ESPECIAL: Kotosh, un templo milenario donde se unían hombres y mujeres

Spanish.xinhuanet.com   2016-08-12 08:51:27

Por Juan Limachi

LIMA, 11 ago (Xinhua) -- El templo de las manos cruzadas de Kotosh, enclavado en el centro de los Andes peruanos, guarda misterios en su corazón y revela algunos aspectos sobre la unión entre hombres y mujeres hace más de 4.200 años, destacó el investigador Antonio Mais Silva.

Durante un recorrido por las instalaciones de este antiguo centro ceremonial, el estudioso, autor del libro "Apus, templo de las manos cruzadas" (1998), explicó a Xinhua la importancia de este lugar por las huellas que ha dejado sobre la cosmovisión milenaria del hombre andino.

"Fue un templo ceremonial religioso de los preincas que data de hace 4.200 años y donde se han descubierto dos pares de manos cruzadas, de varón y de mujer; el varón cruza el antebrazo derecho sobre el izquierdo y la mujer la izquierda sobre la derecha", subrayó.

Detalló que diversas expediciones de arqueólogos peruanos y extranjeros desentrañaron durante el siglo XX el uso funcional de este templo ubicado en la región norandina de Huánuco, rica en vestigios arqueológicos y misteriosas culturas desaparecidas.

"Se puede apreciar, según investigaciones, que la mano derecha del hombre enlazaba con la mano izquierda de la mujer, que significa la unión andina ante los cuatro elementos: fuego, aire, la tierra y agua", describió.

Con respecto al ritual religioso escenificado en este templo, Mais precisó que se usaban ofrendas de animales y productos de origen marino adquiridos mediante el comercio con los pobladores de la civilización Caral, que floreció en la misma época en la costa peruana.

"En el templo interior hay 24 hornacinas de barro donde ponían las ofrendas: cuyes, camélidos y algunos productos de la costa como conchitas marinas, porque había trueque e intercambio de productos con Caral", detalló.

La ofrenda se colocaba en pequeños fogones, en el centro del templo y rodeada de pequeños cuartos en forma cuadrangular elaborados de barro a ambos lados de las manos cruzadas de hombre y mujer.

Según Mais, esta ceremonia también refleja la importancia del trueque comercial que existía desde tiempos remotos de la historia andina en esta localidad, donde los antiguos pobladores de Kotosh intercambiaban productos agrícolas andinos con productos marinos de la costa.

"De aquí llevaban el maíz y de allí traían los productos del mar", subrayó el estudioso al referirse a los alimentos, usados como ofrenda en los rituales sagrados de unión y fecundación humana.

El experto precisó que era una ceremonia de unión entre un hombre y una mujer, aunque con características diferentes al concepto occidental del matrimonio moderno, totalmente único y compatible solamente a su tiempo y cosmovisión andina.

"Un casamiento andino, porque esto fue 2.000 años antes de Cristo, los cuatro elementos los unía por siempre. Es así que los cuatro elementos tienen mucho poder", anotó.

De acuerdo al investigador peruano, la máxima deidad (Apu en lengua quechua) que presidía este ritual milenario era el Taita Jirca, un inmenso cerro que se yergue frente al templo de Kotosh, en el antiguo Valle de Mito.

"Entre ellos también tenemos al Taita Jirca, que tiene forma de un puño, que es el Apu que protege a este valle y a quienes les da su ofrenda todos sus deseos se hace realidad", expresó.

Actualmente, pese al tiempo transcurrido y la evangelización católica forzada, el pensamiento del hombre andino aún mantiene vigente sus creencias ancestrales y cuando visitan el centro arqueológico de Kotosh cumplen un ritual frente a su dios ancestral, el Taita Jirca.

"Ponen tres piedritas, que significan tres deseos, porque con estas tres piedras se ponen en plena conversación con el Apu, Taita Jirca, el padre de los cerros", explicó.

Mais señala algunos montículos de piedras que se acumulan antes de entrar en el templo de las manos cruzadas donde los visitantes, igual que sus ancestros, levantan pequeños montículos de piedras como ofrenda al imponente cerro, la antigua deidad andina, y después piden un deseo.

"También le ofrecen coca, cigarrillos, caramelos y alguna bebida, que puede ser aguardiente, vino o pisco (un licor tradicional peruano) para que el deseo pedido por los peregrinos se cumpla", sostuvo.

El investigador, que trabaja como guía en este complejo arqueológico, rememoró cómo la cosmovisión de los antiguos pobladores de Kotosh aún sobrevive en los habitantes de la actualidad con la fuerza telúrica de los cuatro elementos de la naturaleza.

"Toda la ceremonia que se realiza en el templo se hace en honor al Taita Jirca y a los cuatro elementos naturales, el fuego, el aire, la tierra y el agua", expresó.

Según Mais, el Jirca sobresale sobre este valle conocido con el nombre de Mito, que los misioneros españoles cambiaron de nombre como el Valle Higueras, como parte de la evangelización cristiana que se registró en estas tierras andinas en los últimos cinco siglos.

El Apu Jirca es el que domina todo el Valle de Mito, cuyo significado en lengua quechua alude al barro, porque cuando en la temporada de invierno, cuando llegan las lluvias, el río arrastra tierra y arcilla de colores de las partes altas.

La región de Huánuco, ubicada en la zona norandina de Perú, a 431 kilómetros de la ciudad de Lima, todavía guarda en sus entrañas este y otros misteriosos centros ceremoniales que, pese al esfuerzo de expediciones a lo largo del siglo XX, aún faltan por descubrir.

