DAMASCO, 1 sep (Xinhua) -- Maha, una mujer de treinta y tantos años de edad, nunca pensó que un día su esposo y su hermana morirían y que tendría que casarse con su cuñado y criar cuatro niños.
La hermana y el esposo de Maha murieron durante los enfrentamientos ocurridos en la localidad de Daraya desde el 2012.
Puesto que ambos dejaron atrás dos niños al momento de morir, Maha y su cuñado decidieron contraer matrimonio y criar juntos a los cuatro niños.
Pero su sueño de tener a su nuevo esposo a su lado no se ha vuelto realidad por causa de la guerra en Daraya, al oeste de Damasco, la capital siria.
De conformidad con un largamente esperado acuerdo logrado la semana pasada, los rebeldes de Daraya tuvieron autorización de evacuar hacia su baluarte en Idlib, una provincia noroccidental siria.
A los civiles se les dio autorización para salir con rumbo a refugios controlados por el gobierno en la localidad de Hirjalleh en el sur de Damasco.
Maha y sus cuatro niños fueron evacuados a Hirjalleh y su esposo terminó en Idlib junto con los rebeldes.
Cansada de la guerra, Maha dijo que la vida en el nuevo campamento es completamente diferente, un poco mejor, pero que esto no resuena en ella porque su esposo está lejos.
"He vivido bajo sitio y he sufrido mucho por la desnutrición y la falta de medicinas. No salíamos por temor a los enfrentamientos. Los niños sufrieron mucho. Todos sufrimos mucho, sobre todo por los bombardeos, los cuales intensificaron últimamente", dijo Maha a Xinhua.
Mirando a los niños jugar en el lodo frente a su nueva habitación, Maha no puede ocultar su inquietud con respecto a su nueva vida con la ausencia de su esposo.
"Mi esposo no vino aquí porque estuvo entre las personas evacuadas a la provincia de Idlib. Aquí en el albergue para desplazados, la comida y la vida son diferentes, pero buenos, pero no estamos relajados. Vivimos con nerviosismo aquí, porque mi esposo no está con nosotros y siento que ahora soy todo para los niños", dijo.
Bara, el hijo de seis años de su hermana muerta, parece entender la guerra. Nació cuando el conflicto comenzó en Siria hace más de cinco años.
"Antes, en la casa sólo había bombas. Aquí tenemos comida, bebida y todo lo que necesitamos", dijo el niño al parecer feliz de finalmente haber encontrado calidez en su infancia perdida.
Maram, la hermana menor de Bara, tampoco parece haber olvidado la guerra y recordando su vida en Daraya dijo que "no había nada bonito".
"Aquí está más bonito. Antes, en la casa no había nada bonito. Aquí tenemos dulces y podemos jugar, pero allá no podíamos jugar por las bombas y nos quedábamos adentro de la casa casi todo el tiempo", dijo.
Estas familias desgarradas reflejan la trágica vida del pueblo sirio.
El gobierno sirio ha prometido en repetidas ocasiones libertad a los rebeldes que se entreguen.
También ha prometido a los civiles una vida decorosa en las áreas bajo su control y por lo ocurrido en Hirjalleh, es claro que está trabajando para cumplir sus promesas.
Pero la guerra continúa y parece que las heridas que ha causado no se curarán pronto porque es una guerra en la que las principales potencias están involucradas.
Pero el gobierno ve las treguas y su disposición a perdonar a los rebeldes como una posibilidad brillante de poner fin al conflicto y de mitigar el sufrimiento de los civiles. Fin