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Comentario de Xinhua: ¿"Trabajo forzado" o proteccionismo velado?

spanish.news.cn| 2024-05-31 18:28:45|
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Nota del editor: Esta semana, Xinhua publica una serie de cinco comentarios sobre las acusaciones de "trabajo forzado" de Estados Unidos contra China. A continuación la cuarta entrega.

 

BEIJING, 31 may (Xinhua) -- Mientras los políticos de Washington corean fervientemente "Estados Unidos primero" para atraer a los votantes, Estados Unidos, autoproclamado "defensor de los derechos humanos", muestra cada vez más su verdadera naturaleza como obstinado defensor de su agenda comercial proteccionista.

En la muestra más reciente de esta naturaleza, la administración Biden ha prohibido las importaciones de otras 26 empresas chinas por las supuestas preocupaciones de "trabajo forzado" en la región autónoma uygur de Xinjiang, en el noroeste del país asiático.

Tales acusaciones infundadas son poco más que un pretexto para las verdaderas intenciones innombrables de Washington. Aun así, el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos dio una pista al anunciar la prohibición, afirmando que la medida avanzaba un "plan de aplicación textil", que anteriormente había dicho tiene como objetivo "nivelar el campo de juego para la industria textil estadounidense".

Entre las nuevas empresas afectadas se encuentran comerciantes de algodón e instalaciones de almacenamiento, la mayoría de las cuales operan fuera de Xinjiang. Todas las importaciones de algodón de Xinjiang y sus productos transformados ya estaban bloqueados desde enero de 2021.

Sin embargo, la administración Biden no es tan vocal sobre el hecho de que, como el mayor exportador de algodón del mundo, Estados Unidos es el que más se beneficiará del veto al algodón de Xinjiang, que representa una quinta parte de la producción mundial y más del 90 por ciento de la producción de China.

Según expertos de la industria, lo que realmente inquieta a Washington es la creciente influencia de China en la cadena industrial mundial del algodón. La producción de la planta en Xinjiang aumentó un 40 por ciento entre 2014 y 2020, de acuerdo con datos oficiales, lo que puso nervioso a Estados Unidos, que está ansioso por mantener su dominio en el mercado internacional del algodón.

Aunque China sigue siendo un importador neto de algodón, y la mayoría de sus importaciones provienen de Estados Unidos, la posibilidad de reducir su dependencia del extranjero a este respecto está aumentando, ya que el uso más amplio de maquinaria y tecnología inteligente reduce el costo del algodón de Xinjiang al tiempo que mejora su calidad. El país asiático ya es el principal productor mundial de textiles y prendas de vestir.

Ebrahim Hashem, exasesor del presidente de la Oficina Ejecutiva de Abu Dhabi que realizó el año pasado una visita de tres semanas a Xinjiang, explicó al sitio web de noticias Guancha.cn que las sanciones sobre el algodón de Xinjiang no tienen nada que ver con el supuesto problema del "trabajo forzado", sino que están dirigidas a la cadena industrial del algodón de Xinjiang, incluido el sector textil y de prendas de vestir.

Y no son solo el algodón y los textiles los que han sido víctimas de las sanciones de Estados Unidos. Desde que se promulgó la llamada "Ley de Prevención del Trabajo Forzado Uygur", en diciembre de 2021, un total de 65 empresas chinas han sido incluidas en la lista de sanciones, que abarcan desde textiles y prendas de vestir hasta agricultura, polisilicio, plásticos, productos químicos, baterías, electrodomésticos, electrónica y aditivos alimentarios.

China es uno de los principales proveedores mundiales en muchos de estos sectores industriales. Además del algodón, Xinjiang tiene una presencia sustancial en la producción mundial de polisilicio, pasta de tomate y turbinas eólicas.

Los intentos por perturbar el papel único de Xinjiang en estas cadenas industriales son consistentes con las prácticas egoístas de algunos políticos estadounidenses de "ir por lo bajo" en la competencia industrial global aparentando "ir por lo alto".

Al forzar a las compañías a abandonar o desplazar los productos de Xinjiang, Estados Unidos está distorsionando las relaciones normales del comercio internacional y causando desorden en las cadenas globales de suministro.

Con la plena aplicación de la "Ley de Prevención del Trabajo Forzado Uygur", aproximadamente un millón de los cerca de 10 millones de compañías de todo el mundo que compran, venden o elaboran productos físicos estarán sujetas a acciones de implementación de la ley, según un informe de The New York Times publicado en 2022 y que cita cálculos de la industria.

Como una "espada de Damocles" que cuelga sobre las cabezas de las empresas, la "Ley de Prevención del Trabajo Forzado Uygur" ha incrementado drásticamente los costos de cumplimiento.

Artículos valorados en cientos de millones de dólares han visto frustrado su ingreso al mercado estadounidense como resultado de la negativa de las aduanas y las autoridades fronterizas del país norteamericano a autorizar su despacho. Se conocieron denuncias en el sentido de que meses atrás, este mismo año, miles de vehículos de marcas extranjeras fueron retenidos en los puertos y sujetos al recambio de algunos de sus componentes antes de que se autorizara su entrega.

Los dolores de cabeza y las pérdidas sufridas por las compañías han sido ignorados por la administración Biden, que no está escatimando esfuerzos para tratar de obtener el voto de sus ciudadanos en este año de elecciones, aun a costa de la economía global.

Un vistazo más detallado a las industrias pilares de Xinjiang, fácilmente pone a tambalear la historia del supuesto "trabajo forzado". La mayor parte del algodón de la región se cosecha con máquinas. Muchas de sus plantas de polisilicio son altamente automatizadas y digitalizadas, lo que es típico para una industria intensiva en tecnología y capital. Simplemente, no hay tanta necesidad de mano de obra, y mucho menos de "trabajo forzado".

Por el contrario, muchas de las industrias domésticas que el Gobierno estadounidense busca aislar de los rivales extranjeros están avanzando lentamente en materia de transformación y modernización. Las empresas han sido abandonadas a su suerte en medio de una feroz competencia, sembrando un creciente descontento entre los votantes.

La prosperidad de las industrias depende de cualquier cosa menos del proteccionismo. Un buen ejemplo es que las medidas proteccionistas impuestas por Estados Unidos en la industria del acero durante la última década no han logrado a detener la pérdida de empleos. U.S. Steel, una compañía icónica fundada hace más de un siglo, acordó en diciembre pasado su venta a un fabricante siderúrgico japonés.

Blandiendo la espada del "trabajo forzado", la administración Biden está desviando la atención de los estadounidenses a costa de su propio bienestar. Poner palos en la rueda del comercio solo avivará la inflación, que se mantiene como uno de los mayores retos financieros para el 80 por ciento de los votantes estadounidenses, según un sondeo reciente publicado por el periódico Financial Times.

Y lo peor es que la economía estadounidense se arriesga a perder las oportunidades de aprender y evolucionar a través de la competencia global. Quedarse por largo tiempo en una isla aislada podría parecer seguro, pero con el paso del tiempo uno podría perder la habilidad para navegar.

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