Por Chen Yao y Li Jiaxu
XI'AN, 20 nov (Xinhua) -- Al dejar su cámara a un lado para tomar la guitarra, Ricardo Vogt, músico brasileño y tres veces ganador del Grammy, vivió un momento chispeante frente a un grupo musical local en su reciente visita a Xi'an, histórica capital de trece dinastías chinas.
Aunque ya había colaborado en numerosas ocasiones con artistas del país asiático, sintió en aquel instante que sería una improvisación irrepetible que, con el vibrante estilo de la percusión tradicional de Xi'an, daría un nuevo aire a la música clásica brasileña.
"Este tipo de improvisación es lo que siempre he estado buscando", contó a Xinhua. Nacido en una pequeña ciudad de Brasil, confesó haber encontrado un segundo hogar durante su primera visita a China hace ocho años. Desde entonces, ha vivido en este país asiático, explorando nuevos sonidos e inspirando a más personas a conocer la riqueza de la música brasileña.
Bajo la mirada expectante de los presentes, el músico brasileño dejó que su guitarra trazara los primeros acordes de una melodía brasileña. Con un leve gesto, invitó al guzheng, yangqin, pipa, konghou y a los tambores dragón-fénix a unirse a la sinfonía, que más tarde alternaría entre ritmos ligeros y pasajes majestuosos, cautivando a los transeúntes.
A los ojos de Vogt, la música brasileña fluye como el Amazonas, en una búsqueda constante de libertad. "La música china, en cambio, es como un tapiz lleno de emociones profundas", reflexionó.
Toda esta improvisación ocurrió después de que quedara profundamente conmovido al escuchar la percusión tradicional de Xi'an, interpretada por la Orquesta de Música Antigua de la Universidad Internacional de Xi'an. Una experiencia que, según el guitarrista de jazz, consistió en "un abrazo sonoro, imponente, pero extraordinariamente delicado", donde cada golpe de tambor parecía contar historias milenarias.
"Esta canción se llama 'Asa Branca', que significa 'ala blanca', un clásico de la música baião de Brasil, donde se narra cómo los brasileños han sufrido las inclemencias del tiempo a lo largo de los años. En esos tiempos de dificultad, la gente se unió solidariamente, como una sola persona", explicó Vogt, respondiendo a algunas de las preguntas de la audiencia tras la improvisación.
Además, subrayó que "China también ha tenido muchas dificultades, pero las superó, siempre luchando por lo mejor, como el pueblo de Brasil".
Por su parte, Gao Yuan, subdirectora de la orquesta, explicó que la pieza interpretada antes de la improvisación, llamada "Qide Dance" (Danza de las siete virtudes), es una obra de la dinastía Tang que simboliza ideales morales y espirituales. "Creo que ambas piezas realmente tienen cosas en común", señaló.
La música logró, según el público, tender puentes culturales entre China y Brasil, un sentimiento compartido por ambos artistas. "Este año celebramos 50 años de relaciones diplomáticas entre nuestros países. Y no hay mejor forma de conmemorar esta amistad que con música", destacó Vogt.
A lo largo de su tiempo en China, el músico brasileño ha compuesto canciones para numerosos artistas de China y enseñado a niños a interpretar bossa nova en portugués y chino. Su fascinación por los instrumentos tradicionales chinos, como erhu, guzheng y pipa, le ha llevado, asimismo, a sumergirse todavía más en esta rica tradición musical.
La jornada tuvo un cierre especial. Gao llevó a Vogt a una sala donde le presentó el bianzhong, un conjunto de campanas de bronce tradicionales de la antigua China.
"Increíble, es una fuente de inspiración", exclamó Vogt tras probarlas, antes de extender una invitación a la anfitriona: "¿Sabe qué? Vengan a Brasil. Hagamos música juntos con esto".
Al abandonar el campus, con la mente llena de ideas, el viajero artístico compró un billete de avión para regresar a su estudio. Su objetivo era capturar, como él mismo describió, las emociones de este encuentro y la conexión cultural que solo la música puede crear.
"Esto es solo el comienzo de algo grande", pronosticó.