CARACAS, 12 may (Xinhua) -- El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, solicitó este jueves a todos los jefes de Estado latinoamericanos y demás líderes del hemisferio, condenar lo que calificó como un "golpe de Estado" contra la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff.
"Llamo a los jefes de Estado, a los movimientos sociales de todo el continente, a levantar una voz de dignidad, una voz de justicia. Lo que se está haciendo contra Dilma (Rousseff) es profundamente injusto", aseveró Maduro durante una actividad económica celebrada en el Palacio de Miraflores.
Afirmó que la acción parlamentaria contra la mandataria brasileña "es una canallada" que debe repudiarse, tras lo cual reiteró que su gobierno rechaza lo que tildó como la "primera fase de un golpe de Estado para dividir a Brasil".
A su juicio, todo este proceso forma parte del plan de la derecha internacional para atrasar los avances alcanzados por el gobierno socialista de Brasil, al considerar el desarrollo económico que le llevó a integrar el mecanismo emergente BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
"Detrás de este golpe de Estado está la factura 'Made in USA'", dijo Maduro, al tiempo que expresó que "poderosas fuerzas oligárquicas, mediáticas e imperiales han decidido acabar con las fuerzas sociales del continente" como Brasil y Venezuela.
"La derecha ahora alinea sus fuerzas contra nosotros. Han intentado derrocar a la Revolución Bolivariana por distintas vías, pero no han podido ni podrán", enfatizó el jefe de Estado venezolano.
Para el gobierno de Caracas, la arremetida contra Dilma Rousseff es "motivada por la venganza de aquellos factores que perdieron las elecciones y que son incapaces de llegar al poder político por otra vía que no sea la fuerza".
La madrugada de este jueves, el Senado de Brasil, con 55 votos a favor, aprobó el "impeachment" o proceso de juicio político contra Dilma Rousseff, tras lo cual fue separada del cargo por un período de 180 días.
Durante ese tiempo, en el cual se decidirá si la mandataria brasileña continúa o no ejerciendo la Presidencia del gigante suramericano, asume el gobierno interino del vicepresidente Michel Temer.
Este período servirá para que las autoridades brasileñas recaben las pruebas que no fueron presentadas ni en la Cámara Baja, ni en el Senado, sobre las presuntas irregularidades presupuestarias en las que habría incurrido la mandataria Dilma Rousseff.