COMENTARIO: Japón debe reflexionar sobre algo más que trágicos bombardeos atómicos en Hiroshima y Nagasaki

Spanish.xinhuanet.com   2016-08-06 18:28:54

TOKIO, 6 ago (Xinhua) -- Ha llegado la hora de que Japón conmemore el 71º aniversario de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, y también de que este momento solemne se convierta en una oportunidad para reflexionar sobre su historia de agresión.

A la vez que se muestran plenas condolencias a las víctimas inocentes que fallecieron en Hiroshima y Nagasaki, las dos ciudades que sufrieron los bombardeos atómicos realizados por Estados Unidos en 1945 durante la Segunda Guerra Mundial, también hay que tener en cuenta que esas vidas eran víctimas de la guerra provocada por Japón.

Millones de inocentes fueron masacrados sin piedad y ciudades y aldeas fueron saqueadas cuando las tropas del Ejército Imperial Japonés invadieron China y otros países asiáticos, simplemente para satisfacer su ambición militarista.

El ministro de Relaciones Exteriores chino, Wang Yi, apuntó que "las víctimas merecen la compasión, pero los perpetradores nunca pueden eludir su responsabilidad".

En la sociedad japonesa, se cree comúnmente que Japón fue la víctima de los bombardeos atómicos sobre sus dos ciudades. Muy poca gente, sin embargo, opta totalmente por pensar y averiguar la causa real de por qué Hiroshima y Nagasaki sufrieron tales ataques en primer lugar. Esto ha hecho difícil que Japón reflexione sobre su responsabilidad de la guerra.

Tampoco se ha prestado la debida atención a las víctimas en los países vecinos, que no pueden olvidar las atrocidades cometidas por los invasores japoneses, ni a la debida condena por los delitos de agresión de Japón antes y durante la Segunda Guerra Mundial.

En lugar de ello, la administración del primer ministro japonés, Shinzo Abe, está más interesada en poner el foco sobre la tragedia de Hiroshima y Nagasaki, al tiempo que ignora el sufrimiento de los países que maltrató antes y después de la contienda bélica.

Japón está, otra vez, tratando de minimizar su papel como agresor, e intentando autorretratarse como una víctima.

La locura de los militaristas japoneses durante la Segunda Guerra Mundial es la causa fundamental de que las dos ciudades quedaran arrasadas dentro de las nubes de hongo. Incluso frente a un incuestionable fracaso, los militaristas japoneses rechazaron la Proclamación de Potsdam en 1945, debido a que a sus ojos las vidas de los civiles eran irrelevantes en comparación con sus ambiciones.

Las tragedias en Hiroshima y Nagasaki, junto con los delitos inhumanos cometidos por el Ejército Imperial Japonés en otros países, son todos ellos horribles ejemplos de qué resultados puede provocar el militarismo frenético.

En vez de admitir los delitos de guerra, los políticos japoneses de derechas están aficionados a beneficiarse de los bombardeos en Hiroshima y Nagasaki, al reclamar que Japón hizo un gran sacrificio con el fin de liberar a Asia del dominio colonial de las potencias occidentales.

En los actos para conmemorar los bombardeos atómicos, las fuerzas de derechas en Japón, que debe una sincera disculpa a sus vecinos asiáticos, víctimas de la cruel agresión y dominio colonial de este país fascista durante la Segunda Guerra Mundial, no muestran ningún remordimiento ni optan por reflexionar sobre la guerra pasada provocada por su nación.

Todas las personas amantes de la paz deberían poner más vigilancia contra sus intenciones nocivas y, además, animarles a reflexionar de forma honesta sobre los delitos militaristas de Japón en el pasado.

Siendo el único país del mundo que ha sido sacudido por bombardeos atómicos, Japón ha sido sumamente sensible a los asuntos "nucleares". Sin embargo, hoy en día, algunos políticos japoneses piden públicamente la posesión de armas nucleares. La gran reserva de material nuclear para fabricar armas nucleares y el comunicado gubernamental publicado en abril, en el que decía que usar armas nucleares no está en contra de su Constitución, han dejado a sus vecinos en ascuas.

