Lluvias y fuertes vientos acompañaron la ceremonia de clausura en el mítico estadio de Maracaná, despidiéndose así una Olimpiada que se celebró en el contexto de la peor recesión económica que Brasil ha vivido desde los años 30 del siglo pasado, así como en plena crisis política.
Río 2016 logró superar los temores a los problemas de seguridad y los asientos vacíos para convertirse en un éxito. Dos preseas doradas, en el fútbol y el voleibol masculinos, supusieron un broche de oro para el país anfitrión.
Por su parte, el presidente de Río 2016, Carlos Nuzman, también pronunció un emotivo discurso.
"Soy el hombre más feliz del mundo (...) Celebremos juntos esta gran victoria, este triunfo del deporte, de la juventud", subrayó.