ESPECIAL: Playa Girón, 55 años de una conspiración encubierta contra Cuba

Spanish.xinhuanet.com   2016-04-16 04:11:22

Por Noemí Galbán

LA HABANA, 15 abr (Xinhua) -- La invasión a Playa Girón en Cuba, en abril de 1961, es conocida internacionalmente como la "primera gran derrota del imperialismo estadounidense en América Latina", a pesar de los fallidos intentos de Washington por desconocer su participación directa en el ataque.

Sólo 66 horas bastaron para catapultar el prestigio de la naciente Revolución Cubana y ubicar a su máximo líder, Fidel Castro, como uno de los estrategas militares y figura política más connotada de la región.

Dos años antes, los habitantes de la pequeña isla en el Mar Caribe, hasta entonces desconocida en gran parte del mundo, derrotaron al dictador Fulgencio Batista, ficha del gobierno estadounidense en La Habana.

Y tras no pocas acciones desestabilizadoras, sabotajes y medidas de acoso económico por parte de la vecina nación, los cubanos tuvieron la fuerza de someter a la brigada invasora 2506 entrenada, dotada del armamento más moderno para aquella época y financiada por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA).

"Estudios recientes, a partir de documentos desclasificados, nos permiten determinar que fue en la reunión 400 del Consejo de Seguridad Nacional de ese país, que se realizó el 26 de marzo de 1959, donde se fijó el rumbo de una nueva etapa de la política injerencista y la hostilidad contra Cuba", precisó el historiador Andrés Zaldívar.

Aunque no fue hasta el 17 de marzo de 1960 cuando el presidente estadounidense, Dwight Eisenhower, aprobó el plan denominado "Programa de Acción Encubierta contra el Régimen de Castro".

El plan establecía cuatro directrices básicas en las cuales debía trabajar la Casa Blanca, en coordinación con la CIA, para lograr la destrucción de la Revolución Cubana.

La primera de ellas era la creación de un frente político en el exterior que asumiera el rol protagónico ante la opinión pública internacional, en correspondencia con el principio de la "negación plausible" que ha caracterizado la actividad de la agencia desde su fundación en 1947.

"Aquí lo que se privilegiaba era un requerimiento de la actividad de la CIA, es decir, ninguna acción que desarrollara podía dejar al descubierto al verdadero ejecutor", dijo el también investigador del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana, en entrevista con Xinhua.

El objetivo de este frente político, según Zaldívar, era hacer creer que las acciones a adoptarse en breve tiempo contra la Isla, eran un asunto entre cubanos, y para ello los oficiales de la CIA Howard Hunt y Frank Bender comenzaron a reclutar figuras políticas y militares de antiguos gobiernos neocoloniales.

La segunda directriz consistía en la creación de una red interna de inteligencia y acción.

De ahí el surgimiento de agrupaciones contrarrevolucionarias dirigidas por la Embajada de Estados Unidos en La Habana, responsables de la ejecución de atentados terroristas y asesinatos en regiones rurales que llevaron el luto a numerosas familias cubanas.

A ello se sumaba un tercer aspecto, el reclutamiento de fuerzas paramilitares, que luego de entrenarse en Guatemala, Panamá, Islas Vieques en Puerto Rico y en territorio estadounidense, tenían la misión de infiltrarse en Cuba para conducir a las bandas criminales que operaban desde el verano de 1960 en las regiones montañosas del centro de la Isla.

La cuarta directriz fue el componente propagandístico, encargado de crear el clima sicológico interno para lograr un respaldo popular; en este sentido se creó Radio Swan que tenía su enclave en las Islas del Cisne, en Honduras.

"La invasión a Playa Girón no estaba contemplada en el plan original de la CIA, fue resultado de los consecutivos fracasos de estas acciones debido al enfrentamiento oportuno de las fuerzas revolucionarias y la inteligencia, agudeza y liderazgo político de Fidel Castro", expresó Zaldívar.

