Por Manuel Reyes-Jara
El arancel del 50 por ciento sobre el cobre propuesto por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, causaría repercusiones negativas en las cadenas mundiales de suministro, y encarecería drásticamente el cobre para Estados Unidos, poniendo en riesgo el abastecimiento interno y dejando en evidencia una preocupante politización de minerales estratégicos que, lejos de beneficiar, podría generar perjuicios mutuos.
El cobre es una materia prima clave para la fabricación de componentes electrónicos, y un aumento de aranceles podría desencadenar una crisis de "escasez de cobre" que impactaría directamente en la cadena mundial de producción de semiconductores. Consultoras como PricewaterhouseCoopers han alertado sobre la amenaza que enfrenta la industria global de semiconductores por problemas en la cadena de suministro vinculados precisamente a este metal.
Sin embargo, en mi opinión con la subida de los aranceles sobre el cobre, la mayor presión recae probablemente sobre los fabricantes estadounidenses, mientras que los consumidores finales en EE. UU. serían los que terminarían pagando la factura más alta.
El anuncio de más aranceles puede, sin duda, generar volatilidad en los precios internacionales del cobre. Ya hemos visto cómo la especulación política afecta las cotizaciones. No obstante, es crucial entender que los grandes proyectos mineros se evalúan con base en precios de cobre mucho más bajos que los actuales. Por ejemplo, en rangos de 3,00 a 3,50 dólares la libra, mientras el precio spot actual puede superar los 4,50 dólares la libra.
Esta diferencia otorga una holgura financiera considerable a las inversiones, permitiéndoles absorber fluctuaciones sin comprometer su viabilidad. La demanda estructural del cobre, impulsada por la transición energética global, sigue siendo un motor potente y constante.
La imposición de un arancel del 50 por ciento al cobre chileno encarecería considerablemente el metal para los importadores y fabricantes estadounidenses, lo que se traduciría en un aumento significativo en los costos de los productos finales que lo utilizan. Además, pondría en serio riesgo el suministro de cobre en EE. UU., donde Chile es un proveedor clave.
En 2024, Estados Unidos importó cobre por un valor de 17.000 millones de dólares, y Chile, el mayor productor mundial de ese metal, fue su principal proveedor extranjero con exportaciones cercanas a los 6.000 millones, según datos del Departamento de Comercio estadounidense y de Naciones Unidas Comtrade.
Estados Unidos se ha vuelto crecientemente dependiente de las importaciones, y sus yacimientos tienen producción limitada. Desarrollar nuevas minas y alcanzar una producción industrial significativa en EE. UU. es un proceso que tomaría al menos 10 años, debido a los largos plazos de exploración, permisos y construcción de mina y planta de procesamiento de minerales.
La medida de Trump subraya el creciente riesgo con la politización de minerales estratégicos. Metales como el cobre, el litio o las tierras raras son esenciales para la economía moderna y la seguridad nacional, especialmente en la transición energética.
Ejemplos recientes como la crisis de Ucrania y las tensiones geopolíticas ya han puesto de manifiesto cómo el acceso a estos recursos puede convertirse en una herramienta de presión política. En Chile, si bien se habla de la presencia de tierras raras, aún no hay claridad sobre el volumen y la viabilidad económica de sus reservas reales, lo que resalta la necesidad de investigación y desarrollo.
Los aranceles de Estados Unidos sobre un mineral tan crucial para la transición energética como es el cobre, pueden tensar las relaciones con otros países comprometidos con la descarbonización global. Sin embargo, esta tensión se da principalmente entre EE. UU. y sus socios comerciales afectados, no entre Chile y los países a favor de la transición energética.
Aunque un arancel tan alto podría parecer catastrófico, en el corto plazo el impacto negativo sobre los ingresos de exportación de Chile sería limitado y se reduciría a mediano y largo plazo, gracias a la diversificación de mercados.
Estados Unidos representa aproximadamente el 11 por ciento de las exportaciones chilenas de cobre. En caso de perder completamente ese mercado, Chile podría compensar la demanda global creciente y redirigir sus volúmenes hacia otros destinos.
Es por ellos que Chile se encuentra en excelente sólida para seguir siendo un proveedor confiable y estratégico de cobre.
Es importante notar que en Europa hay políticas de subvención a la industria y al hogar para la producción y adopción de tecnologías limpias, especialmente en el sector de baterías, lo que representa la segunda oleada de inversiones posterior a paneles solares y torres eólicas.
China es, con diferencia, el principal comprador de cobre chileno, absorbiendo cerca del 57 por ciento de las exportaciones. Además, varios países del Sur Global se perfilan como nuevos mercados potenciales, ampliando así las oportunidades de diversificación para Chile, incluso para sus reservas de litio.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, informó que a partir del 1 de agosto se impondrán aranceles del 50 por ciento al cobre por motivos de "seguridad nacional", un metal utilizado para la transición energética y otras tecnologías.
Sostuvo que Estados Unidos necesita construir semiconductores, aviones, barcos, munición, centros de datos y sistemas de defensa antimisiles, entre otros productos en los que es indispensable ese metal.
En definitiva, la imposición de aranceles al cobre refleja una peligrosa tendencia a politizar recursos estratégicos que deberían estar al servicio del desarrollo global y la cooperación internacional. Más que proteger intereses nacionales, estas medidas generan incertidumbre, encarecen insumos vitales y pueden debilitar tanto a productores como consumidores en una cadena interconectada.
(El autor es doctor en Ingeniería de Minas por la Universidad de Chile y académico de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Andrés Bello de Chile)
(Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente las posiciones de la Agencia de Noticias Xinhua).