la sierra afecta el equilibrio de ese territorio, que para nosotros es sagrado", mencionó el representante indígena.

Para este pueblo originario, este desequilibrio lo entienden como un daño espiritual que afecta el orden del universo, aunque no lo traduzcan en cifras ni índices de victimización.

"Nosotros no cuantificamos el impacto de la guerra por el número de víctimas, sino por el tipo homicidio y a quién ha sido dirigida esa violencia" comentó.

Complementó el entrevistado: "Varios de nuestros 'mamos', como Mariano Suárez, fueron asesinados a manos de las FARC y (los) asesinatos representaron un alto impacto para la dinámica de nuestro pueblo".

"Los 'mamos', nuestros líderes y guías espirituales, se forma a través de unos procesos comunitarios que son muy lentos", dijo.

Sostuvo que estos dirigente espirituales "no se pueden reemplazar fácilmente, (porque) son los depositarios de nuestro saber ancestral. Con su muerte, muere gran parte de nuestra cultura", mencionó Maku Quigua.

Para los arhuacos, como para toda la población indígena en Colombia que representa cerca del 4 por ciento de la población total del país, el fin del conflicto armado representa el final de una larga serie de problemáticas.

Estos conflictos acrecentaron su marginación y en muchos casos los pusieron al borde de su desaparición.

Los arhuacos aseguran respaldar el acuerdo firmado entre el gobierno y las FARC, por lo que esperan su implementación tras superar la crisis que supuso el "No" en el plebiscito del pasado 2 de octubre.

Sostienen, sin embargo, que la problemática en Colombia y en el planeta debe trascender "el silenciamiento de los fusiles" y concentrarse en la superación de un estado de inconsciencia que hoy en día rige la mente humana.

A su vez, otro de los arhuacos participantes en la congregación, el joven Diomedes Izquierdo, se refirió para Xinhua a las amenazas de este calentamiento atmosférico.

"Tenemos fuertes amenazas frente al calentamiento global, nuestros picos nevados se nos están derritiendo y exigimos a los pueblos que están a nuestro alrededor que detengan ese proceso", expuso.

Según Izquierdo, la presencia de su comunidad en la ciudad de Bogotá obedece a que pretende continuar la tarea de "abrir los corazones de los hermanos menores de la civilización", para introducir en ellos el mensaje de respeto y cuidado a la naturaleza.

"Muchas veces la voz del pueblo arhuaco no es escuchada, entonces lo que queremos es manifestar todo lo que nos pasa para que puedan verlo", dijo el joven.

Agregó: "Si continuamos desangrando el planeta, pronto no tendremos agua para beber ni aire para respirar. El tiempo universal juega en nuestra contra".

Dentro de la cosmogonía del pueblo arhuaco, las lagunas y las montañas son los dioses a los que los humanos deben proteger para perpetuar el equilibrio universal.

El joven indígena concreta su mandato de "hermano mayor", mientras continuaba en su rito de mascar hoja de coca e introducir un delgado madero en su 'poporo'.

De este recipiente extrae una sustancia elaborada con cal marina, que luego lleva a su boca para que al contacto con la hoja de coca genere el "estado de trascendencia" en el que viven inmersos.

"Es momento de superar los problemas políticos que no han permitido cerrar el acuerdo de paz en Colombia. Nuestra tierra, como madre verdadera, urge de la atención que los hermanos menores ahora le están disponiendo a la guerra", dijo Izquierdo.

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