BAGDAD, 30 jul (Xinhua) -- Hussein Ali Saeed, de 81 años de edad, ha pasado toda su vida residiendo en Kirkuk, una ciudad del norte de Irak famosa por sus abundantes reservas de petróleo.
A ojos de este trabajador iraquí del petróleo, ahora jubilado, su pueblo natal está salpicado por las llamas que salen de los pozos petrolíferos, con oleoductos plateados desplegados desde lejos que se extienden incluso más allá.
"Por causa del petróleo, el mundo entero tiene sus ojos puestos en Irak. Toda mi vida tiene una estrecha conexión con el petróleo, al igual que el destino de mi país", dijo Hussein.
DEL ORO NEGRO A LA PESADILLA
Tras la Primera Guerra Mundial, los británicos fusionaron las regiones de Bagdad, Basora y Mosul, arrebatadas al derrotado Imperio Otomano, en una nueva nación llamada Irak, que gobernaron bajo mandato.
En agosto de 1921, el rey Faisal I, instalado por los británicos, fue coronado apresuradamente en Bagdad. Sin himno nacional propio, la ceremonia de coronación se celebró con el himno nacional británico Dios salve al rey.
En 1927, un equipo conjunto de empresas petroleras británicas, neerlandesas y de otros países occidentales comenzó a explorar el yacimiento petrolífero de Baba Gurgur, en Kirkuk.
"Cuando llegaron los británicos, Kirkuk era realmente una ciudad de oro negro, como si al encender una cerilla pudiera prender el polvo en el aire", dijo Hussein.
La codicia de los colonizadores se hizo patente al pagar a Irak solo una regalía de cuatro chelines de oro por tonelada de petróleo, equivalente al 12,5 por ciento del precio de una tonelada de crudo en aquella época.
Para hacerse con el petróleo, los occidentales construyeron un oleoducto desde Kirkuk hasta el Mediterráneo, el proyecto de oleoducto más largo del mundo en aquel entonces, capaz de suministrar más de cuatro millones de toneladas de petróleo anuales a Europa.
No establecieron refinerías comerciales de petróleo en Irak, se negaron a desarrollar industrias locales basadas en el petróleo y se mantuvieron renuentes a compartir cualquier tecnología. En consecuencia, pese a sus vastos recursos petrolíferos, Irak tuvo que importar productos derivados del petróleo.
"Irak era como un camello que lleva oro mientras come espinas. La riqueza fluyó hacia Occidente. Británicos, franceses, neerlandeses y estadounidenses se llevaron parte, pero los iraquíes no recibieron nada", se lamentaba Hussein.
Aún insatisfechas, las potencias occidentales empezaron a establecer nuevas reglas. En 1928, tres gigantes petroleros de Estados Unidos, Reino Unido y Países Bajos celebraron una reunión secreta y formaron un cártel con el Acuerdo de Achnacarry para controlar el mercado mundial del petróleo.
En la década de 1930, con la incorporación de otras cuatro petroleras occidentales, se creó el cártel petrolero de las Siete Hermanas.
Estos gigantes monopolizaron la industria petrolera, controlando la producción, el transporte, los precios y las ventas. De 1913 a 1947, las petroleras occidentales ganaron más de 3.700 millones de dólares de los países productores de petróleo de Oriente Medio, incluido Irak, mientras que solo pagaron 510 millones de dólares en concepto de regalías.
"El oro negro alimentó la época dorada de Occidente, pero se convirtió en la pesadilla de Irak", afirmó Hussein. "A veces pienso que habría sido mejor para nosotros que no hubiera petróleo", añadió.
LUCHA POR LA INDEPENDENCIA NACIONAL
A mediados del siglo XX, se produjo una fuerte oleada de luchas anticoloniales en Asia y África, que condujo a la independencia de numerosos países. La monarquía iraquí, un títere controlado por los británicos, también empezó a tambalearse.
"En aquella época era casi un país indigente. Todo el mundo vivía en la pobreza y el hambre. Con este telón de fondo estalló la revolución", recuerda Hussein.
El 14 de julio de 1958, los disparos resonaron en Bagdad cuando Abdul Karim Qasim protagonizó un golpe de Estado y derrocó al rey Faisal II, dando lugar a la creación de la República de Irak y al fin del control británico.
"Recuperar la riqueza robada" se convirtió en el grito de guerra de la nueva república, con la eliminación del colonialismo petrolero como objetivo primordial. En 1959, Irak creó su Ministerio del Petróleo para gestionar los asuntos petroleros nacionales.
A pesar de estos esfuerzos, las Siete Hermanas controlaban más del 80 por ciento de las reservas mundiales de petróleo, lo que les permitía manipular los precios del crudo.
Para liberarse, Irak buscó alianzas con países del Tercer Mundo. En septiembre de 1960, representantes de Venezuela, Arabia Saudí, Kuwait e Irán se reunieron en Bagdad por invitación de Irak, creando la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para proteger los intereses de los países miembros y garantizar la estabilidad de los precios del mercado del petróleo.
