ENFOQUE: ¿Son los recientes comentarios sobre China de los políticos estadounidenses un "gesto de buena voluntad"? | Spanish.xinhuanet.com

ENFOQUE: ¿Son los recientes comentarios sobre China de los políticos estadounidenses un "gesto de buena voluntad"?

spanish.news.cn| 2023-05-03 13:43:45|
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BEIJING, 3 may (Xinhua) -- El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo recientemente que la Ley de Chips y Ciencia "no fue diseñada para dañar a China". Pero, ¿son creíbles sus comentarios, junto con otros similares que hicieron varios funcionarios estadounidenses?

Anteriormente, la representante comercial de EE. UU., Katherine Tai, dijo que todos los miembros de la Administración Biden han sido "muy claros" en que la desvinculación de la economía china "no es un objetivo ni es alcanzable". La secretaria del Tesoro de EE. UU., Janet Yellen, también negó que Estados Unidos estuviera tratando de desvincular la economía estadounidense de la de China.

Esos comentarios pueden parecer amistosos, pero difícilmente pueden interpretarse como un "gesto de buena voluntad" de parte de Estados Unidos hacia China. De hecho, los comentarios son solo parte de la histórica política hacia China con dos caras de Washington: aplicar un enfoque mixto de contención, competencia y cooperación para servir mejor a los intereses propios de Estados Unidos y su arrogancia para dominar el mundo.

LA DUPLICIDAD HABITUAL

De hecho, esta no es la primera vez que esos altos funcionarios estadounidenses hacen este tipo de comentarios engañosos. Durante una visita a Francia en 2021, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, dijo que "nuestro propósito no es contener a China" o "tratar de detener a China".

Entonces, ¿qué hacer con la brecha entre estos dichos y las políticas reales de Washington?

En múltiples temas apremiantes, Estados Unidos ciertamente necesita cooperar con China, como la crisis financiera mundial de 2008 y el cambio climático. Ningún país puede solucionar esos problemas por sí solo.

Mientras tanto, las sucesivas Administraciones estadounidenses en las últimas décadas han visto a China como un competidor estratégico y un desafío a la supremacía global de Estados Unidos.

Por lo tanto, Washington ha optado por exigir comunicación y cooperación de China, por un lado, mientras intenta contener el desarrollo de China por el otro a través de varios medios con el pretexto de salvaguardar la seguridad nacional y el llamado orden internacional basado en reglas.

Por ejemplo, Washington afirma repetidamente que no buscará una nueva "Guerra Fría" con Beijing, pero ha estado exagerando la llamada narrativa de "democracia versus autocracia"; afirma que quiere promover una visión de un sistema internacional abierto e inclusivo, pero está empeñado en construir una serie de bloques exclusivos como las alianzas Quad y AUKUS para rodear a China.

Si bien también afirma que la Ley de Chips y Ciencia no fue diseñada para perjudicar a China, un adjudicatario en virtud de la ley "no puede participar en ninguna transacción significativa que involucre la expansión material de la capacidad de fabricación de semiconductores" en China o cualquier otro país extranjero de interés en diez años. Mientras tanto, Washington está obligando a algunos de sus aliados clave a restringir el suministro de chips a China.

Tales ejemplos de la hipocresía estadounidense no son escasos. Más recientemente, Estados Unidos continúa vendiendo mentiras sobre un globo civil chino y el rastreo de los orígenes de la COVID-19. También insistió en organizar una llamada escala en Estados Unidos para la líder de la región china de Taiwan.

Esas acciones solo han reforzado la impresión de que Washington no tiene una intención real de alterar su equivocada política hacia China y mejorar las relaciones bilaterales.

"Tanto EE. UU. como China tienen roles importantes que desempeñar en la diplomacia global y el diálogo estratégico. Una mayor comunicación y cooperación en temas como el cambio climático, la salud mundial y la no proliferación nuclear podría beneficiar tanto a los dos países como al mundo", dijo Cavince Adhere, un académico de relaciones internacionales con sede en Kenia.

RESULTADOS DAÑINOS

Las relaciones China-EE. UU. son ampliamente reconocidas como las relaciones bilaterales más importantes del mundo. Un manejo tan dudoso de la relación por parte de Washington no solo será contraproducente y eventualmente dañará los propios intereses de Estados Unidos, sino que también impedirá que la comunidad internacional resuelva sus problemas comunes.

La deuda del Gobierno federal de Estados Unidos alcanzó su techo de 31,4 billones de dólares en enero. La Reserva Federal ha elevado continuamente las tasas de interés para frenar la inflación. Varios bancos de EE. UU. han colapsado, aumentando el temor de una crisis bancaria, y las turbulencias financieras han intensificado el riesgo de una recesión.

Los expertos han dicho que en tales circunstancias y en un mundo integrado, gestionar adecuadamente la relación entre China y EE. UU. ayudará a Estados Unidos a estabilizar su situación económica y financiera.

Nourhan el-Sheikh, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de El Cairo, dijo que China, como la segunda economía más grande del mundo y un importante impulsor del comercio mundial, también es un poseedor clave de bonos del Tesoro de Estados Unidos.

Para construir relaciones saludables entre los dos países, Washington debe renunciar a su política hacia China con dos caras y cooperar con China de manera sincera. Asimismo, los políticos estadounidenses no deben decir una cosa mientras hacen otra.

Al mismo tiempo, la política de Washington sobre China, que combina contención y cooperación tiene consecuencias globales; el hecho de que Estados Unidos hable de cooperación mientras busca la confrontación al mismo tiempo ha perturbado en gran medida el orden mundial y confundido a otros países, dañando aún más la reputación de Estados Unidos.

La política de Estados Unidos de reprimir a China ha sacudido las cadenas industriales globales y ha dañado los intereses de muchos países, dijo Zhang Yifei, investigador asociado del Instituto de Estudios Estadounidenses de la Academia China de Ciencias Sociales.

Stephen Walt, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Harvard, dijo en un artículo que escribió para Foreign Policy que la mayoría de los países "no quieren ver que la competencia de las grandes potencias se salga de control, porque creen que un choque chino-estadounidense tendría consecuencias negativas para ellos".

"En las próximas décadas, por lo tanto, muchos Estados preferirán unirse detrás de una gran potencia que parezca más probable que promueva la paz, la estabilidad y el orden. Por la misma lógica, tenderán a distanciarse de potencias que creen que son perturbadoras de la paz", sentenció.

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