Boom del balón

Actualizado 2018-06-14 09:30:57 | Spanish. xinhuanet. com

(Xinhua/Yang Lei)

Por Mateo Herrera

A pesar de no haber clasificado al mundial de Rusia, China le apuesta a ser una potencia futbolística

China, una vez más, será el gigante ausente en la Copa Mundial de Rusia 2018, a pesar de que el equipo de balompié masculino tuvo tres victorias y tres empates en las eliminatorias del Grupo A, el resultado final de la tabla no bastó para que la selección nacional, dirigida por el italiano Marcello Lippi, clasificara a la cita futbolística más importante del planeta.

Sin embargo, de lo que no cabe duda es que desde hace varios años el país asiático ha estado invirtiendo fuertemente en talento extranjero -jugadores y equipo técnico- para fomentar el fútbol a nivel nacional. Como el ejemplo, en las últimas ventanas de transferencia, a la Superliga China han ingresado grandes jugadores como Óscar, Alexandre Pato y el argentino Javier Mascherano, quien fue adquirido por el Hebei China Fortune a principios de año por un poco menos de 7 millones de dólares.

Lo interesante de la apuesta de China es que paga generosas cifras por reconocidos jugadores de talla mundial. De los deportistas mencionados, Óscar, con 26 años, es el más joven. A él le siguen Pato, con 28, y Mascherano, con 33. Cabe agregar que el centrocampista argentino, quien entre 2010 y 2018 jugó en el F.C. Barcelona, fue uno de los fichajes de la Superliga China más caros de la última apertura de dicho mercado.

“China tiene la capacidad económica y la ambición para construir la liga más fuerte del planeta”, publicó Semana, una de las revistas más prestigiosas de Colombia, en un artículo titulado El dragón que podría cambiar el fútbol mundial. “Esta expansión modificaría la geopolítica del balón”.

A pesar de que China se enorgullece de haber inventado el fútbol hace alrededor de 2.000 años, nunca ha sido una potencia futbolística, y actualmente ocupa el puesto 73 en el ranking mundial de la FIFA. Al contrario, los equipos de la Superliga han sido criticados por su bajo nivel competitivo, y el seleccionado nacional solo ha traído vergüenza para el deporte local.

Basta con recordar el pésimo desempeño en el mundial Corea-Japón 2002, donde recibieron goles en nueve ocasiones y no lograron vencer el arco rival ni una sola vez, o el ridículo que hicieron en 2013 durante un partido amistoso en casa contra la selección sub-23 de Tailandia, que goleó 5 a 1. Tras la humillación, la federación china de fútbol pidió disculpas públicamente. Sin embargo, para un país que obtuvo la mayor cantidad de oros durante las Olimpiadas del 2008, las disculpas parecen no ser suficientes.

(Xinhua/Yang Lei)

El sueño futbolístico de China

En ese entonces ya se estaba hablando de grandes figuras en el futbol chino como Didier Drogba, quien jugó en el Shanghai Shenhua en 2012, o el paraguayo Lucas Barrios, que hizo parte del Guangzhou Evergrande antes de partir al Spartak Moscow en agosto de 2013.

"Sólo hay que ver los fichajes tan importantes que se están haciendo para saber que el campeonato chino va a crecer mucho en los próximos años", dijo Rafa Jordá en 2012, cuando fue transferido del Levante al Guizhou Renhe, en entrevista con el portal Fútbol Asiático. “Están llegando jugadores muy importantes de otras ligas”.

No obstante, las adquisiciones de jugadores de talla mundial solo son una parte del plan del país asiático por darle mayor relevancia al fútbol y generar mayor competitividad dentro de la liga local. En 2015, la Ofina General del Consejo de Estado dió a conocer un plan de 50 puntos sobre el desarrollo de este deporte. Algunas de las metas propuestas fueron la creación de más escuelas dentro de los próximos 10 años y hacer del fútbol una actividad obligatoria para estudiantes de primaria y secundaria en las escuelas del país.

“Yo creo que poco a poco China va a lograr crear una base que le permita desarrollar jugadores a futuro”, dijo Armando Hernández, futbolista y entrenador de chicos en Beijing. “Hoy en día, esa plataforma profesional todavía no existe, pero la infraestructura y los recursos los tienen”.

