BRASILIA, 28 nov (Xinhua) -- Con una contribución calificada como "ambiciosa y ejemplar" por el canciller francés, Laurent Fabius, Brasil participa en la Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático (COP21) de París, como el principal actor latinoamericano en la búsqueda de una fuerte reducción en la emisión de gases de efecto invernadero.
Aunque la responsabilidad histórica de América Latina con relación al cambio climático no es significativa -las estimaciones apuntan a un 7 por ciento de las emisiones históricas globales-, la región ha participado muy activamente en los foros internacionales sobre el tema.
Hacia la COP21, donde cada país presenta sus propias contribuciones nacionales voluntarias, los países latinoamericanos llegan con posiciones diversas, que reflejan en gran medida las diferentes concepciones que se presentan también en el plano internacional.
Un grupo de países con una fuerte posición común es la alianza bolivariana - Venezuela, Bolivia, Ecuador, Cuba y Nicaragua -, que subraya la responsabilidad histórica de los países desarrollados y sostienen el Principio de Responsabilidades Comunes pero Diferenciadas, reivindicando el derecho al desarrollo de los países periféricos.
Por otro lado, un grupo conformado en la COP18 de Doha en 2012, e integrado por Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Panamá, Perú y Paraguay, mantiene una posición favorable a los mecanismos de mercado como forma de afrontar el cambio climático.
Como uno de los grandes emisores globales, Brasil ha presentado una Contribución Nacionalmente Determinada (INDC, según siglas en inglés) considerada entre las más ambiciosas, que lo califica como un actor central en las negociaciones.
Para el período posterior a 2020, Brasil propuso reducir el 37 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero hasta 2025 y el 43 por ciento para 2030, en comparación con los niveles registrados en 2005.
El gobierno brasileó tiene la intención de garantizar un 45 por ciento de fuentes de energía renovables, y se propone restaurar y reforestar 12 millones de hectáreas de vegetación en el país, además de poner fin a la tala ilegal.
La posición brasileña en la región con relación al cambio climático ha sido, ante todo, impulsar una contribución propia ambiciosa y sin condicionamientos, lo que fortalece la visión de los sectores que en países vecinos fomentan un compromiso igualmente responsable.
Por otra parte, Brasil pone a disposición de todos sus socios regionales, y en especial de los países que comparten la amazonía, sus capacidades tecnológicas para monitorear y gestionar el combate contra la deforestación.
Según Everton Lucero, jefe de la División de Clima, Ozono y Seguridad Química del Ministerio brasileño de Relaciones Exteriores, existen diversos proyectos en común con los otros países amazónicos para la preservación de los bosques.
"Iniciamos en el ámbito de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) una articulación con los demás países, ofreciendo nuestra experiencia y la tecnología de que disponemos, sobre todo de análisis de imágenes satelitales", dijo a Xinhua.
Los datos y recursos del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) de Brasil son compartidos con los países hermanos para dar soporte a sus políticas ambientales.
"El objetivo es que otros países de la región también se puedan beneficiar de la implementación de políticas de monitoreo con vistas a la reducción de la deforestación, como fue hecho en Brasil", señaló.
"También sirve en la preparación, por parte de esos países, de sus respectivos niveles de referencia para recibir el pago por resultados en el ámbito del mecanismo REDD+", agregó.
El REDD+ constituye un mecanismo de mitigación que busca reconocer y proveer incentivos a los países en vías de desarrollo para proteger sus recursos forestales, mejorar su gestión y utilizarlos de manera sostenible.
En ese sentido, Tiago Reis, especialista en Política Ambiental del Instituto de Pesquisas de la Amazonía (Ipam), destacó que Brasil mantiene una fuerte directriz de la cooperación Sur-Sur de apoyo con tecnologías de monitoreo contra la degradación forestal.
Según el investigador, esa orientación no sólo se desarrolla a nivel gubernamental, sino que también está presente en las organizaciones de la sociedad civil, que desarrollan un diálogo creciente con entidades de países vecinos.
Entre esas iniciativas, por ejemplo, está la posibilidad de compartir el recientemente lanzado Sistema de Estimativa de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero (SEEG), un sistema pionero que permite calcular anualmente las emisiones brasileñas e identificar su origen.
"Está siendo discutido uno parecido entre el Observatorio del Clima, una red que nuclea a organizaciones no gubernamentales brasileñas y que lanzó el SEEG, junto a organizaciones ambientalistas de Perú para implantar el mismo sistema en ese país", señaló.
Reis, quien participará en la COP21 de París junto a otros representantes de la sociedad civil brasileña, coincidió con la evaluación de que la conferencia puede alcanzar resultados, aunque serán necesarios más esfuerzos en el futuro.
"Con lo que está sobre la mesa el acuerdo ciertamente es viable. Desde el punto de vista de lo que apuntan las pesquisas y de la integridad del planeta no puede no ser suficiente", apuntó.
De acuerdo a un informe divulgado por el Programa de las Naciones para el Medio Ambiente (PNUMA) a inicios de este mes, la suma de la reducción de emisiones propuestas no cubren la mitad de lo que realmente sería necesario, recordó.
"Es preciso más ambición en las contribuciones nacionales y avanzar más en la implementación de mecanismos de mitigación", apuntó Reis.