
BELÉM DO PARÁ, Brasil, 5 oct (Xinhua) -- La práctica agroforestal de pequeños agricultores brasileños es una alternativa para la preservación ambiental y el desarrollo sostenible en la Amazonía, con un enfoque innovador que va más allá de la simple producción de alimentos y que redefine la relación entre agricultura familiar y conservación de la selva, según los propios productores.
En el estado brasileño de Pará, en la región norte del país sudamericano, tierras que antes se dedicaban al monocultivo de piña, hoy en día albergan una diversidad de cultivos amazónicos como açaí (fruto de palmera silvestre), cacao, maracuyá y acerola.
De acuerdo con los propios productores, este cambio en los patrones de los agricultores no es solo de tipo productivo, sino también ambiental, social y económico.
Es el caso del agricultor y pescador, Ronildo Pacheco, del pueblo de Vila Monsarás, en el municipio de Salvaterra, en la isla de Marajó, a unos 20 kilómetros del centro urbano.
Pacheco adoptó el sistema agroforestal en el sitio conocido como Retiro Emanuel, al formar parte de la Cooperativa Agropecuaria y de Pesca Artesanal de Monsarás, integrada por 30 familias que dejaron atrás las prácticas de quema y monocultivo para apostar por una agricultura de restauración.
El agricultor y pescador explicó a Xinhua que esta práctica agroforestal contempla la siembra en consorcio, es decir, la que combina varias especies en el mismo espacio con la finalidad de optimizar recursos y aumentar la diversidad, además de ser muy importante porque disminuye el uso del fuego.
"Una persona que planta piña como un agricultor normal, todos los años necesita preparar una nueva siembra, todos los años tiene que limpiar un área de monte (desmontar). Luego quema porque no tenemos tractor para preparar el suelo y entonces es cuando plantamos la piña", dijo Pacheco.
En cambio, mediante la práctica agroforestal se puede volver a plantar en el mismo lugar "sin utilizar el fuego", según expuso el entrevistado.
El cambio en Monsarás está ligado al proyecto Sustenta e Inova, iniciativa en la que participan con apoyo financiero del exterior distintas entidades como la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa); el Servicio Brasileño de Apoyo a las Pequeñas y Medianas Empresas (Sebrae); y el Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia (Ipam).
El programa promueve prácticas agrícolas sostenibles en la Amazonia a través de capacitación, innovación, buenas prácticas y fomento de una cultura emprendedora orientada a la sostenibilidad.
El impacto se extiende por el archipiélago de Marajó, en la desembocadura del río Amazonas, así como a otras regiones de Pará, al impulsar un modelo productivo alternativo, además de que su práctica permite tener ingresos por más tiempo durante todo el año, gracias a la diversidad de productos.
"La piña solo dará una vez al año, pero la agroforestal ofrece más. Tenemos açaí, tenemos piña, podemos tener coco, podemos tener cacao (...) eso nos da producción durante más tiempo en el año. En lugar de tener una sola cosecha con el monocultivo, en la agroforestal puedo tener cuatro o cinco cosechas", explicó Pacheco.
El manejo incluye técnicas inspiradas en el comportamiento del propio bosque como el sombreado natural entre especies, que permite un crecimiento equilibrado sin necesidad de métodos agresivos para el ambiente.
En el terreno de cultivo de Pacheco y su familia, el açaí convive con la acerola, el taperebá (cajá), el cupuaçu, el cacao, el maíz y la yuca.
El açaí es un fruto de color morado de una palmera amazónica, producto que también resulta muy nutritivo y valioso en el aspecto económico, al ser parte fundamental de la tradición culinaria en la región amazónica.
Este fruto abastece parte del mercado local de Salvaterra y Belém, lo que a su vez aporta a mejorar el nivel de vida de las familias asociadas, al ser aún la principal fuente de ingresos, aunque se espera que el beneficio económico aumente con la consolidación de los demás cultivos.
La sostenibilidad guía cada etapa del proceso, ya que el abonado del suelo, por ejemplo, se realiza con semillas secas de açaí, mientras que el riego proviene de un pozo de tipo artesanal y de un pequeño riachuelo que atraviesa la propiedad.
A decir del entrevistado, en Marajó aún hay bastante monocultivo, por lo que las prácticas agroforestales no solo ofrecen mejoras a los productores, sino que los convierte en multiplicadores para que sean transmitidas a otras familias de la región.
Respecto a la cuestión ambiental, el productor local sostuvo que la responsabilidad no recae en los pequeños agricultores, que no incurren en la destrucción que a menudo se les atribuye, pues en la región es evidente que no hay grandes extensiones de terreno deforestado, contrario a lo que suele creerse.
"Lo que sí hay es mucho calor, el periodo de sequía más largo sin lluvia. Esto es muy preocupante. No puedo decir que aquí haya inundaciones, no hay muchas, pero la escasez de agua es excesiva y creo que este es uno de los principales problemas del calentamiento: la falta de agua", apuntó el entrevistado.
El agricultor se mostró también optimista respecto al calentamiento global, en vísperas de la 30ª Conferencia de las Partes (COP30) de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se llevará a cabo en noviembre próximo en la ciudad de Belém, en Pará.
"Cuanto más unamos fuerzas, cuanto más busquemos soluciones, lograremos llegar a la meta porque no es posible que no lo consigamos", dijo Pacheco.
"Los seres humanos tenemos una capacidad bastante elevada. Estamos intentando cambiar este escenario de calor, principalmente plantando árboles. Si ese es el camino para mejorar el planeta, es lo que estamos haciendo", concluyó.