La Escuela de Fútbol Evergrande de Guangzhou es uno de los mejores ejemplos de esta apuesta. Con 167 hectáreas, 50 canchas de futbol, gimnasio, piscina olímpica, biblioteca y sala de computadores, entre otros, es la academia futbolística más grande del mundo. Además, los 2.600 estudiantes están bajo la dirección de 150 entrenadores profesionales, 22 provenientes de las principales ligas españolas.

“El futuro del fútbol chino está aquí”, sostuvo Juan José Rodríguez Berraco, un joven entrenador español que llegó a Guangzhou desde el Atlético de Madrid, en entrevista con el Sydney Morning Herald. “En España, tener tantos estudiantes o contar con un campus de dimensiones semejantes es casi imposible".

(Xinhua/Yang Lei)

Empresarios chinos conquistan el “viejo continente”

En los últimos años, también se ha visto un enorme interés por parte de los chinos en adquirir participaciones en equipos europeos. A principios de 2015, Wang Jianlin, propietario de Dalian Wanda Group, compró 20% del Club Atlético de Madrid por 45 millones de euros. Y a finales de ese mismo año, Rastar Group, una empresa china con sede en Hong Kong, acordó la compra del 45,1% del RCD Espanyol, equipo del cual poco tiempo después adquiriría el 93,3% de su valor total.

En Italia, el Inter y el A.C, las grandes plantillas de Milan, también fueron adquiridas por empresarios chinos, la primera por el Grupo Suning Holdings y la segunda por Rossoneri Sport Investment Lux, una compañía vinculada al magnate Yonghong Li.

Para evitar los crecientes gastos irracionales en jugadores que se venían viendo hasta hace poco, en verano del año pasado la Asociación China de Fútbol (ACF) estableció impuestos del 100% para transferencias internacionales mayores a los 7 millones de dólares y transferencias locales superiores a los 3 millones.

Así, el órgano regulador del fútbol en China no solo busca fomentar el talento local, con los impuestos recaudados, sino también forjar un futuro con una liga competitiva y financieramente sostenible, comparable con las mejores de Europa y América.

 
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(Xinhua/Yang Lei)

Por Mateo Herrera

A pesar de no haber clasificado al mundial de Rusia, China le apuesta a ser una potencia futbolística

China, una vez más, será el gigante ausente en la Copa Mundial de Rusia 2018, a pesar de que el equipo de balompié masculino tuvo tres victorias y tres empates en las eliminatorias del Grupo A, el resultado final de la tabla no bastó para que la selección nacional, dirigida por el italiano Marcello Lippi, clasificara a la cita futbolística más importante del planeta.

Sin embargo, de lo que no cabe duda es que desde hace varios años el país asiático ha estado invirtiendo fuertemente en talento extranjero -jugadores y equipo técnico- para fomentar el fútbol a nivel nacional. Como el ejemplo, en las últimas ventanas de transferencia, a la Superliga China han ingresado grandes jugadores como Óscar, Alexandre Pato y el argentino Javier Mascherano, quien fue adquirido por el Hebei China Fortune a principios de año por un poco menos de 7 millones de dólares.

Lo interesante de la apuesta de China es que paga generosas cifras por reconocidos jugadores de talla mundial. De los deportistas mencionados, Óscar, con 26 años, es el más joven. A él le siguen Pato, con 28, y Mascherano, con 33. Cabe agregar que el centrocampista argentino, quien entre 2010 y 2018 jugó en el F.C. Barcelona, fue uno de los fichajes de la Superliga China más caros de la última apertura de dicho mercado.

“China tiene la capacidad económica y la ambición para construir la liga más fuerte del planeta”, publicó Semana, una de las revistas más prestigiosas de Colombia, en un artículo titulado El dragón que podría cambiar el fútbol mundial. “Esta expansión modificaría la geopolítica del balón”.

A pesar de que China se enorgullece de haber inventado el fútbol hace alrededor de 2.000 años, nunca ha sido una potencia futbolística, y actualmente ocupa el puesto 73 en el ranking mundial de la FIFA. Al contrario, los equipos de la Superliga han sido criticados por su bajo nivel competitivo, y el seleccionado nacional solo ha traído vergüenza para el deporte local.