El 1 de junio de 1972, la Compañía Nacional de Petróleo de Irak (INOC) nacionalizó la Compañía Petrolera de Irak (IPC), controlada por Occidente, desencadenando una ola de nacionalizaciones que se extendió rápidamente a Kuwait, Venezuela, Arabia Saudí y otros países.
En octubre de 1973, durante la guerra del Yom Kipur, los productores de petróleo de Oriente Medio anunciaron un embargo petrolero contra las naciones occidentales que apoyaban a Israel. La OPEP aprovechó esta oportunidad para recuperar aún más el poder de fijación de los precios del petróleo, elevándolos de 5,12 dólares a 11,65 dólares por barril en diciembre de ese mismo año.
Para Occidente, esta crisis del petróleo puso fin a la época dorada en que el petróleo era más barato que el agua.
Con la vertiginosa subida de los precios del petróleo, Irak entró en un período de rápido desarrollo. En 1979, su PIB per cápita se disparó de 392 dólares al comienzo de la nacionalización del petróleo a 2.858 dólares.
"La economía, la sociedad, la ciencia y la cultura todas florecieron, mientras la educación y la sanidad estaban aseguradas. Nuestros salarios aumentaron, los ahorros crecieron y muchas familias compraron coches e incluso viajaron o estudiaron en el extranjero", dijo Hussein, que recuerda aquel período como una época de prosperidad.
LA HISTORIA SE REPITE
El 20 de marzo de 2003, las sirenas antiaéreas sonaron sobre la capital iraquí, Bagdad. La oscuridad volvió a envolver al país.
"No tenemos ninguna ambición en Irak, salvo eliminar una amenaza y devolver el control de ese país a su propio pueblo", proclamó el entonces presidente estadounidense George W. Bush.
Al enterarse de la invasión estadounidense, Hussein y sus colegas quemaron todos los materiales relacionados con la producción de petróleo.
"Si no los destruíamos, seguro que los estadounidenses vendrían en busca de problemas", explicó Hussein, cuyo instinto provenía del sufrimiento que padeció el país en el pasado.
El expresidente de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos Alan Greenspan admitió en sus memorias: "Me entristece que sea políticamente inconveniente reconocer lo que todo el mundo sabe: la guerra de Irak tiene que ver en gran medida con el petróleo".
"Parece que la historia se repite, con la invasión de Estados Unidos haciéndonos retroceder cien años", dijo con amargura Hussein.
En la década de 1970, con el declive del dominio económico de Estados Unidos y el colapso del sistema de Bretton Woods, el dólar se desvinculó del oro. Para mantener la hegemonía del dólar, Estados Unidos lo vinculó al petróleo, estableciendo el sistema del petrodólar.
En el año 2000, Irak cambió el dólar por el euro para comerciar con petróleo, lo que supuso una amenaza para el sistema del petrodólar. Tras la invasión de 2003 y la caída del régimen de Saddam Hussein, Washington ordenó que las exportaciones iraquíes de petróleo volvieran a las transacciones en dólares.
La invasión estadounidense devastó Irak. "Los niveles de vida básicos se derrumbaron, las pensiones eran bajas, los ancianos no tuvieron acceso a la asistencia sanitaria y, a veces, incluso el suministro de alimentos era incierto", dijo Hussein.
En 2011, las tropas estadounidenses se retiraron, dejando tras de sí un Irak económicamente estancado y políticamente fracturado, asolado por el terrorismo. Se calcula que la guerra y la violencia subsiguiente en Irak acabaron con la vida de más de 200.000 civiles e hicieron desplazar a más de nueve millones de personas.
"El petróleo debería ser una fuente de felicidad para los iraquíes. Sin embargo, durante más de un siglo, se ha convertido en una maldición para el país", afirmó Hussein.
ASOCIACIÓN CON EL SUR GLOBAL
En la actualidad, el petróleo sigue siendo el sustento económico de Irak. El Banco Mundial declaró en 2022 que los ingresos del petróleo representaron más del 99 por ciento de las exportaciones iraquíes, el 85 por ciento del presupuesto de su Gobierno y el 42 por ciento de su PIB en la última década.
Para lograr una verdadera prosperidad e independencia, es crucial que Irak diversifique su economía.
En 2023, Irak puso en marcha el proyecto Ruta del Desarrollo para unir por ferrocarril y carretera un importante puerto de mercancías en su costa meridional con la frontera con Turquía, en una medida destinada a transformar la economía del país tras décadas de guerra y crisis.
Este proyecto, por valor de 17.000 millones de dólares, no solo significa la determinación de Irak de reducir su dependencia del petróleo, sino que también demuestra su deseo de reforzar la cooperación con el Sur Global.
En septiembre de 2023, comenzó un proyecto ferroviario que unirá la ciudad iraquí de Basora con la ciudad fronteriza iraní de Shalamcheh. El pasado mes de abril, Irak firmó un memorando de entendimiento a cuatro bandas para el proyecto Ruta del Desarrollo con Turquía, Qatar y Emiratos Árabes Unidos.
"Kirkuk tiene ahora nuevas carreteras, mejores transportes y más escuelas (...) Este es el comienzo de nuestra reconstrucción, y nuestro futuro es prometedor", afirmó Hussein.
