
RELEVO CULTURAL
La Revolución Cultural (1966-1976) "fue un periodo sensible", recordó Tengpa. "A mi maestro le preocupaba mucho que nuestra cultura se perdiera, así que fue especialmente minucioso en enseñarme todo lo que sabía".
Tengpa dice que siempre recordará las últimas palabras de su maestro: "No uses tus habilidades para satisfacer una codicia por dinero; ayuda al monasterio cuando puedas, y capacita a aprendices, transmítelo".
El relevo quedó en manos de Tengpa y lo ha transmitido con orgullo. Para él, transmitir sus habilidades fue el mandato más importante de su vida. Se volvió maestro de máscaras a los 15 años y ahora cuenta con más aprendices de los que pueda contar.
El problema es que pocos continúan con el oficio.
"Probablemente piensan que no se trata de un trabajo decente, en el que se llenan de arcilla y barro todo el día, o quizás simplemente no tienen la paciencia", comenta Tengpa con un suspiro.
Las máscaras tibetanas están hechas de arcilla, pegamento y tela. La arcilla húmeda se modela primero y luego se seca al aire libre. Entonces, el molde de arcilla es cubierto con papel suave sobre el cual se pegan capas de tela.
Entre las capas de tela se necesita añadir más arcilla. "Sólo se puede pegar una capa de tela por día porque la arcilla requiere tiempo de secado para poder agregar otra capa", indica Tengpa. Las máscaras llevan seis capas por el frente y 12 por detrás.
Fabricar una máscara toma entre una semana y un mes.
Tengpa tuvo que romper algunas reglas para que su oficio perdurara. El monasterio Dzogchen dicta que los estudiantes sólo pueden ser varones, pero Tengpa enseñó el oficio a sus hijos, incluida su hija.
"Mi único deseo es transmitir este oficio", señaló Tengpa.