Por José Aguiar
CARACAS, 21 Nov (Xinhua) -- Aumento del nivel del mar, sequías, olas de calor o tormentas asesinas son catástrofes naturales que a diario amenazan a los seres humanos, alrededor del planeta, como consecuencia del cambio climático registrado en las últimas décadas.
A pesar de la crisis del sistema natural, los gobiernos de países desarrollados y sus industrias se han mostrado renuentes a reducir la emisión de gases de efecto invernadero, coinciden expertos en temas ambientales entrevistados por Xinhua.
La resistencia a las medidas, apuntan, evidencia una carente voluntad política por generar cambios estructurales en pro del medio ambiente.
Esta situación genera suspicacia sobre los acuerdos que puedan alcanzarse en la Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), a celebrarse en París, Francia, del 30 de noviembre al 11 de diciembre.
En esta cumbre se consensuará un convenio, que prevé aplicarse desde el año 2020, con el propósito de mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados centígrados como límite para impedir consecuencias desastrosas.
Una clave para lograr acuerdos es la voluntad política, dijo a Xinhua Carlos Méndez, vicepresidente del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), el máximo órgano internacional de especialistas que estudian el calentamiento global.
"Esto requiere de una gran voluntad política de los países desarrollados y allí es donde está la debilidad, porque parecen no estar dispuestos a colocar los medios de reducción de los gases invernaderos", indicó Méndez.
Una muestra de la falta de voluntad es que Estados Unidos, país que genera un 30 por ciento de los gases contaminantes, anunció recientemente que no podrá aportar los 3.000 millones de dólares que se comprometió para financiar acciones a través del Fondo Verde.
A juicio de Méndez, existen intereses políticos y económicos en juego que promueven la generación de los nuevos mercados por medio de los conocidos "pacto-soluciones", que no atacan directamente las causas de este fenómeno.
"El caso de la Economía Verde es una falsa solución.
"Ésta es promocionada por las grandes corporaciones que buscan cambiar los aparatos de consumo de energía de combustible fósil por energía eléctrica, viendo el cambio climático como una oportunidad de negocio", precisó el vicepresidente del IPCC.
Mientras tanto, los gobiernos de América Latina y los movimientos sociales ecologistas de la región han manifestado su compromiso y la urgencia de aplicar los cambios necesarios que conlleven a la estabilidad del sistema ambiental.
Por ese motivo, se celebró en la ciudad de Cochabamba (centro de Bolivia), en octubre, la Segunda Cumbre Mundial Sobre el Cambio Climatico, donde 54 naciones debatieron cómo hacer frente a las transformaciones generadas por el calentamiento global.
En esa oportunidad, el mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, aseguró que la dificultad que se vive actualmente obedece a un problema político que cambiaría sólo si países desarrollados firmaran el acuerdo internacional conocido como el Protocolo de Kioto.
"Todos somos responsables de cuidar el planeta, pero hay gente más responsable de la contaminación de los suelos. Necesitamos recursos, los cuales pueden venir a más ingresos y más emisión de dióxido de carbono (CO2), debido al incremento del consumismo", afirmó Correa.
Igualmente, reflexionó que si los países sudamericanos, como Venezuela, Brasil, Bolivia y Ecuador, fueran los mayores contaminantes, Washington ya "habría intervenido militarmente" para "resarcir" la deuda con la naturaleza.
Por su parte, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, insistió en la necesidad de que la Cumbre de París sea un escenario en el que se escuchen las voces de los "pueblos organizados".
Para la activista del Movimiento Ecológico Venezolano (Meven), Gabriela Molina, con los encuentros que se han realizado en los últimos meses en materia ambiental se busca despertar la opinión pública frente a la falta de "compromiso real" de los mayores emisores de CO2.
"Hay una crisis ecológica que está amarrada al modelo desarrollista, que se debe a la extracción de los recursos naturales.
"En el caso de los Estados Unidos, no ha manifestado voluntad ninguna en las conferencias anteriores, no ha firmado ningún acuerdo internacional", mencionó Molina a Xinhua.
Los pueblos deben "cambiar el sistema económico capitalista" e impulsar como "verdadera alternativa" la construcción del socialismo, que propone una visión integral en cuanto a la preservación de la especie humana, añadió la activista.
El 6 de noviembre, los ministros y representantes que integran la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) se reunieron en Quito, Ecuador, para acordar una posición común de cara a la COP21.
En esa ocasión, la canciller de Venezuela, Delcy Rodríguez, ratificó que la transformación climática que conlleva a un nivel excesivo del calentamiento global se constituye como una amenaza que pone en riesgo la subsistencia humana.
"El tema climático no sólo es un tema que amenaza el futuro de la humanidad, sino que está presente y muestra los efectos devastadores, producto de un modelo capitalista basado en las acciones extractivas de los recursos naturales", dijo Rodríguez en entrevista al medio ecuatoriano Andes.
Como parte de los compromisos que han asumido los países latinoamericanos y caribeños, está la potenciación de la producción de energía no fósil y la guardería forestal, lo que responde al llamado internacional para la preservación del ecosistema.
Sin embargo, el especialista en temas de reforestación, Óscar Luna, declaró a Xinhua que los aportes que pueden realizar las naciones sudamericanas son mínimas porque dependen de la explotación del carbono y otros minerales para potenciar su economía.
"La reducción de la temperatura dependerá del compromiso de algunos países desarrollados.
"Para los que están en vía de desarrollo, en el caso de América Latina, son metas difíciles de cumplir al considerar que son países dependientes del carbón y otros recursos", indicó Luna.
Los gobiernos latinoamericanos son los que realizan mayor inversión para la explotación de minerales, con un 32 por ciento; mientras que Estados Unidos invierte el 12 por ciento; Europa, un 7 por ciento; Asia, un 13 por ciento; África, un 16 por ciento; y Oceanía, un 20 por ciento.
El vicepresidente de la IPCC, Carlos Méndez, afirmó que esa acción es entendible en el caso de los países en desarrollo para sostener su economía; de lo contrario, "debe existir una compensación por parte de aquellos países que ya agotaron su derecho al desarrollo".
Para el investigador, allí radica el verdadero problema para llegar a un acuerdo en cuanto a la contribución para disminuir o neutralizar los niveles de la temperatura ambiental, debido a que ningún gobierno desea afectar su área financiera.
El subdirector de Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y secretario general adjunto de la ONU, Ibrahim Thiaw, alertó que si no se actúa de inmediato existe riesgo de que para 2030 haya un incremento de temperaturas que podrían llegar a 3,5 grados centígrados.
Sobre este asunto, Méndez añadió que la humanidad evidenciaría el colapso total del sistema natural, lo que conllevaría a una forma de destrucción del planeta a través de los diversos fenómenos que "no discriminan entre países pobres y ricos".
"Eso significa el colapso total de los sistemas naturales. Ya la ciencia nos dijo que tener un nivel por encima de los 2 grados centígrados sería insostenible, y si no logramos actuar en París este año estaremos en una situación muy grave", puntualizó.
La COP21 funge en este momento como la oportunidad para sortear la existencia de la especie humana en los venideros años.
Todo dependerá del cambio de conducta de comercio, asistido por un acuerdo económico más amistoso con el ambiente y no con intereses imperiales. Fin