Al asumir la presidencia de Estados Unidos en enero de 1961, John F. Kennedy recibió este programa y con apenas una semana en la Casa Blanca, pidió que la CIA y el Pentágono consensuaran una nueva propuesta.

El plan aprobado finalmente adicionaba al anterior una invasión militar que contemplaba un desembarco "por un lugar remoto", donde se instalaría parte del gobierno provisional seleccionado para encargarse del futuro de Cuba.

"Lo cierto es que engañaron a su propio presidente, porque detrás de esto se buscaba organizar una auto-provocación en la Base Naval estadounidense, ya que el lugar escogido distaba 40 kilómetros de la Bahía de Guantánamo, pretexto ideal para impulsar la intervención militar directa de Estados Unidos en la contienda como única garantía del éxito de la invasión", precisó el historiador.

Otro punto clave para la CIA era la eliminación de Fidel Castro y aunque no fue una directriz explícitamente contenida en el plan, desde 1959 comenzaron a establecer contacto con elementos de la mafia que habían operado casinos en La Habana, cerrados al triunfo de la Revolución, como los gánsteres John Rosselli y Robert Maheu.

Estos eran algunos de los capos más buscados por el Buró Federal de Investigaciones (FBI) en Estados Unidos en aquellos momentos, quienes se comprometieron con la CIA a asesinar al líder cubano.

Sin dilaciones enviaron a sus representantes a la Isla e intentaron ejecutar atentados con armas de alto calibre, pastillas envenenadas, tabacos con explosivos y otros métodos, pero la seguridad personal de Fidel Castro truncó todas estas maniobras.

De forma paralela se creó la Brigada 2.506, compuesta por alrededor de 1.500 hombres, quienes recibieron más entrenamiento que las unidades de élite del gobierno de Estados Unidos, según reconocieron con posterioridad altos jefes militares estadounidenses.

"Lo único que le correspondía a esa fuerza contrarrevolucionaria era dominar por un lapso de 72 horas Bahía de Cochinos, lugar escogido por su estratégica ubicación en el extremo sur de la occidental provincia de Matanzas y aislado por una zona pantanosa, con tres puntos de acceso", narró Zaldívar.

La primera acción, preludio de la invasión marítima, fue el ataque aéreo a los aeropuertos militares de La Habana y Santiago de Cuba, el 15 de abril, con el objetivo de neutralizar la respuesta de la aviación local contra las embarcaciones asaltantes.

Un día después, en el entierro de las víctimas de este bombardeo, Fidel Castro declaró el carácter socialista de la Revolución Cubana y ordenó la movilización de todo el pueblo, pues suponía el preámbulo de la invasión que ciertamente se materializó en la madrugada del 17 de abril.

Un total de cinco buques mercantes acondicionados para el traslado de las tropas, 37 lanchas, dos buques de desembarco de infantería, siete barcazas y dos barcos escoltas de la CIA (Blagar y Barbara J) con cañones de 75 milímetros que causaron gran daño a los aviones cubanos, completaban la flota ocupante.

Mientras que la fuerza aérea estaba compuesta por 16 bombarderos ligeros B26, seis aviones C46 y otros seis C54, que serían tripulados por 61 pilotos de origen cubano y seis asesores estadounidenses.

El enfrentamiento de casi tres días fue cruento, por la parte cubana perdieron la vida 174 personas y otras 300 resultaron heridas, dentro de ellas civiles inocentes.

En tanto, 34 invasores murieron en las acciones combativas, 85 resultaron con lesiones, alrededor de 155 desaparecieron mientras intentaron huir y 1.214 fueron detenidos por el gobierno cubano.

Otra lucha ocurría al unísono en la Organización de Naciones Unidas, donde el representante de Estados Unidos, Adlai Stevenson, se empeñaba por mostrar ante la opinión pública internacional que se trataba de un levantamiento interno contra Fidel Castro.

