
Por Luis René Fernández Tabío
En un mundo marcado por tensiones geopolíticas, desigualdades persistentes y la necesidad urgente de una gobernanza global más representativa, el grupo BRICS ha ido ganando protagonismo como una privilegiada plataforma para interactuar con importantes economías en ascenso del mundo.
Fundado originalmente por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, este mecanismo de cooperación se ha transformado en un espacio clave para articular las demandas del Sur Global y promover la cooperación multilateral.
La reciente ampliación del bloque en 2023 confirmó su intención de profundizar su alcance geográfico y su diversidad política y económica.
En este contexto, la inclusión de nuevos países en calidad de miembros asociados, entre ellos Cuba, subraya la vocación del grupo BRICS de tender puentes hacia otras regiones y actores del Sur Global. El bloque busca construir un modelo de colaboración basado en el respeto mutuo, la no injerencia, la soberanía nacional y la búsqueda de beneficios compartidos.
La adhesión de Cuba como país asociado al grupo BRICS representa una oportunidad histórica tanto para la isla como para la configuración de un orden internacional más justo e inclusivo.
Para Cuba, este mecanismo de cooperación no solo ofrece perspectivas económicas, sino también constituye una reafirmación política y simbólica de su derecho a desarrollarse sin condicionamientos ideológicos ni presiones externas.
Durante más de seis décadas, el bloqueo económico impuesto por Estados Unidos ha limitado gravemente las posibilidades de crecimiento de la isla. En contraposición, el grupo BRICS promueve un modelo de cooperación basado en el respeto a la soberanía, la no injerencia y la complementariedad. La experiencia cubana en áreas como la biotecnología, educación y salud podría traducirse en aportes concretos al bloque, mientras que su nuevo estatus como miembro asociado abre puertas a mayores fuentes de financiamiento, transferencia tecnológica y diversificación de mercados.
La inclusión de países como Cuba en el grupo BRICS también tiene implicaciones geopolíticas importantes, pues fortalece la voz del Sur Global en los foros internacionales y amplía la representación de América Latina y el Caribe dentro del bloque. Esto contribuye a una mayor articulación regional frente a desafíos globales como el cambio climático, las pandemias o las crisis energéticas.
En el actual escenario de conflictos bélicos, tensiones geoeconómicas y un sistema financiero internacional dominado por el dólar, la posibilidad de integrarse a mecanismos multilaterales alternativos es vital para países como Cuba. Los BRICS ofrecen herramientas para fortalecer la resiliencia económica frente al bloqueo de Estados Unidos y a sanciones unilaterales y para avanzar hacia una reinserción económica más soberana y sostenible.
Sin embargo, la integración a un grupo tan diverso como los BRICS plantea retos considerables. Requiere superar diferencias culturales, barreras logísticas, dependencia tecnológica, armonizar regulaciones económicas y atraer inversiones en un entorno global complejo. Pero si Cuba logra posicionarse estratégicamente, esta alianza puede ser el trampolín hacia una nueva etapa de soberanía económica, desarrollo sostenible y justicia global.
La incorporación de Cuba como país asociado al grupo BRICS no es solo una jugada estratégica en geopolítica internacional, representa también una esperanza de reinserción económica para una nación golpeada por décadas de bloqueo estadounidense. Para la isla, el grupo BRICS ofrece un modelo de cooperación todavía en desarrollo, pero distinto al dictado por Occidente que está centrado en la subordinación y la hegemonía. El bloque ofrece un modelo enfocado en la multipolaridad, la soberanía nacional y el respeto a los caminos de desarrollo propios con beneficios para todos y no solo de unos a expensas de los explotados.
Pero, más allá del caso cubano, la ampliación del grupo BRICS refleja su creciente peso en la reconfiguración del orden mundial. Con más del 40 por ciento de la población mundial y cerca del 30 por ciento del PIB global, el bloque se consolida como una alternativa frente a estructuras dominadas por las potencias tradicionales y como una plataforma estratégica para fortalecer el multilateralismo.
Al abogar por un multilateralismo inclusivo y por la reforma de la gobernanza global, los BRICS refuerza el papel del Sur Global en la toma de decisiones internacionales. Con un enfoque centrado en el respeto mutuo, la cooperación Sur-Sur y el desarrollo compartido, los BRICS se posiciona como una fuerza transformadora hacia un mundo más equitativo, equilibrado y verdaderamente multipolar.
(Luis René Fernández Tabío es profesor titular del Centro de Investigaciones de la Economía Internacional (CIEI) de la Universidad de La Habana, Cuba)
(Las opiniones expresadas en este artículo son del escritor y no necesariamente reflejan la postura de la Agencia de Noticias Xinhua)