Otra señal peligrosa es que, en su discurso en la ceremonia de Hiroshima el año pasado, Abe no mencionó los Tres Principios No Nucleares mantenidos durante mucho tiempo, según los que el país no poseerá, producirá ni permitirá el ingreso en su territorio de armas nucleares. Fue la primera vez que un primer ministro japonés comete esta omisión desde 1994. Tal "descuido" por parte de Abe provocó sospechas.

En la reorganización del gabinete de esta semana, Abe designó a Tomomi Inada, jefa de política en el gobernante Partido Liberal Democrático, como ministra de Defensa, lo que causó preocupaciones entre los países vecinos en Asia. Inada es conocida por ser un halcón político, con opiniones polémicas sobre la historia y una postura de derechas sobre el curso futuro de las políticas japonesas.

Ha visitado el santuario Yasukuni con regularidad, que se considera como un símbolo del pasado militarista nipón.

Como una estrecha aliada de Abe, pidió enmendar la Constitución pacifista japonesa, incluida la abolición del artículo 9, en el que se renuncia a la guerra, para permitir a las Fuerzas de Autodefensa niponas que actúen más como un ejército tradicional. La cláusula prohíbe que Japón use la fuerza para abordar las disputas internacionales y limita sus fuerzas terrestres, aéreas y navales a un papel estrictamente defensivo.

Aunque han pasado 71 años, parece que la única lección que la fuerza derechista japonesa ha aprendido es que siempre que esté ligado al máximo poder mundial puede continuar su política de empobrecer al vecino y su conducta alborotadora, sin preocuparse de repercusión alguna.

En una declaración realizada por Abe el 15 de agosto del año pasado en la ceremonia que conmemoró el 70º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, en lugar de ofrecer una clara disculpa por las atrocidades bélicas perpetradas por el Japón imperial, el primer ministro revisionista y también un nacionalista de línea dura, insinuó que la agresión nipona durante la guerra y la gobernanza colonial merecieron méritos. Sus palabras pusieron a los países vecinos en máxima alerta.

Al tiempo que conmemora a las víctimas de los bombardeos atómicos, Japón no debe olvidar el motivo por qué Hiroshima y Nagasaki fueron bombardeados en primer lugar. Solo a través de una reflexión profunda y sincera sobre su historia de agresión y sobre los crímenes de todo tipo cometidos en sus países vecinos en Asia, Japón podrá recuperarse verdaderamente del recuerdo doloroso de la guerra.

  
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TOKIO, 6 ago (Xinhua) -- Ha llegado la hora de que Japón conmemore el 71º aniversario de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, y también de que este momento solemne se convierta en una oportunidad para reflexionar sobre su historia de agresión.

A la vez que se muestran plenas condolencias a las víctimas inocentes que fallecieron en Hiroshima y Nagasaki, las dos ciudades que sufrieron los bombardeos atómicos realizados por Estados Unidos en 1945 durante la Segunda Guerra Mundial, también hay que tener en cuenta que esas vidas eran víctimas de la guerra provocada por Japón.

Millones de inocentes fueron masacrados sin piedad y ciudades y aldeas fueron saqueadas cuando las tropas del Ejército Imperial Japonés invadieron China y otros países asiáticos, simplemente para satisfacer su ambición militarista.

El ministro de Relaciones Exteriores chino, Wang Yi, apuntó que "las víctimas merecen la compasión, pero los perpetradores nunca pueden eludir su responsabilidad".

En la sociedad japonesa, se cree comúnmente que Japón fue la víctima de los bombardeos atómicos sobre sus dos ciudades. Muy poca gente, sin embargo, opta totalmente por pensar y averiguar la causa real de por qué Hiroshima y Nagasaki sufrieron tales ataques en primer lugar. Esto ha hecho difícil que Japón reflexione sobre su responsabilidad de la guerra.

Tampoco se ha prestado la debida atención a las víctimas en los países vecinos, que no pueden olvidar las atrocidades cometidas por los invasores japoneses, ni a la debida condena por los delitos de agresión de Japón antes y durante la Segunda Guerra Mundial.

En lugar de ello, la administración del primer ministro japonés, Shinzo Abe, está más interesada en poner el foco sobre la tragedia de Hiroshima y Nagasaki, al tiempo que ignora el sufrimiento de los países que maltrató antes y después de la contienda bélica.

Japón está, otra vez, tratando de minimizar su papel como agresor, e intentando autorretratarse como una víctima.