Sin embargo, las denuncias del canciller cubano, Raúl Roa, y los hechos por sí mismos, dieron al traste con esta estrategia.

"Esta operación fue gestada y organizada por Estados Unidos, el entrenamiento de la fuerza invasora fue hecho por instructores de la CIA, el armamento utilizado era de la Fuerza Armada estadounidense. Incluso el primer disparo que se hizo en Girón fue del instructor Greyton Lynch", develó el investigador.

Ante tantas evidencias, al presidente Kennedy no le quedó otro remedio que admitir públicamente el fracaso de este ataque, y asumir la responsabilidad de un hecho, que de acuerdo con expertos, incidió en su posterior asesinato.

"Lo cierto es que Kennedy recibió en herencia este plan y prácticamente estaba obligado a seguirlo", expresó Zaldívar.

"Él trato al máximo de hacer mínimos los efectos negativos para no opacar su imagen de político reformista, por eso no permitió la participación militar directa de efectivos estadounidenses y eso es lo que más le criticó la derecha", puntualizó el historiador.

Durante 1962 el abogado estadounidense James Donovan, en representación del gobierno de Estados Unidos, comenzó las conversaciones para la liberación del millar de invasores prisioneros.

Finalmente, Fidel Castro, en un gesto altruista, accedió a intercambiarlos por 500 tractores para fomentar la agricultura en la Isla y toneladas de compotas (alimento) para los niños cubanos.

El 24 de diciembre de 1962, los 1.214 agresores fueron liberados y con ellos el mensaje del líder revolucionario para establecer un diálogo constructivo con la Casa Blanca.

El presidente estadounidense compartía esta misma idea, por eso escogió al periodista francés, Jean Daniel, como el portador de una invitación a Castro para iniciar el acercamiento.

Coincidentemente, el 22 de noviembre de 1963, mientras el político cubano se encontraba reunido con el emisario europeo, el presidente Kennedy era asesinado en Dallas, aunque esa es otra historia que está aún a la espera por los documentos desclasificados del gobierno de Estados Unidos.

  
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Por Noemí Galbán

LA HABANA, 15 abr (Xinhua) -- La invasión a Playa Girón en Cuba, en abril de 1961, es conocida internacionalmente como la "primera gran derrota del imperialismo estadounidense en América Latina", a pesar de los fallidos intentos de Washington por desconocer su participación directa en el ataque.

Sólo 66 horas bastaron para catapultar el prestigio de la naciente Revolución Cubana y ubicar a su máximo líder, Fidel Castro, como uno de los estrategas militares y figura política más connotada de la región.

Dos años antes, los habitantes de la pequeña isla en el Mar Caribe, hasta entonces desconocida en gran parte del mundo, derrotaron al dictador Fulgencio Batista, ficha del gobierno estadounidense en La Habana.

Y tras no pocas acciones desestabilizadoras, sabotajes y medidas de acoso económico por parte de la vecina nación, los cubanos tuvieron la fuerza de someter a la brigada invasora 2506 entrenada, dotada del armamento más moderno para aquella época y financiada por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA).

"Estudios recientes, a partir de documentos desclasificados, nos permiten determinar que fue en la reunión 400 del Consejo de Seguridad Nacional de ese país, que se realizó el 26 de marzo de 1959, donde se fijó el rumbo de una nueva etapa de la política injerencista y la hostilidad contra Cuba", precisó el historiador Andrés Zaldívar.

Aunque no fue hasta el 17 de marzo de 1960 cuando el presidente estadounidense, Dwight Eisenhower, aprobó el plan denominado "Programa de Acción Encubierta contra el Régimen de Castro".

El plan establecía cuatro directrices básicas en las cuales debía trabajar la Casa Blanca, en coordinación con la CIA, para lograr la destrucción de la Revolución Cubana.

La primera de ellas era la creación de un frente político en el exterior que asumiera el rol protagónico ante la opinión pública internacional, en correspondencia con el principio de la "negación plausible" que ha caracterizado la actividad de la agencia desde su fundación en 1947.

