BELÉM DO PARÁ, Brasil, 29 sep (Xinhua) -- Los ribereños (ribeirinhos) de la cuenca amazónica, unas comunidades tradicionales que viven a lo largo de los innumerables ríos y arroyos de la zona, han aprendido a tener una relación sostenible con la naturaleza y defienden la conciencia ambiental para la sustentabilidad del bosque, vital para el equilibrio ecológico mundial.
Con miras a la 30ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), que se celebrará en noviembre en la ciudad de Belém do Pará, en la desembocadura del Amazonas, estas comunidades esperan que la cita internacional reconozca su papel en el manejo sostenible de la selva y que sus voces sean escuchadas.
A fines de 2023, cuando se anunció que la próxima COP sería realizada en Belém do Pará, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva resaltó que es diferente debatir sobre la Amazonía en Egipto, Berlín o París, y que había llegado la hora de hacerlo dentro de la propia Amazonía.
"Vamos a discutir la cuestión indígena, viendo a los indígenas. Vamos a discutir la cuestión de los pueblos ribereños, viendo a los pueblos ribereños y viendo cómo viven", sentenció el presidente.
Pilares de la cultura y la historia de la región, los ribereños surgieron de la mezcla entre pueblos indígenas, colonos portugueses y migrantes del noreste de Brasil, especialmente durante los ciclos de la explotación del caucho.
A diferencia de los pueblos originarios, que cuentan con territorios claramente delimitados, los ribereños poseen una identidad cultural vinculada a su modo de vida y a la relación de dependencia con los entornos acuáticos y forestales.
En la isla de Combú, a menos de 15 minutos en barco de Belém, viven mayoritariamente ribereños. El lugar se ha convertido en un importante centro de ecoturismo y emprendimientos comunitarios. Allí Xinhua visitó el proyecto Ygara, de la familia de Gerson Tadeu Teles, conocido como "Rey Charles", y su esposa Iracema, quienes trabajan en turismo ambiental y artesanía local.
"Es mucha historia hasta llegar hoy a trabajar de esta manera con el turismo. Mi mayor trabajo dentro de la Isla de Combú fue como operador de motosierra. Trabajé 24 años en esa profesión. Era el prestador de servicios para las familias de aquí. Talaba árboles y procesaba la madera para que las familias construyeran sus casas, sus embarcaciones", recordó Gerson.
Combú en total tiene cuatro comunidades, y se estima que actualmente la isla cuenta con unas 2 000 familias. Como muchos en la región, Gerson trabajó en diversas actividades extractivas, hasta que comprendió la importancia de la preservación.
"Era un trabajo que no era bueno ni para mí ni para el bosque. Tenemos que extraer, pero con respeto y límites. ¿Qué ejemplo le estamos dando al mundo?", reflexionó.
El cambio comenzó luego de frecuentar una feria en Belém para vender fruta, lo que le permitió conocer gente, participar en más ferias y, con el aprendizaje, darse cuenta de que había encontrado el camino correcto.
"De ahí en adelante, nunca dejamos de capacitarnos. Hice cursos de manejo forestal, de guía de senderismo, de floricultura, y ahora estudio inglés. Descubrimos que este mundo es diferente: el bosque vale mucho más de pie que derribado", enfatizó.
Al compartir su historia con los visitantes, Rey Charles e Iracema se han convertido en una referencia en la isla de Combú para mostrar un modo de vida ribereño sostenible.
"Lo que el turista encuentra aquí es a una familia ribereña que obtiene su sustento del bosque, con una gran riqueza de historia y cultura, aunque antes no lográbamos expresarlo", afirmó.
Para Iracema, el mayor legado que debe dejar la COP30 es la concientización global sobre la preservación ambiental.
"Nosotros aquí en medio de la Amazonía cuidamos, pero afuera no todos lo hacen. Lo que sale de las grandes fábricas termina repercutiendo aquí. Somos un pueblo que está en medio de la selva cuidando, pero ese cambio climático, los primeros en sentirlo, somos nosotros", subrayó.
El impacto del cambio climático se siente en todos los niveles, afectando los conocimientos tradicionales que fueron transmitidos de padres a hijos.
"Antes conocíamos los ciclos de las frutas, el ciclo de las mareas, el tiempo de la lluvia, y hoy ha cambiado todo. Estamos de nuevo aprendiendo a cómo vivir dentro de la selva". Ojalá en este encuentro mundial se discutan cosas verdaderas, expresó.
Iracema insistió en que el mensaje de la COP30 debe ser claro: preservar y mantener. "El cambio climático afecta no solo a la selva, que es única, sino también al mundo, a los glaciares que se están derritiendo. Los ribereños tenemos mucho que decir. Somos mezcla de sangre indígena, quilombola, portuguesa. Somos brasileños bien mixtos", concluyó con una sonrisa.