BEIJING, 2 sep (Xinhua) -- La membresía de las economías líderes del Grupo de los 20 (G20), la principal plataforma para la cooperación económica mundial, muestra cómo de diferente es el mundo ahora en comparación con hace unas décadas.
Sin embargo la arquitectura de la gobernanza fiinanciera y económica global todavía necesita ponerse al día. Se ha conseguido algún progreso, particularmente en el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero los cambios han sido lentos. Para que la gobernanza financiera global sea más equilibrada y sea un reflejo verdadero del mundo, es necesario deshacerse de más obstáculos.
Existen grandes esperanzas para que la Cumbre del G20, que se celebrará en la ciudad oriental china de Hangzhou el 4 y el 5 de septiembre, haga que esto ocurra lo antes posible. En contraste con el Grupo de los Siete, un club del mundo rico que acostumbraba a dictar la legislación de políticas económicas globales, la mitad de los miembros del G20 son economías emergentes, lo que refleja la evolución del panorama económico global.
El FMI, el Banco Mundial y el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, precursor de la Organización Mundial del Comercio, fueron establecidos tras la Segunda Guerra Mundial como pilares clave de la arquitectura financiera y económica global.
A pesar del cambiante panorama económico mundial, las economías desarrolladas todavía mantienen una cuota de voto desproporcionada en el FMI, con veto de EEUU. Por otro lado, también se mantiene la tradición de que el Banco Mundial sea presidido por un estadounidense, y el FMI por un europeo.
El FMI finalmente implementó un plan de reforma sustancial de la cuota y la gobernanza el año pasado, pero esto llegó solo después de años de retraso. EEUU era reacio a apoyar la reubicación de cuota de votos de las economías avanzadas a las economías emergentes.
En vista de un panorama económico que evoluciona rápidamente, incluso la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, se ha mostrado de acuerdo con la necesidad de revisar aún más las cuotas y la gobernanza del FMI.
Las economías emergentes tienen sus preocupaciones legítimas. Han sido infrarrepresentadas en la gobernanza financiera global, mientras sus colegas desarrollados han tenido una capacidad de decisión desproporcionada, a menudo desembocando en decisiones desfavorables para las economías emergentes.
Por ejemplo, EEUU ha conseguido grandes beneficios del estatus de moneda de reserva del dólar, pero muchas de las economías emergentes han tenido que sufrir las consecuencias negativas de el cambio de tasas de interés del dólar estadounidense. El FMI también ha sido criticado por su rol y falta de acción en crisis financieras internacionales que han afectado principalmente a las economías emergentes.
La rectificación del equilibrio requiere un cambio en la mentalidad y el enfoque de Estados Unidos y otras economías desarrolladas. En un mundo que sufre el bajo crecimiento económico y el dinero fácil en las economías desarrolladas, las políticas de "mendigar al vecino" no pueden ser sostenidas y deben ser abandonadas.
A las economías emergentes se les debe permitir tener más voz en la gobernanza económica y financiera, y el proceso de selección para la máxima administración en el FMI y el Banco Mundial debe ser abierto.
Sabiendo que son vulnerables solas, las economías emergentes quieren buscar la cooperación y están más dispuestas a acomodar los intereses de los otros. Sus aportaciones ayudarán a reducir la mala toma de decisiones y a poner énfasis en la gestión de crisis, y lo que es más importante, la prevención de crisis y el desarrollo económico.
Como el principal foro para la gobernanza económica internacional, el G20 tiene un papel ineludible para mejorar aún más la gobernanza económica y financiera global. Es hora de que los líderes del G20 se unan y actúen.