"Aquí lo que se privilegiaba era un requerimiento de la actividad de la CIA, es decir, ninguna acción que desarrollara podía dejar al descubierto al verdadero ejecutor", dijo el también investigador del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana, en entrevista con Xinhua.

El objetivo de este frente político, según Zaldívar, era hacer creer que las acciones a adoptarse en breve tiempo contra la Isla, eran un asunto entre cubanos, y para ello los oficiales de la CIA Howard Hunt y Frank Bender comenzaron a reclutar figuras políticas y militares de antiguos gobiernos neocoloniales.

La segunda directriz consistía en la creación de una red interna de inteligencia y acción.

De ahí el surgimiento de agrupaciones contrarrevolucionarias dirigidas por la Embajada de Estados Unidos en La Habana, responsables de la ejecución de atentados terroristas y asesinatos en regiones rurales que llevaron el luto a numerosas familias cubanas.

A ello se sumaba un tercer aspecto, el reclutamiento de fuerzas paramilitares, que luego de entrenarse en Guatemala, Panamá, Islas Vieques en Puerto Rico y en territorio estadounidense, tenían la misión de infiltrarse en Cuba para conducir a las bandas criminales que operaban desde el verano de 1960 en las regiones montañosas del centro de la Isla.

La cuarta directriz fue el componente propagandístico, encargado de crear el clima sicológico interno para lograr un respaldo popular; en este sentido se creó Radio Swan que tenía su enclave en las Islas del Cisne, en Honduras.

"La invasión a Playa Girón no estaba contemplada en el plan original de la CIA, fue resultado de los consecutivos fracasos de estas acciones debido al enfrentamiento oportuno de las fuerzas revolucionarias y la inteligencia, agudeza y liderazgo político de Fidel Castro", expresó Zaldívar.

Al asumir la presidencia de Estados Unidos en enero de 1961, John F. Kennedy recibió este programa y con apenas una semana en la Casa Blanca, pidió que la CIA y el Pentágono consensuaran una nueva propuesta.

El plan aprobado finalmente adicionaba al anterior una invasión militar que contemplaba un desembarco "por un lugar remoto", donde se instalaría parte del gobierno provisional seleccionado para encargarse del futuro de Cuba.

"Lo cierto es que engañaron a su propio presidente, porque detrás de esto se buscaba organizar una auto-provocación en la Base Naval estadounidense, ya que el lugar escogido distaba 40 kilómetros de la Bahía de Guantánamo, pretexto ideal para impulsar la intervención militar directa de Estados Unidos en la contienda como única garantía del éxito de la invasión", precisó el historiador.

Otro punto clave para la CIA era la eliminación de Fidel Castro y aunque no fue una directriz explícitamente contenida en el plan, desde 1959 comenzaron a establecer contacto con elementos de la mafia que habían operado casinos en La Habana, cerrados al triunfo de la Revolución, como los gánsteres John Rosselli y Robert Maheu.

Estos eran algunos de los capos más buscados por el Buró Federal de Investigaciones (FBI) en Estados Unidos en aquellos momentos, quienes se comprometieron con la CIA a asesinar al líder cubano.

Sin dilaciones enviaron a sus representantes a la Isla e intentaron ejecutar atentados con armas de alto calibre, pastillas envenenadas, tabacos con explosivos y otros métodos, pero la seguridad personal de Fidel Castro truncó todas estas maniobras.

De forma paralela se creó la Brigada 2.506, compuesta por alrededor de 1.500 hombres, quienes recibieron más entrenamiento que las unidades de élite del gobierno de Estados Unidos, según reconocieron con posterioridad altos jefes militares estadounidenses.

