Por Raúl Menchaca
LA HABANA, 14 feb (Xinhua) -- Los cubanos siguen apostando por el amor a pesar de las limitaciones económicas con que celebran el Día de los Enamorados, como en la isla caribeña denominan al San Valentín.
Las parejas, en especial, tratan de una u otra forma que esta jornada no pase por alto a la hora de demostrar los afectos mutuos, aunque el contexto nacional sea muy duro por las carencias de todo tipo y los constantes cortes de electricidad.
"Mi esposo y yo nos casamos hace 34 años un día como hoy y por eso estamos obligados a celebrarlo cada año", afirmó entre risas Rosalba Arencibia, una habanera cincuentona y habladora.
Muñoz, trabajadora de un emprendimiento privado, consideró que "hay que sacar beneficio de la desgracia y aprovechar la suspensión del trabajo para pasar el día juntos".
El Gobierno suspendió las actividades laborales y docentes "que no sean imprescindibles" durante este viernes y sábado "por la situación energética que afronta el país y con el objetivo de contribuir al necesario ahorro en el consumo de energía eléctrica".
Pero a pesar de los agobios cotidianos, la gente siempre busca algún recurso más o menos modesto para que la fecha sea un momento de regocijo no solo para los amantes, sino también para los amigos y la familia.
"En mi centro de trabajo siempre hacemos alguna celebración, aunque sea modesta, para confirmar la amistad que nos une", apuntó por su parte la joven Juliana Mena, secretaria en una pequeña empresa estatal.
Mena, quien aseguró no tener novio, no se guarda la sonrisa cuando recordó que el pasado año habían hecho un buzón para amigos secretos, de quienes recibió varias cartas y muchos piropos.
"Si por eso fuera, tuviera que hacer hoy un montón de regalos, pero por suerte no sé quiénes fueron los que me escribieron", afirmó con gracia.
La inflación, que de manera oficial se sitúa en cerca de un 25 por ciento interanual, ha disparado los precios, sobre todo, de los comestibles, por lo que muchos lo piensan dos veces antes de comprar un "cake", como llaman aquí a los pasteles.
Pero algunos, como Maykel Espinosa, se exprimieron los bolsillos, hicieron acopio de recursos y compraron un suculento pastel.
"Es para mi novia", explicó el joven a las puertas de una dulcería.
Espinosa dijo no sentirse preocupado por el gasto, que significa poco más de un par de salarios mínimos mensuales, aunque aclaró que lo que más le preocuparía sería "que mi novia pensara que no la quiero".
Otros más pragmáticos decidieron ver la caída del sol sentados en el largo muro del Malecón de La Habana, un sitio de particular atractivo no solo para las parejas, sino para todos los cubanos, sean o no habaneros.
"Aquí nos hicimos novios y es un lugar especial para nosotros", aseguró Claudio Arteche, quien junto a su novia Idania González, estaban sentados en "el sofá más grande de Cuba", en referencia los cerca de ocho kilómetros que tiene el emblemático muro.
Ambos estudiantes universitarios, y aun dependientes de sus padres, ni siquiera sueñan con ir hoy a un restaurante y prefieren optar por "el lujo de ver la puesta de sol en este lugar que tiene un significado para los dos".
Cada Día de San Valentín las florerías venden el doble o el triple de lo habitual, porque para muchos resulta más económico regalar un ramo de flores o apenas una rosa, lo que además es considerado por las féminas como un gesto "muy romántico".
Los floreros aprovechan la ocasión y siempre suben los precios de la demandada mercancía que a pesar de eso se agota con rapidez.
Hoy los cubanos piensan menos con el bolsillo, apartan por un momento los problemas cotidianos y se entregan al disfrute del amor en una jornada que es una tradición nacional.