RIO DE JANEIRO, 24 ago (Xinhua) -- La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, aseguró hoy que fue sorprendida por la vinculación de algunos de sus correligionarios en el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) en el escándalo de corrupción que afecta a la petrolera estatal Petrobras.
"Fui y lo lamento profundamente", respondió la mandataria al ser preguntada sobre si fue sorprendida por la participación de miembros del PT o partidos aliados en la red corrupta, en una entrevista al periódico O Globo.
Para Rousseff, la mejor respuesta al caso es fortalecer las instituciones que investigan la corrupción.
"Como decía (el fallecido exministro de Justicia) Marcio Thomas Bastos, no esperen que sean las personas la fuente de la virtud. Tienen que ser las instituciones. Las instituciones son las que tienen que tener un mecanismo de control. Es difícil porque la corrupción se caracteriza por ser escondida, clandestina y oscura", explicó.
Varios políticos han sido acusados por la Fiscalía de estar involucrados en la gran red de corrupción que desvió miles de millones de dólares de Petrobras, en un entramado en el que las grandes constructoras de Brasil obtenían de la petrolera contratos amañados, inflaban sus valores y repartían las diferencias con exdirectores de la compañía y políticos que amparaban esas maniobras.
Entre los políticos investigados se encuentran el extesorero del PT, Joao Vaccari Neto, y el expresidente del partido y exministro de la Presidencia, José Dirceu, así como el presidente del Congreso, Eduardo Cunha, y el del Senado, Renan Calheiros.
Rousseff criticó que haya sectores de la oposición que intenten involucrar en el caso a su antecesor y padrino político, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.
"No considero que sean correctas las actitudes que intentan disminuirlo, involucrarlo", comentó la presidenta.
En la misma entrevista, Rousseff calificó de "fascistas" los ataques que sufrió la sede del PT en Sao Paulo recientemente, uno de ellos con el lanzamiento de un explosivo casero. "Superaron todos los límites", dijo.
Sobre la desaceleración económica del país, la mandataria afirmó que "nadie podía imaginar" que "la crisis internacional tendría ese alcance" y que acabaría afectando a Brasil.
La mandataria admitió que el Gobierno sólo se dio cuenta de la gravedad de la situación a finales del año pasado, una vez pasadas las elecciones presidenciales de octubre, en las que fue reelegida tras una campaña en la que negó que el país enfrentara problemas económicos.
"Estamos ante una retracción del mercado internacional de la que no sabemos la dimensión. Vamos a tener que lidiar con esa desaceleración internacional", aseguró.
La popularidad de Rousseff está en mínimos históricos (8 por ciento) por los escándalos de corrupción de su Gobierno y la desaceleración económica, con un PIB que solo creció un 0,1 por ciento el año pasado y que debe caer un 2 por ciento este año, junto a altas tasas de inflación y un índice de desempleo creciente.
Rousseff indicó que una de las estrategias del Gobierno para hacer frente a la crisis es reducir los gastos públicos y reafirmó su intención de suprimir diez de los actuales 39 ministerios, así como unos 1.000 cargos públicos de confianza, equivalentes a cerca del 5 por ciento del total. "Vamos a pasar todos los ministerios por un colador", concluyó.