BEIJING, 4 feb (Xinhua) -- Después de firmar el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, siglas en inglés), un convenio comercial entre 12 Estados de Asia-Pacífico, el presidente de Estados Unidos, Brack Obama, reveló un modo de pensamiento centrado en EEUU bastante arrogante y obsoleto.
"El TPP permite a EEUU, y no a países como China, escribir las reglas del camino del siglo XXI, que es especialmente importante en un región tan dinámica como Asia-Pacífico", dijo Obama en un comunicado el miércoles después de que se firmara el tratado.
Elogió la firma del TPP por Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, EEUU y Vietnam, afirmando que proporciona a EEUU una ventaja sobre otras economías líderes, específicamente China.
Esta forma de pensar arcaica, con EEUU en el centro dictando los asuntos internacionales, está obviamente desfasada con la era actual.
Con el aumento de los retos globales, como el terrorismo, la incertidumbre económica, los crímenes transnacionales, y el cambio climático, los asuntos internacionales deben enfrentarse a través de la cooperación.
Por ello, un creciente número de países están pidiendo la reforma del actual sistema de gobernación global para incluir más consultas. Los países en desarrollo lo han dejado claro: quieren tener más poder de decisión y representación en los asuntos internacionales.
De hecho, en contraste con la lenta recuperación económica en Europa, Japón y otras economías desarrolladas, China y otras naciones en desarrollo, como el grupo BRICS, se han convertido en potentes motores de la rehabilitación económica. China es ahora la segunda mayor economía del mundo, el país en desarrollo más grande, y representa el 30 por ciento del crecimiento global.
Además, en lugar de centrarse únicamente en su propio desarrollo, China siempre ha buscado mantener relaciones mutuamente beneficiosas con otros países. Lo demuestran ejemplos como la iniciativa de la Franja y la Ruta y el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII), dos propuestas que ofrecen oportunidades para que otros países se suban al tren del desarrollo rápido de China.
Como participante activo de la gobernanza global, China ha mantenido una actitud abierta hacia el TPP. De hecho, el Ministerio de Comercio chino aseguró este jueves que el país impulsará y participará activamente en los acuerdos de libre comercio regionales que se caractericen por elevados niveles de transparencia, apertura e inclusión.
El ministro chino de Comercio, Gao Hucheng, había dicho anteriormente que China está abierta a todos los acuerdos de libre comercio que beneficien la liberalización comercial global y la integración económica regional, mientras estos sean abiertos y transparentes.
Teniendo esto en mente, el presidente Obama no debe pintar a China como un enemigo imaginario. Al contrario, debería ser consciente de que lo que ya logrado con el país.
Durante las visitas del presidente chino, Xi Jinping, a EEUU en 2013 y 2015, Obama acordó establecer un nuevo tipo de relación entre grandes potencias con China. Las dos partes avanzaron en cambio climático, Mar Meridional de China, anticorrupción, ciberseguridad y su tratado de inversión bilateral.
A falta de menos de un año de dejar el cargo, sería sabio que Obama intentase resolver cualquiera de los importantes problemas globales a través de la cooperación bilateral, no de la acción unilateral.
Si el presidente mantiene una forma de pensar centrada en EEUU en relación a los asuntos internacionales, sus compromisos diplomáticos podrían no satisfacer las expectativas. Todavía peor, podría comprometer la paz regional y global.