La locura de los militaristas japoneses durante la Segunda Guerra Mundial es la causa fundamental de que las dos ciudades quedaran arrasadas dentro de las nubes de hongo. Incluso frente a un incuestionable fracaso, los militaristas japoneses rechazaron la Proclamación de Potsdam en 1945, debido a que a sus ojos las vidas de los civiles eran irrelevantes en comparación con sus ambiciones.

Las tragedias en Hiroshima y Nagasaki, junto con los delitos inhumanos cometidos por el Ejército Imperial Japonés en otros países, son todos ellos horribles ejemplos de qué resultados puede provocar el militarismo frenético.

En vez de admitir los delitos de guerra, los políticos japoneses de derechas están aficionados a beneficiarse de los bombardeos en Hiroshima y Nagasaki, al reclamar que Japón hizo un gran sacrificio con el fin de liberar a Asia del dominio colonial de las potencias occidentales.

En los actos para conmemorar los bombardeos atómicos, las fuerzas de derechas en Japón, que debe una sincera disculpa a sus vecinos asiáticos, víctimas de la cruel agresión y dominio colonial de este país fascista durante la Segunda Guerra Mundial, no muestran ningún remordimiento ni optan por reflexionar sobre la guerra pasada provocada por su nación.

Todas las personas amantes de la paz deberían poner más vigilancia contra sus intenciones nocivas y, además, animarles a reflexionar de forma honesta sobre los delitos militaristas de Japón en el pasado.

Siendo el único país del mundo que ha sido sacudido por bombardeos atómicos, Japón ha sido sumamente sensible a los asuntos "nucleares". Sin embargo, hoy en día, algunos políticos japoneses piden públicamente la posesión de armas nucleares. La gran reserva de material nuclear para fabricar armas nucleares y el comunicado gubernamental publicado en abril, en el que decía que usar armas nucleares no está en contra de su Constitución, han dejado a sus vecinos en ascuas.

Otra señal peligrosa es que, en su discurso en la ceremonia de Hiroshima el año pasado, Abe no mencionó los Tres Principios No Nucleares mantenidos durante mucho tiempo, según los que el país no poseerá, producirá ni permitirá el ingreso en su territorio de armas nucleares. Fue la primera vez que un primer ministro japonés comete esta omisión desde 1994. Tal "descuido" por parte de Abe provocó sospechas.

En la reorganización del gabinete de esta semana, Abe designó a Tomomi Inada, jefa de política en el gobernante Partido Liberal Democrático, como ministra de Defensa, lo que causó preocupaciones entre los países vecinos en Asia. Inada es conocida por ser un halcón político, con opiniones polémicas sobre la historia y una postura de derechas sobre el curso futuro de las políticas japonesas.

Ha visitado el santuario Yasukuni con regularidad, que se considera como un símbolo del pasado militarista nipón.

Como una estrecha aliada de Abe, pidió enmendar la Constitución pacifista japonesa, incluida la abolición del artículo 9, en el que se renuncia a la guerra, para permitir a las Fuerzas de Autodefensa niponas que actúen más como un ejército tradicional. La cláusula prohíbe que Japón use la fuerza para abordar las disputas internacionales y limita sus fuerzas terrestres, aéreas y navales a un papel estrictamente defensivo.

Aunque han pasado 71 años, parece que la única lección que la fuerza derechista japonesa ha aprendido es que siempre que esté ligado al máximo poder mundial puede continuar su política de empobrecer al vecino y su conducta alborotadora, sin preocuparse de repercusión alguna.

En una declaración realizada por Abe el 15 de agosto del año pasado en la ceremonia que conmemoró el 70º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, en lugar de ofrecer una clara disculpa por las atrocidades bélicas perpetradas por el Japón imperial, el primer ministro revisionista y también un nacionalista de línea dura, insinuó que la agresión nipona durante la guerra y la gobernanza colonial merecieron méritos. Sus palabras pusieron a los países vecinos en máxima alerta.

Al tiempo que conmemora a las víctimas de los bombardeos atómicos, Japón no debe olvidar el motivo por qué Hiroshima y Nagasaki fueron bombardeados en primer lugar. Solo a través de una reflexión profunda y sincera sobre su historia de agresión y sobre los crímenes de todo tipo cometidos en sus países vecinos en Asia, Japón podrá recuperarse verdaderamente del recuerdo doloroso de la guerra.

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