COMENTARIO: Campo de batalla antiterrorista no es un ring de boxeo para grandes potencias

Spanish.xinhuanet.com   2016-02-12 21:02:09

BEIJING, 12 feb (Xinhua) -- El acuerdo alcanzado el viernes en Múnich entre las grandes potencias sobre el cese de las hostilidades, que será implementado pronto en Siria, supone un progreso alentador que podría impulsar los esfuerzos antiterroristas globales.

Sin embargo, pese al avance realizado hasta el momento, todavía persiste una obvia falta de sinergia y de coordinación en la guerra global contra el terrorismo, dado que algunas de las grandes potencias involucradas están ocupadas calculando su propios intereses geopolíticos en la lucha.

En lugar de cooperar entre ellas de forma sincera y de luchar para establecer un frente global unido contra el terrorismo, algunas de ellas aún caen en el juego de los reproches mutuos, intentando obtener los máximos réditos estratégicos al menor coste.

Las acusaciones más recientes provienen de Estados Unidos. Washington ha tomado la delantera durante la última semana acusando a Moscú de hacer descarrilar los esfuerzos de paz en Siria, denunciando que los ataques aéreos rusos están, en realidad, beneficiando al grupo del Estado Islámico (EI).

Pero el propio EEUU está lejos de ser irreprochable. Dado que el país ha logrado poco en su lucha contra el EI, muchos países y analistas acusan a Washington de utilizar la guerra con el EI solamente para derrocar el régimen de Bashar al-Assad.

En verdad, el ascenso del Estado Islámico, que continúa desenfrenado y está causando estragos a nivel global, es dramático y abrupto, puesto que su nombre casi no se oía hasta mediados de 2014.

Las turbulencias en Oriente Medio han hecho de la región un caldo de cultivo para la violencia y el extremismo, pero la fuerza impulsora más significativa para el rápido ascenso del EI viene de fuera: la rivalidad entre las grandes potencias.

Para ellas, la guerra contra el terrorismo a veces no es más que una herramienta para conseguir sus propios objetivos políticos, para eliminar sus enemigos respectivos y para garantizarse una posición estratégica mejor y los máximos intereses geopolíticos en la región.

Debido a su relevancia geográfica y sus abundantes reservas petrolíferas, la región de Oriente Medio ha sido desde hace mucho tiempo un campo de batalla para las grandes potencias, donde lo que parece un conflicto local puede encajar en una rivalidad política mucho más amplia entre los países principales del mundo. El conflicto de Siria no es una excepción.

No obstante, luchar contra el terrorismo con motivos egoístas es peligroso y podría poner en riesgo el establecimiento de un frente unido, dando, de ese modo, una oportunidad a los grupos terroristas para que se expandan con rapidez.

El combate contra el terrorismo es una batalla a largo plazo. Para cortar de raíz el azote del terrorismo, los países de todo el mundo necesitan hacer esfuerzos concertados, mostrar su sinceridad para la cooperación y abandonar sus propios cálculos egoístas.

  
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COMENTARIO: Campo de batalla antiterrorista no es un ring de boxeo para grandes potencias

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BEIJING, 12 feb (Xinhua) -- El acuerdo alcanzado el viernes en Múnich entre las grandes potencias sobre el cese de las hostilidades, que será implementado pronto en Siria, supone un progreso alentador que podría impulsar los esfuerzos antiterroristas globales.

Sin embargo, pese al avance realizado hasta el momento, todavía persiste una obvia falta de sinergia y de coordinación en la guerra global contra el terrorismo, dado que algunas de las grandes potencias involucradas están ocupadas calculando su propios intereses geopolíticos en la lucha.

En lugar de cooperar entre ellas de forma sincera y de luchar para establecer un frente global unido contra el terrorismo, algunas de ellas aún caen en el juego de los reproches mutuos, intentando obtener los máximos réditos estratégicos al menor coste.

Las acusaciones más recientes provienen de Estados Unidos. Washington ha tomado la delantera durante la última semana acusando a Moscú de hacer descarrilar los esfuerzos de paz en Siria, denunciando que los ataques aéreos rusos están, en realidad, beneficiando al grupo del Estado Islámico (EI).

Pero el propio EEUU está lejos de ser irreprochable. Dado que el país ha logrado poco en su lucha contra el EI, muchos países y analistas acusan a Washington de utilizar la guerra con el EI solamente para derrocar el régimen de Bashar al-Assad.

En verdad, el ascenso del Estado Islámico, que continúa desenfrenado y está causando estragos a nivel global, es dramático y abrupto, puesto que su nombre casi no se oía hasta mediados de 2014.

Las turbulencias en Oriente Medio han hecho de la región un caldo de cultivo para la violencia y el extremismo, pero la fuerza impulsora más significativa para el rápido ascenso del EI viene de fuera: la rivalidad entre las grandes potencias.

Para ellas, la guerra contra el terrorismo a veces no es más que una herramienta para conseguir sus propios objetivos políticos, para eliminar sus enemigos respectivos y para garantizarse una posición estratégica mejor y los máximos intereses geopolíticos en la región.

Debido a su relevancia geográfica y sus abundantes reservas petrolíferas, la región de Oriente Medio ha sido desde hace mucho tiempo un campo de batalla para las grandes potencias, donde lo que parece un conflicto local puede encajar en una rivalidad política mucho más amplia entre los países principales del mundo. El conflicto de Siria no es una excepción.

No obstante, luchar contra el terrorismo con motivos egoístas es peligroso y podría poner en riesgo el establecimiento de un frente unido, dando, de ese modo, una oportunidad a los grupos terroristas para que se expandan con rapidez.

El combate contra el terrorismo es una batalla a largo plazo. Para cortar de raíz el azote del terrorismo, los países de todo el mundo necesitan hacer esfuerzos concertados, mostrar su sinceridad para la cooperación y abandonar sus propios cálculos egoístas.

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