AKTO, Xinjiang, China, 25 sep (Xinhua) -- Mamatur luce mayor a sus 39 años. Incontables horas en la congelante meseta de Pamir en Xinjiang, como miembro de una fuerza voluntaria que patrulla la frontera de China con países como Afganistán y Pakistán, han dejado huella.
La meseta ha quedado cubierta por una gruesa capa de nieve que impide que Mamatur circule en su motocicleta los 11 kilómetros del distrito de Akto, donde vive con su esposa y sus tres hijos, hasta la frontera. Por lo tanto, tiene que caminar.
"Las temperaturas pueden bajar hasta menos 40 grados Celsius en invierno. Para impedir los cruces ilegales, tengo que mantenerme vigilate toda la noche, buscando entre cuevas y colinas", explica.
Mamatur es uno de los miles de residentes locales patrulleros, en su mayoría de la etnia kirguís, quienes proporcionan un valioso apoyo a los guardias oficiales fronterizos, que están bajo más presión que nunca ante el aumento de la amenaza terrorista en la región.
El hombre es la cuarta generación en su familia que asume las responsabilidades del puesto, pero la tradición está amenazada cuando Xinjiang se prepara para celebrar sus 60 años de autonomía. Los pobladores de Xinjiang se han vuelto más privilegiados, las costumbres culturales están cambiando y los jóvenes están menos dispuestos a ceder su tiempo para ese arduo trabajo. La migración hacia áreas más desarrolladas lejos de la frontera también significa el riesgo de que las patrullas se queden sin voluntarios.
LA ROCA DE LOS TIEMPOS
"Nosotros los kirguís hemos vivido aquí y protegido la frontera a lo largo de miles de años. Estamos protegiendo nuestro patio", señala Mamatur.
"El ejército le dijo a mi abuelo que se asegurara de que las rocas que marcan la frontera no fueran movidas ni una pulgada. El anciano le enseñó a mi padre y él a mí a ser observadores vigilantes".
La prefectura kirguís de Kizilsu, que administra Akto, tiene 1.134 kilómetros de frontera y 3.265 patrulleros. El gobierno les proporciona a cada uno apenas entre 320 y 400 yuanes (de 50 a 63 dólares) al mes por sus servicios.
"Nuestra misión es detectar, prevenir peligros y atrapar delincuentes. Esta es una causa honorable ", dijo Mamatur.
Su padre una vez atrapó a un soldado que cruzó de Tayikistán a China con un arma. "Mi padre y otros patrulleros cercaron al hombre y lo sometieron antes de que pudiera atacarlos", cuenta Mamatur.
Cuando Mamatur parte, su esposa se encarga de sus hijos y los envía a la escuela. "Entiendo por qué mi esposo debe hacer esto. Sólo las personas que viven aquí saben el significado de una frontera nacional", comenta la mujer.
TRADICIÓN AMENAZADA
Pero otros son menos comprensivos. Para los hijos adolescentes de Mamatur es difícil entender el trabajo en el que su padre compromete su vida. Ellos han crecido asistiendo a la escuela, no recorriendo las montañas como él.
"Aunque no quiero que olviden nuestra tradición, espero que mis hijos puedan tener una mejor vida que la mía", expresa Mamatur. "En 10 años, quizás nadie desee estar aquí".
La preocupación tiene eco en la meseta Pamir. Abdurahman, un patrullero en el vecino distrito de Oqar, sabe que su estilo de vida no representa ningún atractivo para sus hijos.
"Nuestros hijos e hijas serán adultos pronto, y no sé cuántos de ellos permanecerán en las montañas. ¿Quién será pastor y quién vigilará?", pregunta.
"Salir de las colinas", así responde Gulandam, una estudiante de secundaria en Akto, cuando se le pregunta sobre sus sueños.
"Cuando crezca, quiero encontrar trabajo en la ciudad, no regresar a la granja. Le pediré a mis papás que vayan a vivir conmigo", afirma.
El asunto llama la atención de legisladores de Xinjiang, quienes preparan una iniciativa para consolidar los rangos de los patrulleros.
"Su salario mensual necesita ser de por lo menos 1.000 yuanes, más seguro médico y otras prestaciones" argumenta la legisladora Rehanguli. El área de la frontera necesita mejor infraestructura y agricultura moderna para mantener a la gente ahí, añade.
"Sólo una vida estable y próspera para los residentes fronterizos puede garantizar la paz", expresó Rehanguli.