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ESPECIAL: Bolivia celebra su Carnaval con un mosaico de tradiciones, fe y patrimonio cultural

spanish.news.cn| 2025-03-04 09:51:00|
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Por René Quenallata Paredes

LA PAZ, 3 mar (Xinhua) -- Bolivia vive su Carnaval en un despliegue vibrante de cultura, devoción y tradición, donde la música, la danza y los rituales ancestrales se entrelazan en una de las festividades más emblemáticas de la región sudamericana.

Desde la majestuosa entrada del Carnaval de Oruro (oeste), los jocosos pepinos y la popular danza ch'utas en La Paz (oeste), las animadas comadres en Tarija (sur), las exuberantes comparsas en Santa Cruz, hasta el colorido Corso de Corso en Cochabamba (centro), el país entero se convierte en un escenario donde la cultura, el folclore y la identidad nacional se celebran con orgullo.

Marianela Tarifa, experta en patrimonio inmaterial y exjefa de Patrimonio del Ministerio de Culturas, destacó a Xinhua la relevancia de estos eventos regionales como una auténtica vitrina de las ricas tradiciones bolivianas.

Cada región del país, desde el norte hasta el sur y del oeste al este, aporta su propia interpretación cultural en estas fechas de Carnaval, enriqueciendo un legado ancestral que se celebra con orgullo y algarabía, afirmó.

La experta manifestó que, en el sur boliviano, Tarija abre las celebraciones con el tradicional Jueves de Comadres, una jornada donde las mujeres refuerzan sus lazos de amistad intercambiando canastas adornadas con frutas, serpentinas, banderines, panes, vino y dulces, al ritmo de música tradicional.

"Esta festividad es considerada un símbolo del empoderamiento femenino y un espacio de fortalecimiento de lazos comunitarios", agregó.

En La Paz, el Jisk'a Anata, una de las expresiones más autóctonas del Carnaval, revive danzas y vestimentas indígenas que se desarrolla cada lunes en estos días feriados en Bolivia.

Mientras tanto, en el oriente del país, Santa Cruz se sumerge en su propio Carnaval con un despliegue de comparsas al estilo de las fastuosas sambas brasileñas.

El "Carnaval de Calle" se vive con fuerza en el centro de la capital oriental, donde los "comparseros" bailan con entusiasmo al ritmo de la música de banda y otros grupos. A pesar de la lluvia, la festividad se desarrolló desde las primeras horas de la tarde del sábado y continuó hasta el domingo, manteniendo su energía y colorido.

El Carnaval de Oruro, declarado por la UNESCO como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, es el evento central de las celebraciones en el país. Más de 80.000 bailarines y músicos recorren las calles de la ciudad en una peregrinación que culmina en la Iglesia del Socavón, en una manifestación de devoción a la Virgen de la Candelaria.

"Este evento no solo representa una expresión cultural, sino también un acto de fe. Danzas emblemáticas como la diablada, los caporales, la morenada, tobas, kullawadas, suri-sicuris, tinkus y otras llenan de vida esta celebración ancestral, en la que cada paso es una ofrenda de devoción", afirmó Tarifa.

El desfile folclórico, que se extiende por más de 18 horas ininterrumpidas, es una demostración de resistencia y fervor. Miles de espectadores nacionales e internacionales acuden cada año para presenciar este espectáculo de luces, música y danza que simboliza la lucha entre el bien y el mal, con la Virgen del Socavón como protectora de los bailarines.

A su vez, la experta en patrimonio y docente de la Universidad Franz Tamayo, Ana Patricia Huanca, explicó a Xinhua que el Carnaval boliviano no solo es una celebración de alegría y color, sino también un periodo de agradecimiento a la Pachamama (Madre Tierra).

El Martes de Ch'alla, que este año se celebra el 4 de marzo, es un ritual en el que familias y comerciantes riegan sus propiedades con frutas, alcohol, vino, flores y serpentinas como ofrenda por la prosperidad y los bienes recibidos.

Este ritual, que se remonta a tiempos prehispánicos, refleja la profunda conexión de los bolivianos con su herencia indígena.

El cierre oficial de las festividades en Bolivia tiene lugar en Cochabamba (centro) con el Corso de Corsos, programado para el 9 de marzo. Este evento reúne a más de 70 fraternidades folclóricas de instituciones, clubes y unidades militares en un desfile de gran magnitud.

Simultáneamente, en La Paz se lleva a cabo el entierro del Pepino, una ceremonia simbólica en la que el personaje más icónico del Carnaval paceño es despedido con comparsas y música, acompañado de más de 50 fraternidades de los ch'utas y pepinos marcando el fin de la temporada festiva.

Para Huanca, el Carnaval en Bolivia es un "patrimonio viviente que sigue transformándose, pero que aún conserva su esencia". 

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