Noguchi confesó que en febrero de 1943 vio llorando a un bebé en una estación de ferrocarril en la provincia norteña china de Hebei. La madre acababa de dar a luz en el lavabo de un tren que había parado en la mencionada estación. El militar admitió que dio patadas al recién nacido hasta matarlo.
También confesó haber violado y torturado a mujeres chinas. Un caso particularmente cruel ocurrió en marzo de 1944, en el distrito de Boshan de la provincia de Shandong, en el este del país.