BUENOS AIRES, 14 feb (Xinhua) -- China es aún un país en desarrollo, y los intentos de potencias occidentales para despojarlo de esa clasificación tienen como finalidad obstaculizar o contener el proceso de ascenso e industrialización del país asiático, afirmó el académico argentino Gabriel Merino.
Durante una reciente entrevista con Xinhua, el coordinador del grupo de trabajo "China y el mapa del poder mundial", del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), dijo que China se presenta como el país en desarrollo más grande, y esa es "una buena definición".
"China es claramente hoy una potencia emergente, que se identifica con el conjunto de los países en desarrollo, y es la segunda potencia económica del mundo (...). Entonces tiene una magnitud notable", planteó el experto.
Merino, licenciado en Sociología y doctor en Ciencias Sociales, señaló que China, "en los últimos años, viene encabezando el crecimiento de la economía mundial. El aporte al crecimiento de la economía mundial de China es determinante. Entonces, esa combinación entre país en desarrollo, y más grande, a su vez, mostrando su importancia dentro de los emergentes, es una definición que se adecua bastante bien a la realidad de la transición económica que estamos viviendo".
En los últimos años, debido al rápido crecimiento de la economía china, algunos países ya ven a China como un integrante de las filas de países desarrollados y empiezan a juzgar a Beijing bajo los estándares correspondientes a ese nivel.
Merino recordó que "China, en términos de PBI per cápita, o en términos de índices de desarrollo humano, está un escalón por debajo de los países desarrollados".
"Uno puede decir que en la costa, en ciertas regiones, en Shanghai, en Beijing, en el sur, en la zona del río de las Perlas, en Shenzhen o en (la Región Administrativa Especial de) Hong Kong, hay indicadores y realidades de país desarrollado, pero en otras grandes áreas de China, que todavía cuenta con una población rural muy, muy importante, hay otras características, otras realidades", enfatizó el entrevistado.
El también investigador adjunto del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina explicó que China, con sus contrastes y particularidades, sigue siendo un país "en transición, en desarrollo o en emergencia", y se refirió, en ese marco, a los intentos de países occidentales que buscan despojar de esa clasificación a la nación asiática.
"Yo lo llamo guerra mundial híbrida, fragmentada, que se da sobre todo contra los países emergentes por parte de los viejos países dominantes, sobre todo Estados Unidos, para tratar de frenar ese desarrollo, ese ascenso, esa emergencia, y obviamente que tiene a China como blanco principal. Lo vemos con la guerra comercial y la guerra tecnológica", explicó el académico.
En el caso específico de denominar a China como un país desarrollado y no en desarrollo, sostuvo que ello puede tener implicancias en cuanto al acceso o no a preferencias arancelarias, o a un mayor o menor tiempo para adaptarse a reglamentaciones o asistencias técnicas, además de buscar un impacto y presionar sobre ciertas exportaciones chinas.
"Hay muchos países desarrollados que ven una amenaza en este gran desarrollo y capacidad de China en un montón de ramas, no solo en productos de bajo valor agregado, sino de gran valor agregado, con marca propia y con tecnología propia", dijo el investigador.
Además, remarcó que "hay una cuestión central", que se vincula con el cambio climático y la emisión de gases de efecto invernadero.
"China defiende un aspecto central, que es clave para el sur global, que es contabilizar la emisión de gases de efecto invernadero en función de las emisiones per cápita y el consumo de energía per cápita. Y ahí China, justamente por su gran población, se asemeja a los países del Sur Global y a un consumo muchísimo menor y una emisión menor per cápita que los países desarrollados", comparó el experto.
Consideró por ello que el intento de ubicar a China como un país desarrollado busca exigirle "un esfuerzo mucho mayor en materia de emisiones y que de alguna manera eso pueda obstaculizar o contener su proceso de desarrollo e industrialización".
"Ahí hay un debate muy interesante a nivel mundial, sobre quién es el responsable de la emisión de gases. Forzar que China sea declarada país desarrollado tiene que ver con esta puja comercial y tecnológica y, de fondo, geopolítica también", planteó Merino.
El analista recordó además que en la cumbre de los países del grupo BRICS, integrado por Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica, que se celebró en la ciudad sudafricana de Johannesburgo en agosto del año pasado, el presidente chino, Xi Jinping, resaltó que "China ha sido y siempre será miembro de los países en desarrollo".
"Es una gran definición política, y en el marco en que lo hizo, en una cumbre de los BRICS, que es este gran espacio, heterogéneo, que articula potencias emergentes, que vienen de la semiperiferia, de países de ingresos medios o medios bajos, pero que están en un proceso de desarrollo o de ascenso y de articulación para, de alguna manera, democratizar el sistema mundial", sostuvo.
A modo de resumen, Merino expresó que "por más que China aparezca ya con ciertas características, como ser la economía número dos del mundo en términos nominales, o la número uno en términos de poder adquisitivo, con grandes capacidades industriales, tecnológicas, comerciales, financieras, hay una apuesta política muy fuerte a profundizar esos vínculos con los otros países emergentes y con el Sur Global. Me parece que es la gran apuesta de China y que eso cada vez tiene más relevancia en su agenda".