Por Carina López
MÉXICO, 14 nov (Xinhua) -- Entre violines, jaranas y zapateados, el huapango ha vuelto a florecer en distintos pueblos de México, donde jóvenes intérpretes y bailarines han abrazado esta música de campo como una forma de reafirmar su identidad y rescatar así una tradición que más que un ritmo, es una manera de entender la vida comunitaria y el vínculo con la tierra.
Desde hace casi dos décadas, niños, jóvenes y adultos se reúnen cada domingo para bailar y disfrutar del huapango, al preservar esta tradición que se ha convertido en parte de la identidad del país y de la naturaleza del México profundo.
Se trata de los "Domingos de Huapango" que se llevan a cabo en el municipio de Xilitla, en el estado de San Luis Potosí (centro), un espacio de encuentro artístico y cultural donde confluyen generaciones enteras.
El origen del huapango se remonta al siglo XVII como una música del campo, creada e interpretada por trabajadores con raíz indígena de la zona conocida como Huasteca, que comparten varios estados mexicanos.
El huapango proviene también de la fusión de tradiciones musicales de culturas prehispánicas con la música europea y española.
"El huapango se toca o se escucha en momentos tristes, en momentos de alegría, momentos de fiesta", dijo a Xinhua el director de "Domingos de Huapango", José Elías González.
"Eso es algo que es parte de nuestra cultura y está muy arraigado en nuestros usos y costumbres. Es algo que nos caracteriza como región de la Huasteca, lo que es la música, pero lo que lo complementa es el baile", agregó.
El conjunto tradicional de huapangueros, explicó el también músico, está formado por un ejecutante de quinta huapanguera (guitarra de cinco u ocho cuerdas), mientras otro ejecuta la jarana (cordófono de cinco cuerdas), instrumentos que llevan el ritmo y la armonía de la pieza, mientras que el violín pauta la melodía.
El canto del huapango se ejecuta además a dos voces y, en ocasiones, los cantantes se turnan los versos de una copla.
"Lo que complementa al huapango es el baile, precisamente porque el zapateado y la tarima, cuando suena, es como una percusión que complementa musicalmente", explicó González.
Este movimiento, dijo el director, comenzó con un sector de personas adultas, que son las que más tenían presente el género musical, y cada domingo se integraron decenas de jóvenes y niños.
"Poco a poco, hasta la actualidad, ya puedes ver (bailadores) de cualquier edad, personas de aquí, niños de cuatro o cinco años. Sus primeros pasos son de huapango, de baile, al igual que jóvenes y adultos. Es algo que hace una vinculación entre diferentes sectores de la población en la sociedad", reiteró.
González explicó también que una gran variedad de grupos musicales, procedentes de distintas regiones de México acuden a la plaza principal de Xilitla para llenar de alegría a quienes disfrutan o bailan al ritmo de temas como "El querreque", "Las tres huastecas" y "La petenera".
Uno de estos conjuntos es el trío "Los de la Lagunita", cuyos integrantes consideran que el huapango ha sido parte esencial de su vida desde la infancia, cuando observaban a sus abuelos aprender a tocar instrumentos y disfrutar de esta bella música.
"Lo que caracteriza principalmente a la música de huapango es que es muy alegre, superalegre. Entonces, transmite la alegría. También hay un huapango que transmite otro tipo de sentimientos como la nostalgia, pero principalmente a alguien que escucha un huapango, lo primero que dan ganas es de bailar", dijo a Xinhua la integrante del trío mencionado, Adriana Calzadilla.
Para la artista mexicana, el huapango ha cobrado fuerza en los últimos años, impulsado por el interés de jóvenes y niños en aprender esta expresión musical arraigada en la cultura popular.
En este contexto, Adriana mencionó que el huapango fue durante mucho tiempo un género interpretado solo por hombres, pero ya en la actualidad un número creciente de mujeres ha comenzado a participar en su ejecución, con lo que rompen estereotipos y amplían sus horizontes.
Este cambio, dijo Calzadilla, ha contribuido a la revitalización del género y a que nuevas generaciones se acerquen a mantener vivo el huapango, un canto que nace del corazón del campo, al narrar la historia, las emociones y la identidad del pueblo mexicano.