  
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ESPECIAL: Kotosh, un templo milenario donde se unían hombres y mujeres

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Por Juan Limachi

LIMA, 11 ago (Xinhua) -- El templo de las manos cruzadas de Kotosh, enclavado en el centro de los Andes peruanos, guarda misterios en su corazón y revela algunos aspectos sobre la unión entre hombres y mujeres hace más de 4.200 años, destacó el investigador Antonio Mais Silva.

Durante un recorrido por las instalaciones de este antiguo centro ceremonial, el estudioso, autor del libro "Apus, templo de las manos cruzadas" (1998), explicó a Xinhua la importancia de este lugar por las huellas que ha dejado sobre la cosmovisión milenaria del hombre andino.

"Fue un templo ceremonial religioso de los preincas que data de hace 4.200 años y donde se han descubierto dos pares de manos cruzadas, de varón y de mujer; el varón cruza el antebrazo derecho sobre el izquierdo y la mujer la izquierda sobre la derecha", subrayó.

Detalló que diversas expediciones de arqueólogos peruanos y extranjeros desentrañaron durante el siglo XX el uso funcional de este templo ubicado en la región norandina de Huánuco, rica en vestigios arqueológicos y misteriosas culturas desaparecidas.

"Se puede apreciar, según investigaciones, que la mano derecha del hombre enlazaba con la mano izquierda de la mujer, que significa la unión andina ante los cuatro elementos: fuego, aire, la tierra y agua", describió.

Con respecto al ritual religioso escenificado en este templo, Mais precisó que se usaban ofrendas de animales y productos de origen marino adquiridos mediante el comercio con los pobladores de la civilización Caral, que floreció en la misma época en la costa peruana.

"En el templo interior hay 24 hornacinas de barro donde ponían las ofrendas: cuyes, camélidos y algunos productos de la costa como conchitas marinas, porque había trueque e intercambio de productos con Caral", detalló.

La ofrenda se colocaba en pequeños fogones, en el centro del templo y rodeada de pequeños cuartos en forma cuadrangular elaborados de barro a ambos lados de las manos cruzadas de hombre y mujer.

Según Mais, esta ceremonia también refleja la importancia del trueque comercial que existía desde tiempos remotos de la historia andina en esta localidad, donde los antiguos pobladores de Kotosh intercambiaban productos agrícolas andinos con productos marinos de la costa.

"De aquí llevaban el maíz y de allí traían los productos del mar", subrayó el estudioso al referirse a los alimentos, usados como ofrenda en los rituales sagrados de unión y fecundación humana.

El experto precisó que era una ceremonia de unión entre un hombre y una mujer, aunque con características diferentes al concepto occidental del matrimonio moderno, totalmente único y compatible solamente a su tiempo y cosmovisión andina.

"Un casamiento andino, porque esto fue 2.000 años antes de Cristo, los cuatro elementos los unía por siempre. Es así que los cuatro elementos tienen mucho poder", anotó.

De acuerdo al investigador peruano, la máxima deidad (Apu en lengua quechua) que presidía este ritual milenario era el Taita Jirca, un inmenso cerro que se yergue frente al templo de Kotosh, en el antiguo Valle de Mito.

"Entre ellos también tenemos al Taita Jirca, que tiene forma de un puño, que es el Apu que protege a este valle y a quienes les da su ofrenda todos sus deseos se hace realidad", expresó.

Actualmente, pese al tiempo transcurrido y la evangelización católica forzada, el pensamiento del hombre andino aún mantiene vigente sus creencias ancestrales y cuando visitan el centro arqueológico de Kotosh cumplen un ritual frente a su dios ancestral, el Taita Jirca.

"Ponen tres piedritas, que significan tres deseos, porque con estas tres piedras se ponen en plena conversación con el Apu, Taita Jirca, el padre de los cerros", explicó.

Mais señala algunos montículos de piedras que se acumulan antes de entrar en el templo de las manos cruzadas donde los visitantes, igual que sus ancestros, levantan pequeños montículos de piedras como ofrenda al imponente cerro, la antigua deidad andina, y después piden un deseo.

"También le ofrecen coca, cigarrillos, caramelos y alguna bebida, que puede ser aguardiente, vino o pisco (un licor tradicional peruano) para que el deseo pedido por los peregrinos se cumpla", sostuvo.

El investigador, que trabaja como guía en este complejo arqueológico, rememoró cómo la cosmovisión de los antiguos pobladores de Kotosh aún sobrevive en los habitantes de la actualidad con la fuerza telúrica de los cuatro elementos de la naturaleza.

"Toda la ceremonia que se realiza en el templo se hace en honor al Taita Jirca y a los cuatro elementos naturales, el fuego, el aire, la tierra y el agua", expresó.

Según Mais, el Jirca sobresale sobre este valle conocido con el nombre de Mito, que los misioneros españoles cambiaron de nombre como el Valle Higueras, como parte de la evangelización cristiana que se registró en estas tierras andinas en los últimos cinco siglos.

El Apu Jirca es el que domina todo el Valle de Mito, cuyo significado en lengua quechua alude al barro, porque cuando en la temporada de invierno, cuando llegan las lluvias, el río arrastra tierra y arcilla de colores de las partes altas.

La región de Huánuco, ubicada en la zona norandina de Perú, a 431 kilómetros de la ciudad de Lima, todavía guarda en sus entrañas este y otros misteriosos centros ceremoniales que, pese al esfuerzo de expediciones a lo largo del siglo XX, aún faltan por descubrir.

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