Por Rogelio del Río
LA HABANA, 17 dic (Xinhua) -- A casi 30 años de existencia, el Programa de Agricultura Urbana y Suburbana continúa su expansión en Cuba y cuenta en la actualidad con la participación de más de un millón de personas.
Hacer de cada pedazo de tierra cultivable una zona productiva para incrementar los alimentos y satisfacer la demanda de la población, es el propósito fundamental de esta estrategia.
El jefe del grupo nacional de esa actividad, Adolfo Rodríguez, afirmó que son muchas las familias que viven de los resultados alcanzados en ese movimiento, el cual agrupa más de 2.000 unidades de producción con la finalidad de obtener alimentos en los municipios para disminuir la dependencia de otros territorios.
Organopónicos (sistemas cubanos de cultivos orgánicos urbanos), huertos intensivos, patios y parcelas familiares y fincas suburbanas sirven de base a este programa, el cual ha permitido eliminar tierras ociosas y diversificar la agricultura.
Rodríguez destacó que este proyecto contribuye a la seguridad alimentaria de la población antes y después de fenómenos hidrometeorológicos, como lluvias intensas o sequía extrema, pues potencia el acondicionamiento de viveros y semilleros y el consecuente cumplimiento de los planes de siembra en tiempo y forma.
También posibilita la sustitución de costosas importaciones de semillas de hortalizas y la utilización de la materia orgánica.
Esta iniciativa surgió en diciembre de 1987 y luego de transitar por diferentes etapas, fue en 2009 que asumió su nombre actual y comenzó a abarcar la producción de alimentos, plantas medicinales, ornamentales y flores, la forestación y otras actividades agrícolas dentro del área de las ciudades y poblados y su periferia inmediata.
En su concepción, el programa cuenta con unos 10 kilómetros de radio en capitales de provincia, unos cinco kilómetros en torno a las cabeceras municipales y cerca de dos kilómetros alrededor de los poblados de más de 1.000 habitantes que no sean cabeceras municipales.
Entre sus logros más importantes figura una mejoría en las ofertas a la población de vegetales frescos, condimentos y frutas, entre otros productos, como resultado del pago salarial por los resultados productivos.
Otro beneficio es la disminución de la presión sobre las tierras sometidas a muchos años de explotación, en las cuales se hace más caro y difícil mantener los cultivos.
Autoridades del sector sostienen que desde su introducción en la ínsula, este tipo de producción agrícola demostró ser un movimiento de producción "sostenible", con participación de la comunidad y la ventaja de acercar los productos al consumidor.
En 2014, el movimiento contaba con más de 96.000 fincas en el país, y producía el 50 por ciento de los hortalizas que consume la población.
Esas granjas fomentan, asimismo, el cultivo de frutales, plátanos, forestales, café y cacao, flores, plantas medicinales, apicultura, semillas, además de producción avícola y acuicultura.
Según Rodríguez, las mayores dificultades del programa radican en el uso de la tierra, la producción de alimento animal, el manejo agroecológico de plagas, así como la tenencia y manejo del ganado mayor.
Para el gobierno, la reanimación de la agricultura es un "reto inaplazable" y un asunto de "seguridad nacional", ante la necesidad de reducir las importaciones de alimentos que en los últimos años sumaron de 1.500 a 2.000 millones de dólares anuales.
Cuba importa cada año el 80 por ciento de los víveres que consume, de los cuales la mitad pueden obtenerse dentro del país.
Con el propósito de aumentar la producción nacional, se aplicaron medidas en el sector, entre ellas una distribución en usufructo de tierras estatales que estaban ociosas y nuevos esquemas administrativos y de comercialización en busca de eficiencia.
Desde 2008, las autoridades entregaron más de 1,7 millones de tierras en usufructo a unas 200.000 personas para aumentar la producción de alimentos.
La isla tiene una superficie agrícola total de más de 6,3 millones de hectáreas y casi el 16 por ciento de esa tierra está sin explotar, según datos oficiales.
El saldo preliminar de este conjunto de medidas, incluida la fundación de mercados mayoristas agrícolas, es una mayor producción, pero el desafío está en estabilizar los precios y adecuarlos al poder adquisitivo de la población, que en su mayoría son empleados estatales.
Para ello es necesario, sobre todo, disminuir la presencia en el comercio de los "intermediarios", que compran los productos a los campesinos y elevan los precios al consumidor.