Por Omar Mendoza
SANTIAGO, 17 mar (Xinhua) -- Gobiernos y organizaciones civiles de América Latina han expresado su satisfacción por el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, con lo cual comienza a eliminarse el último vestigio de la "Guerra Fría" en esta parte del mundo.
Sin embargo, la próxima visita a Cuba del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, genera necesariamente una reflexión sobre cómo han sido los vínculos de Washington con la isla.
La región ha sido un actor clave para el restablecimiento de las relaciones entre La Habana y Washington, al insistir en la necesaria presencia de Cuba en las Cumbres de las Américas, que reúne a todas las naciones del continente.
A partir del triunfo de la Revolución en 1959, la isla sufrió la política agresiva de Estados Unidos por su lucha en defensa de su independencia y autodeterminación,
Cuba, siempre apetecida por Estados Unidos, fue ocupada 1898 por sus tropas, dejando de ser colonia española para convertirse en una "una semicolonia yanqui" a partir de 1902 , lo cual concluyó al triunfar la Revolución el 1 de enero de 1959, liderada por Fidel Castro.
En esa época, el dominio estadounidense en el continente era casi total en sus intentos por aislar al gobierno revolucionario y sólo México no rompió sus relaciones diplomáticas con Cuba, que fue expulsada de la Organización de Estados Americanos (OEA), conocida como el "ministerio de colonias yanquis".
Para contrarrestar a la Revolución Cuba, que siempre tuvo el apoyo de los pueblos latinoamericanos, en 1961 el gobierno del entonces presidente John F. Kennedy creó la Alianza para el Progreso, con el propósito frenar el auge del movimiento guerrillero revolucionario en América Latina, la cual resultó fallida.
Más tarde, para "evitar otras Cubas" en el continente, ordenó a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Pentágono organizar la invasión por Playa Girón (conocida como Bahía de Cochinos) en 1961, con el fin de derrocar al gobierno revolucionario, pero fue derrotada en menos de 72 horas.
Fue la primera gran derrota de Washington en sus intentos de sojuzgar a las naciones latinoamericanas, la cual tuvo gran repercusión en el mundo, al confirmar que el poderío estadounidense no era invencible y que ya la región era más independiente.
La solidaridad con Cuba se expresó en múltiples formas en los últimos 50 años por parte de todas las naciones de América Latina y el Caribe, las cuales impulsaron la decisión de no asistir a otras Cumbres de Las Américas, si no se invitaba al gobierno revolucionario.
Esa postura unánime hizo que el gobierno de Obama accediera a que el general Raúl Castro fuera invitado, en 2014 a la Cumbre de Panamá, donde por primera vez se dio la mano con el presidente Obama, lo cual impulsó el proceso de acercamiento que ahora posibilita su visita a La Habana el próximo domingo, donde será recibido con respeto y simpatía.
En el proceso de normalización de las relaciones bilaterales, Cuba, que ha resistido dignamente las agresiones y las presiones políticas de Washington, no cederá ni un ápice en mantener su independencia, la soberanía y su modelo de justicia social, desarrollando el "Socialismo Próspero y Sustentable".
Cuba no sólo ha defendido su proyecto político, sino que se ha solidarizado con las luchas populares en América Latina, como la recuperación del Canal de Panamá, el derrocamiento de la tiranía de los Somoza en Nicaragua, la búsqueda de la paz en Centroamérica y el apoyo al gobierno revolucionario de Venezuela.
También extendió su solidaridad a los pueblos africanos, lo cual contribuyó a la derrota del régimen del "apartheid" en Sudáfrica y sus intentos de ocupar Angola y Namibia, y ahora se expresa en Haití, tras el gran terremoto que sufrió en 2010, y en el combate al ébola en Africa Occidental, en ambos casos con un numeroso contingente médico.
Esa solidaridad ha sido totalmente desinteresada y ha recibido el reconocimiento de la Organización de la Unidad Africana, la Organización Mundial de la Salud y las Naciones Unidas.
Al visitar a La Habana, el presidente Obama da un nuevo paso a las relaciones con Cuba, lo cual ha tenido amplio apoyo entre los ciudadanos estadounidenses y cubanos, como lo indican las encuestas.
Sin embargo, el proceso de normalización de los vínculos entre ambas naciones vecinas, necesariamente, llevará tiempo porque el Congreso de Estados Unidos deberá eliminar la ley Helms-Burton y otras medidas anticubanas, antes del completo restablecimiento de las relaciones.
Hoy, toda América Latina y el resto del mundo observan con satisfacción el proceso de normalización de los lazos cubano-estadounidenses, con la esperanza de que no se repitan las agresiones, los boicots y las presiones políticas que los cubanos debieron enfrentar y que, por su resistencia y dignidad, empiezan a desaparecer.