Por Cristóbal Chávez
Pozo Almonte, CHILE, 25 jul (Xinhua) -- Cada vez que identifica una de sus caretas en los bailes, María Rivera hincha su pecho de orgullo, porque la artesana es una de las cientos de personas anónimas que le dan vida a la Fiesta de La Tirana, la celebración religiosa más importante del país sudamericano.
Las caretas son uno de los elementos esenciales de este carnaval que se celebra en La Tirana, un oasis de pretérita soberanía peruana con fuerte presencia de culturas indígenas.
Se sitúa en la Pampa del Tamarugal, una llanura con cuenca hídrica en uno de los desiertos más áridos del mundo, a casi 1.800 kilómetros al norte de la ciudad de Santiago, la capital chilena.
Entre el 10 y 20 de julio de cada año, unos 30.000 bailarines danzan en torno a los más de 200 bailes tradicionales para venerar a la Virgen del Carmen, conocida como la Patrona de Chile.
Los bailes son variados, van desde los "chinos", heredados de los esclavos de esta nacionalidad que habitaron en tiempos peruanos, hasta los "chunchos", de origen prehispánico en los que dan saltos acrobáticos al tiempo que blanden una lanza de madera llamada chonta.
Aunque la danza más esperada de esta festividad es la "diablada", de saltos largos y cuyos bailarines se atavían, en su mayoría, de bototos (calzados), trajes coloridos y sobrehumanas caretas o máscaras de diablos con ojos gigantes, largos cuernos de cabra real y, algunos, con luces nocturnas.
"Cuando empecé a bailar me hice mi propia careta y gustó. Me preguntaron quién me había hecho la careta y les dije que yo. Entonces ahí empecé a trabajar caretas", explicó a Xinhua la artesana María Rivera, conocida como "Peke", quien demora unas dos semanas en fabricar una.
Durante la celebración de La Tirana, todos los recovecos de este desértico poblado se atiborran de comparsas que narran mitos bolivianos, creencias peruanas o historias de pueblos originarios andinos.
Las caretas son de fibra de vidrio, aunque las más pesadas son de yeso, porque hay personas que las exigen cargadas como un sacrificio durante el baile para pagar una manda realizada a la Virgen del Carmen
"El diablo es la maldad, es el pecado y viene a redimirse ante los pies de la santísima virgen. Viene a entregar sus pecados, a pedir perdón de algún modo. Por eso el diablo nunca entra al templo con la careta. La dejas afuera y entra la persona", explicó.
La familia de la artesana es de origen pampina, quienes nacieron en las oficinas salitreras (centros de explotación del salitre) que existieron en el desierto de Atacama, donde los mineros y sus familias nacían, vivían y morían hasta el ocaso del salitre a fines del siglo pasado.
En estos lugares se fundaron algunas asociaciones de bailes no religiosos, aunque igual le rinden homenaje a la virgen, y que han perdurado en el tiempo gracias a sus descendientes.
"Estamos para preservar la tradición y el trabajo artesanal. Porque hoy en día ha salido la impresión 3D y he visto máscaras que, con esta impresión, no son personalizadas. Son todas iguales", dijo.
Rivera tiene ojos grandes, una mirada penetrante y un "piercing" en la nariz, una personalidad que le carga a sus caretas además de "la energía del desierto".
Esteban Aguirre es pareja de Rivera, pero también "promesante", es decir, quien le pide favores a la Virgen y baila utilizando las caretas.
"Nací en María Elena. Mi abuelo manejaba las palas en la oficina (territorial) José Francisco Vergara. Mi papá también era soldador en la salitrera María Elena. Toda mi familia es oriunda de allá, de la pampa, vinculados al tema del salitre", dijo con orgullo sobre su herencia minera.
También confesó a Xinhua que es tercera generación de promesante y el último que queda bailando, aunque "toda mi familia bailó".
El director de Patrimonio e Investigación de la Industria del Salitre y del Yodo de la Corporación Museo del Salitre, Patricio Díaz, abundó a Xinhua que la Fiesta de la Tirana es anterior a las salitreras y de la constitución de la "identidad pampina".
"En todas las salitreras las personas iban a las fiestas. Incluso, una vez no dejaron asistir a unos trabajadores y días después algunos murieron. Luego de esto, jamás los jefes prohibieron que sus trabajadores asistieran a la fiesta de la virgen, daban por hecho que la producción se suspendía esos 10 días", rememoró.
En la noche, muchas caretas de diablos portan luces e iluminan las frías noches en la desértica Pampa del Tamarugal, con ritmos y sonidos que transforman la Fiesta de la Tirana en una experiencia con una identidad única, como las caretas de Rivera.