BEIJING, 10 jun (Xinhua) -- La adicción de Estados Unidos a imponer sanciones se está descontrolando.
Dada la cantidad de sanciones que ha impuesto, EE. UU. es el más preeminente "señor de las sanciones" del mundo.
A principios de este año, cerca de 12.000 entidades estaban bajo sanciones del país norteamericano, según un artículo de opinión publicado el lunes en el diario The Washington Post, con base en las estadísticas del Departamento del Tesoro.
En 2022, el Tesoro de EE. UU. agregó 2.549 nuevas designaciones, mientras que a finales de 2021 se estimó que impuso sanciones a 9.421 organizaciones e individuos, un aumento de aproximadamente el 900 por ciento en los últimos 20 años.
Washington tiene una larga tradición de coerción económica. Había diseñado las sanciones como "un instrumento coercitivo para el mundo moderno", como dijo el expresidente estadounidense Woodrow Wilson en 1919, para reprimir a sus potenciales rivales y manipular el tejido de la economía global.
Durante las últimas décadas, EE. UU. ha dado luz verde a una avalancha de leyes nacionales y órdenes ejecutivas para hacer cumplir la jurisdicción extraterritorial sobre entidades e individuos de otros países.
Pasando por alto las normas y leyes internacionales, esta práctica judicial y ejecutiva arbitraria le da fuerza a varias formas de sanciones a disposición de Washington, exponiendo los verdaderos colores de la jurisdicción de brazo largo de EE. UU.
En los últimos años, una multitud de medidas económicas coercitivas, como aranceles comerciales, controles de exportación y escrutinio de inversiones extranjeras, se han convertido en "la base de la diplomacia estadounidense", dijo Agathe Demarais, directora de pronósticos globales de la Unidad de Inteligencia de la revista The Economist, en su libro de 2022 "Contraproducente: cómo las sanciones remodelan el mundo contra los intereses de EE. UU."
Sin embargo, se ha demostrado que la coerción económica es ineficaz para revertir el declive del dominio global de Estados Unidos. Tales esfuerzos han resultado contraproducentes y han causado daño a los propios intereses del país norteamericano.
"El uso excesivo de sanciones está alimentando el resentimiento contra Washington en todo el mundo, lo que lleva a amigos y enemigos de EE. UU. a repensar sus lazos con el país norteamericano y encontrar vías alternativas para hacer negocios", escribió Demarais.
La cultura política tóxica en Washington está detrás de la adicción descontrolada del país a las sanciones. Y la política partidista ha erosionado la capacidad de EE. UU. para desarrollar medidas políticas factibles para asuntos internos o externos.
La dureza militar y los impulsos proteccionistas son fuertes en EE. UU., dijo The Economist en un artículo reciente, agregando que la política del país es descentralizada y estridente, con los legisladores estatales mostrándose agresivos para pulir sus credenciales.
Además, el declive de la fuerza nacional del país en los últimos años ha llevado a las élites de Washington a adoptar estrategias geopolíticas de suma cero a más corto plazo, incluidos enfoques egoístas como las sanciones.
Sin embargo, el "señor de las sanciones" moderno se enfrenta a desafíos cada vez más complejos cuando utiliza tales armas. Washington debería ser prudente y reconsiderar antes de recurrir a este método habitual de coerción.