"Lo único que le correspondía a esa fuerza contrarrevolucionaria era dominar por un lapso de 72 horas Bahía de Cochinos, lugar escogido por su estratégica ubicación en el extremo sur de la occidental provincia de Matanzas y aislado por una zona pantanosa, con tres puntos de acceso", narró Zaldívar.

La primera acción, preludio de la invasión marítima, fue el ataque aéreo a los aeropuertos militares de La Habana y Santiago de Cuba, el 15 de abril, con el objetivo de neutralizar la respuesta de la aviación local contra las embarcaciones asaltantes.

Un día después, en el entierro de las víctimas de este bombardeo, Fidel Castro declaró el carácter socialista de la Revolución Cubana y ordenó la movilización de todo el pueblo, pues suponía el preámbulo de la invasión que ciertamente se materializó en la madrugada del 17 de abril.

Un total de cinco buques mercantes acondicionados para el traslado de las tropas, 37 lanchas, dos buques de desembarco de infantería, siete barcazas y dos barcos escoltas de la CIA (Blagar y Barbara J) con cañones de 75 milímetros que causaron gran daño a los aviones cubanos, completaban la flota ocupante.

Mientras que la fuerza aérea estaba compuesta por 16 bombarderos ligeros B26, seis aviones C46 y otros seis C54, que serían tripulados por 61 pilotos de origen cubano y seis asesores estadounidenses.

El enfrentamiento de casi tres días fue cruento, por la parte cubana perdieron la vida 174 personas y otras 300 resultaron heridas, dentro de ellas civiles inocentes.

En tanto, 34 invasores murieron en las acciones combativas, 85 resultaron con lesiones, alrededor de 155 desaparecieron mientras intentaron huir y 1.214 fueron detenidos por el gobierno cubano.

Otra lucha ocurría al unísono en la Organización de Naciones Unidas, donde el representante de Estados Unidos, Adlai Stevenson, se empeñaba por mostrar ante la opinión pública internacional que se trataba de un levantamiento interno contra Fidel Castro.

Sin embargo, las denuncias del canciller cubano, Raúl Roa, y los hechos por sí mismos, dieron al traste con esta estrategia.

"Esta operación fue gestada y organizada por Estados Unidos, el entrenamiento de la fuerza invasora fue hecho por instructores de la CIA, el armamento utilizado era de la Fuerza Armada estadounidense. Incluso el primer disparo que se hizo en Girón fue del instructor Greyton Lynch", develó el investigador.

Ante tantas evidencias, al presidente Kennedy no le quedó otro remedio que admitir públicamente el fracaso de este ataque, y asumir la responsabilidad de un hecho, que de acuerdo con expertos, incidió en su posterior asesinato.

"Lo cierto es que Kennedy recibió en herencia este plan y prácticamente estaba obligado a seguirlo", expresó Zaldívar.

"Él trato al máximo de hacer mínimos los efectos negativos para no opacar su imagen de político reformista, por eso no permitió la participación militar directa de efectivos estadounidenses y eso es lo que más le criticó la derecha", puntualizó el historiador.

Durante 1962 el abogado estadounidense James Donovan, en representación del gobierno de Estados Unidos, comenzó las conversaciones para la liberación del millar de invasores prisioneros.

Finalmente, Fidel Castro, en un gesto altruista, accedió a intercambiarlos por 500 tractores para fomentar la agricultura en la Isla y toneladas de compotas (alimento) para los niños cubanos.

El 24 de diciembre de 1962, los 1.214 agresores fueron liberados y con ellos el mensaje del líder revolucionario para establecer un diálogo constructivo con la Casa Blanca.

El presidente estadounidense compartía esta misma idea, por eso escogió al periodista francés, Jean Daniel, como el portador de una invitación a Castro para iniciar el acercamiento.

Coincidentemente, el 22 de noviembre de 1963, mientras el político cubano se encontraba reunido con el emisario europeo, el presidente Kennedy era asesinado en Dallas, aunque esa es otra historia que está aún a la espera por los documentos desclasificados del gobierno de Estados Unidos.

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