RÍO DE JANEIRO, 26 feb (Xinhua) -- Principal fuente de la matriz energética brasileña durante décadas, las centrales hidroeléctricas vienen perdiendo espacio en favor de la energía eólica y solar, hasta el punto de tener que desperdiciar energía.
Si hace apenas cuatro décadas el 90 por ciento de la electricidad de Brasil procedía de centrales hidroeléctricas, hoy el porcentaje cayó al 53 por ciento, mientras que varios estudios apuntan que dentro de siete años, la cuota habrá bajado al 42 por ciento.
La principal razón de este descenso es la migración de las inversiones a otras fuentes de energía, como la eólica y la solar, cada vez más baratas. Como consecuencia, hay veces en que los generadores hidroeléctricos incluso tienen que desperdiciar agua, que derraman sin producir energía.
El año pasado se batieron récords en este tipo de procesos. Sólo en febrero, las centrales hidroeléctricas brasileñas dejaron de producir 16 gigavatios, cerca del 21 por ciento de la demanda total del país ese mes. La cifra no tiene en cuenta la energía que se exportó a Argentina y Uruguay.
En 1985, la matriz eléctrica brasileña se componía básicamente de cuatro fuentes: agua, carbón, petróleo y nuclear; es decir, sólo una renovable -la hidroeléctrica-, aunque era, con mucho, la mayor.
Hoy hay por lo menos diez, seis de las cuales son renovables. Entre ellas, las preferidas de los inversores actuales: la eólica y la solar, que representan el 11,5 por ciento y el 11,8 por ciento de toda la capacidad de Brasil.
Según la Empresa de Investigación Energética (EPE), estos porcentajes deberían ser del 11 por ciento y del 18 por ciento en 2031. La estimación de la capacidad de generación solar asume que toda la energía renovable producida en generación distribuida en 2031 provendrá de paneles solares.
El cambio en la participación de cada fuente de electricidad tiene una lógica financiera: hasta principios de la década pasada, las centrales hidroeléctricas eran las campeonas en inversiones en generación centralizada, según la EPE. Pero el declive comenzó en 2013, y en 2017 perdieron terreno frente a la eólica. En 2020, último año del análisis, las hidroeléctricas quedaron por detrás de la eólica, la solar, la termoeléctrica y la biomasa.
"En la mente de la gente parece que las energías renovables son solo la eólica y la fotovoltaica. Como las centrales hidroeléctricas son centenarias, la gente se ha acostumbrado a este recurso en el sistema, como si no mereciera ser destacado en la transición energética", comentó a Xinhua Marisete Dadald, presidenta de la Asociación Brasileña de Empresas Generadoras de Electricidad (Abrage).
En términos de emisiones, el cambio en la matriz brasileña no tiene mucho efecto. El IPCC (organismo de la ONU encargado de la ciencia del clima) calcula que la energía solar emite una media de 48 gramos de CO2 equivalente por kilovatio-hora (kwh), mientras que la hidroeléctrica emite 24 gramos. Eso es la mitad, pero comparado con los grandes emisores es casi nada; el carbón, por ejemplo, emite 820 gramos de CO2 equivalente por kwh.
Pero el cambio, según los expertos, amenaza con flexibilizar el sistema eléctrico nacional. Esto se debe a que Brasil sigue sin poder almacenar a gran escala la energía eólica y solar producida en el país. Como resultado, en los momentos de menor demanda de energía, son las hidroeléctricas las responsables de reducir la producción de energía, debido a su mayor facilidad técnica y a que la energía eólica y solar son más baratas - en estos casos, las hidroeléctricas drenan el agua que se utilizaría para la generación de energía, en un proceso llamado derrame.
Según esta lógica, cuanto más dependa el sistema de la energía solar y eólica, más centrales hidroeléctricas serán elegidas para reducir la oferta de electricidad cuando baje la demanda - a menos que se creen formas de almacenamiento de energía en el país, como baterías.
"Desde el punto de vista económico, la generación hidroeléctrica es muy atractiva, pero depende del potencial, que es un salto de agua preexistente. Lo que ocurrió fue que agotamos el potencial. Todavía se podrían construir una o dos centrales hidroeléctricas, pero en la frontera entre la meseta y la cuenca del río Amazonas, donde no es barato construir porque no hay línea de transmisión y el trabajo es más complicado", dijo Dadald.
Por otro lado, el sector apuesta por modernizar las actuales centrales hidroeléctricas. Un estudio de la EPE demostró que las centrales hidroeléctricas de Brasil aún tienen capacidad para aumentar su potencia en 18,2 GW si se modernizan y amplían
Según Dadald, "el estancamiento de las hidroeléctricas es una realidad mundial, con excepción de China, que posee las mayores centrales y lidera las inversiones en este sector en los países emergentes".
Para ella, "hay que colocar a las hidroeléctricas como el buque insignia de la transición energética, porque son las que han permitido la inserción masiva de estas fuentes intermitentes, que son la eólica y la fotovoltaica. Si no fuera por las hidroeléctricas, tal vez no tendríamos el éxito que tenemos hoy con la participación de estas fuentes", concluyó.