BEIJING, 27 ene (Xinhua) -- La visita a China del secretario de Estado de EEUU, John Kerry, es una buena oportunidad para que Washington reexamine su terca política sobre la cuestión nuclear de la República Popular Democrática de Corea (RPDC).
Durante sus dos días de visita, que comenzó el martes, Kerry discutirá con las autoridades chinas sobre la paz y estabilidad regionales, y probablemente sobre la desnuclearización de la RPDC. Sin embargo, en vez de presionar a Beijing en este asunto, como insinuó que haría, debería plantearse en qué ha deparado su testaruda política.
El empeoramiento de la situación en la península de Corea en los últimos años es deplorable y tiene su raíz en la inflexible hostilidad de Washington, manifestada en incesantes difamaciones, sanciones, aislamiento y provocaciones con respecto a Pyongyang.
En vez de analizar las repercusiones de esta política, ejemplificadas en el último y temerario ensayo por parte de la RPDC de una bomba de hidrógeno, Washington no hizo más que enseñar los dientes y enviar un bombardero B-52 al espacio aéreo de una península ya de por sí alterada.
A pesar de la peligrosa rivalidad, China no se ha cansado de pedir contención a todos los implicados y perseverancia a la hora de cumplir con las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, para evitar así que la situación se salga de control.
China aboga por las conversaciones a seis bandas y no ha ahorrado esfuerzos para mantenerlas y reanudarlas. De forma inmutable, ha mantenido que la desnuclearación y la no proliferación en la península de Corea, a través de medios políticos, son necesarias para la estabilidad regional
Es poco realista, no obstante, que EEUU se limite a pedir a China que presione a la RPDC para que abandone su programa nuclear mientras persiste en un enfoque basado en la mentalidad de la Guerra Fría y rechaza algunos de los raros gestos de buena voluntad de Pyongyang.
Tampoco hay que perder de vista que los lazos entre China y la RPDC no se deben entender como una relación vertical en la que esta última sigue hasta el último consejo de la primera.
En cuanto a los que preconizan la exclusión de la RPDC de las conversaciones a seis bandas, su desaliento es comprensible pero deberían recordar que el aislamiento ha sido contraproducente a la hora de negociar con la nación insular.
La solución está en que Occidente se desembarace de su animosidad hacia el aislado país. Debemos ser optimistas ante un arreglo pacífico al contencioso y el reciente caso de Irán indica que hay buenas razones para confiar en una salida satisfactoria si todos actúan con sinceridad.
Para que esto suceda, EEUU debería mostrar su buena fe con acciones concretas, como reducir los ejercicios militares y la propaganda política. Es hora, así pues, de que Kerry haga gala de su habilidad política y revise la política de su país hacia la RPDC.