Basta con recordar el pésimo desempeño en el mundial Corea-Japón 2002, donde recibieron goles en nueve ocasiones y no lograron vencer el arco rival ni una sola vez, o el ridículo que hicieron en 2013 durante un partido amistoso en casa contra la selección sub-23 de Tailandia, que goleó 5 a 1. Tras la humillación, la federación china de fútbol pidió disculpas públicamente. Sin embargo, para un país que obtuvo la mayor cantidad de oros durante las Olimpiadas del 2008, las disculpas parecen no ser suficientes.

(Xinhua/Yang Lei)

El sueño futbolístico de China

En ese entonces ya se estaba hablando de grandes figuras en el futbol chino como Didier Drogba, quien jugó en el Shanghai Shenhua en 2012, o el paraguayo Lucas Barrios, que hizo parte del Guangzhou Evergrande antes de partir al Spartak Moscow en agosto de 2013.

"Sólo hay que ver los fichajes tan importantes que se están haciendo para saber que el campeonato chino va a crecer mucho en los próximos años", dijo Rafa Jordá en 2012, cuando fue transferido del Levante al Guizhou Renhe, en entrevista con el portal Fútbol Asiático. “Están llegando jugadores muy importantes de otras ligas”.

No obstante, las adquisiciones de jugadores de talla mundial solo son una parte del plan del país asiático por darle mayor relevancia al fútbol y generar mayor competitividad dentro de la liga local. En 2015, la Ofina General del Consejo de Estado dió a conocer un plan de 50 puntos sobre el desarrollo de este deporte. Algunas de las metas propuestas fueron la creación de más escuelas dentro de los próximos 10 años y hacer del fútbol una actividad obligatoria para estudiantes de primaria y secundaria en las escuelas del país.

“Yo creo que poco a poco China va a lograr crear una base que le permita desarrollar jugadores a futuro”, dijo Armando Hernández, futbolista y entrenador de chicos en Beijing. “Hoy en día, esa plataforma profesional todavía no existe, pero la infraestructura y los recursos los tienen”.

La Escuela de Fútbol Evergrande de Guangzhou es uno de los mejores ejemplos de esta apuesta. Con 167 hectáreas, 50 canchas de futbol, gimnasio, piscina olímpica, biblioteca y sala de computadores, entre otros, es la academia futbolística más grande del mundo. Además, los 2.600 estudiantes están bajo la dirección de 150 entrenadores profesionales, 22 provenientes de las principales ligas españolas.

“El futuro del fútbol chino está aquí”, sostuvo Juan José Rodríguez Berraco, un joven entrenador español que llegó a Guangzhou desde el Atlético de Madrid, en entrevista con el Sydney Morning Herald. “En España, tener tantos estudiantes o contar con un campus de dimensiones semejantes es casi imposible".

(Xinhua/Yang Lei)

Empresarios chinos conquistan el “viejo continente”

En los últimos años, también se ha visto un enorme interés por parte de los chinos en adquirir participaciones en equipos europeos. A principios de 2015, Wang Jianlin, propietario de Dalian Wanda Group, compró 20% del Club Atlético de Madrid por 45 millones de euros. Y a finales de ese mismo año, Rastar Group, una empresa china con sede en Hong Kong, acordó la compra del 45,1% del RCD Espanyol, equipo del cual poco tiempo después adquiriría el 93,3% de su valor total.

En Italia, el Inter y el A.C, las grandes plantillas de Milan, también fueron adquiridas por empresarios chinos, la primera por el Grupo Suning Holdings y la segunda por Rossoneri Sport Investment Lux, una compañía vinculada al magnate Yonghong Li.

Para evitar los crecientes gastos irracionales en jugadores que se venían viendo hasta hace poco, en verano del año pasado la Asociación China de Fútbol (ACF) estableció impuestos del 100% para transferencias internacionales mayores a los 7 millones de dólares y transferencias locales superiores a los 3 millones.

Así, el órgano regulador del fútbol en China no solo busca fomentar el talento local, con los impuestos recaudados, sino también forjar un futuro con una liga competitiva y financieramente sostenible, comparable con las mejores de Europa y América.

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