Por Zhao Hui
BEIJING, 2 sep (Xinhua) -- La economía china, un motor de la economía global con una tasa de crecimiento relativamente alta, puede proporcionar experiencia a los países y regiones en vías de desarrollo, incluida América Latina.
En la víspera de la Cumbre del Grupo de los Veinte (G20) en la ciudad china de Hangzhou, cuya meta es encontrar una solución para la deprimida economía mundial, varios expertos señalaron que la experiencia de China, basada en la elección de un camino adecuado de desarrollo, la creación de zonas económicas especiales y la inversión en infraestructuras y capital humano, puede ayudar a algunos países latinoamericanos a salir de la difícil situación en la que están.
ELECCION DE UN CAMINO ADECUADO DE DESARROLLO
"El que se encuentra en la mejor posición para juzgar el camino de desarrollo que han elegido para sí mismos es el pueblo del país", destacó el presidente chino, Xi Jinping, ante la audiencia reunida en el Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú durante su visita a Rusia en marzo de 2013.
La experiencia china de desarrollo durante más de tres décadas ha demostrado que un país no debe copiar simplemente las recetas de los países occidentales, pues no existe un modelo que se adapte a todos.
En la década de los 80 del siglo pasado, los países latinoamericanos, que cayeron en una profunda crisis de deuda, aceptaron las recetas ofrecidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), una propuesta conocida como el Consenso de Washington, que esperaban que pusiera fin a un episodio de estanflación a través de reformas neoliberales que ponían el foco en la privatización, la liberalización y la mercantilización.
Las políticas neoliberales fueron efectivas en plazo corto, con la inflación controlada, y varias economías presentaron signos de recuperación.
Sin embargo, la liberalización financiera occidental provocó problemas. Unos riesgos sistemáticos extremadamente altos causaron crisis financieras en América Latina, lo que derivó en una "década perdida" para la región.
Además, la arriesgada reforma privatizadora agrandó la brecha entre ricos y pobres, con una riqueza colosal en manos de muy poca gente, y debilitó de forma grave la estabilidad social.
Sobre si se han "exagerado" las bondades del neoliberalismo, tres economistas del FMI, Jonathan D. Ostry, Prakash Loungani y Davide Furceri, reflexionaron sobre esta cuestión en un artículo publicado en junio en el sitio web de este organismo financiero internacional.
"El vínculo entre la apertura financiera y el crecimiento económico es complejo", exponen en el artículo, y agregan que "el crecimiento y los beneficios de riesgos compartidos de los flujos de capital dependen de qué tipo de flujo se esté considerando; también puede depender de la naturaleza de las instituciones y políticas de apoyo".
"A pesar de que los beneficios del crecimiento son inseguros, los costos en términos del aumento de la frecuencia de la inestabilidad y de las crisis económicas parecen más evidentes", señala el artículo.
"Desde 1980, ha habido cerca de 150 episodios de escaladas de las entradas de capital en más de 50 economías emergentes (...) Alrededor del 20 por ciento de ellos finalizaron en una crisis financiera", agrega.
El experto sobre Asia Oriental de la Universidad Nacional de San Marcos de Perú Carlos Aquino comentó que el fracaso en algunos países latinoamericanos y el éxito en China han mostrado que optar por un camino adecuado de desarrollo para cada país específico, en vez de copiar la experiencia de otros, es la clave para el éxito.
CREACION DE ZONAS ECONOMICAS ESPECIALES
El fallecido líder chino Deng Xiaoping una vez comparó el proceso de la reforma y la modernización de China como una persona que cruza un río tanteando las piedras.
Con ese espíritu pionero, China estableció las primeras zonas económicas especiales en Shenzhen, Zhuhai, Shantou y Xiamen en 1980, explorando las posibilidades de establecer un sistema socialista con economía de mercado y promoviendo la reforma integral a través de la innovación institucional en algunas áreas.
Hoy en día, Shenzhen ha pasado de ser una ciudad fronteriza de 30.000 personas a una metrópolis con una población de más de 10 millones de habitantes. Su producto interno bruto (PIB) también aumentó de menos de 200 millones de yuanes (unos 30 millones de dólares estadounidenses) en 1979 a 1,75 billones de yuanes (unos 260.000 millones de dólares) en 2015.
Con la expansión de compañías de alta tecnología como Huawei, ZTE y Tencent y el establecimiento de cientos de instituciones de investigación y desarrollo científicos, Shenzhen se ha convertido rápidamente en un Silicon Valley moderno, internacional e innovador en China.
La exitosa experiencia de China en el desarrollo de zonas económicas especiales ha puesto un ejemplo para América Latina, en especial para los países basados en recursos, expuso Chai Yu, investigadora en el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia de Ciencias Sociales de China.
Es difícil para esos países lograr avances, dado que un modelo de desarrollo económico prácticamente en una sola vía y los grupos de interés estatal que han permanecido virtualmente inalterados, han conducido a un fuerte proteccionismo comercial y a unas escasas facilidades para la inversión.
Con el telón de fondo de la recesión económica de Latinoamérica, China puede trabajar con el continente en el establecimiento de zonas económicas especiales a través de la promoción de la sabiduría y la experiencia chinas.
La investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México Alicia Girón afirmó que las reformas graduales de cara al futuro son clave para el desarrollo de China.
En comparación con los países latinoamericanos, la ventaja de la nación asiática reside en que dispone de programas de desarrollo claros a corto, medio y largo plazo, lo que contribuye a impulsar ideas como la puesta en marcha de zonas económicas especiales.
INVERSION EN INFRAESTRUCTURA Y CAPITAL HUMANO
El Institute Global McKinsey estimó que entre 1992 y 2011, la inversión de China en infraestructuras se situó a la cabeza del mundo, alcanzando un 8,5 por ciento de su PIB. Por el contrario, las malas infraestructuras y los altos costos logísticos han dificultado el desarrollo económico en América Latina.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los costos logísticos pueden alcanzar entre el 18 y el 35 por ciento del valor del producto en esta región, mientras que el nivel medio en los países de la organización es solo del 8 por ciento.
La inversión en infraestructuras de los países latinoamericanos es solo sobre un 3 por ciento del PIB y, si quieren llegar al nivel de Asia Oriental, el porcentaje debería incrementarse hasta al menos el 6 por ciento. Ello supone que se necesitan 30.000 millones de dólares estadounidenses anuales de inversión adicional para mejorar las infraestructuras, apuntó el Banco de Desarrollo de América Latina.
Un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de la ONU (CEPAL) avisó de que debido al bajo nivel educativo y a un capital humano atrasado, la posibilidad de que las empresas latinoamericanas se enfrenten a graves problemas operativos es 15 veces más elevada que para sus homólogas de Asia-Pacífico.
A causa de la falta de infraestructuras y de capital humano, los países latinoamericanos ricos en recursos no han podido transformar de manera efectiva sus recursos en productos industriales. Mientras, las exportaciones chinas han pasado de las manufacturas de bajo valor añadido (juguetes, ropa), a productos de alto valor añadido, como teléfonos inteligentes y coches, gracias a la gran mejora en infraestructuras y capital humano, reflexionó Aquino.
Hoy en día, China respalda el desarrollo de las infraestructuras en Latinoamérica. En 2014, durante una visita a la región, el presidente Xi Jinping anunció una serie de programas de cooperación, entre ellos un crédito de 20.000 millones de dólares para infraestructuras.
A mayores, también aportarán financiación un fondo especial de 30.000 millones de dólares para promover la cooperación China-América Latina en capacidad productiva y fabricación de equipos y otro de 10.000 millones de dólares para la cooperación industrial.