“Quiero hacer algo que me apasione y que esté relacionado con China”

Actualizado 2018-05-28 09:15:57 | Spanish. xinhuanet. com

Por Tao Lin

Una joven cubana que estudia en la Universidad de Lengua y Cultura de Beijing cuenta sus experiencias a Xinhuanet.

Yinet Duarte Pérez comenzó a estudiar francés en La Habana, Cuba, y dos años después descubrió algo que cambió su vida. “Supe que había un programa del idioma chino en la Universidad de La Habana en el que después de dos años de estudiar en Cuba, los mejores graduados venían a China a terminar la carrera” , empezó a contar su relato la joven cubana durante una entrevista con Xinhuanet.

Pero su vínculo con China había comenzado antes de 2007. “Antes de entrar en la universidad empecé a practicar el tai chi y eso fue una fuente de motivación para mí. Me pareció interesante el uso de la energía y el manejo de la respiración en los ejercicios”, continuó diciendo Yinet. En total fueron más de 5 años de estudio del idioma en el país asiático, donde se esforzó por perfeccionar la pronunciación y aprender a escribir los caracteres.

En 2013, Yinet regresó a La Habana después de terminar su licenciatura en la Universidad de Lengua y Cultura de Beijing para continuar como profesora en el Instituto Confucio de la isla caribeña. “Me gusta enseñar y creo que no se me da mal. No importa el grado de complejidad de lo que uno enseña si lo sabe dosificar y estructurar de una forma que resulte sencilla para la gente”, afirmó la joven traductora e investigadora cubana.

Su deseo de aprender y compartir sus conocimientos le ha permitido desarrollar investigaciones en el área de la Pedagogía. “He aplicado la forma en la que yo misma aprendí. Al principio me guié por lo que me enseñaron y por mis experiencias como estudiante” agregó. Además, Yinet recibió clases en la Universidad de la Habana (UH) en un posgrado de lingüística que ofrece la Facultad de Lenguas Extranjeras. Dicha casa de altos estudios fue fundada el  5 de enero de 1728 por lo que es una de las primeras universidades de América. Está adscripta al Ministerio de Educación Superior y fue declarada Monumento Nacional  el 10 de octubre de 1978.

Yinet recordó su experiencia como profesora en el Instituto Confucio de Cuba. “Tenía cuatro años de fundación cuando empecé a trabajar allí. Los cubanos iban por curiosidad hacia el idioma, y había muchos jóvenes y trabajadores que por razones laborales vinculadas con China necesitaban aprender el mandarín”,añadió. Entre los estudiantes estaban descendientes de chinos radicados en Cuba y algunos podían hablar cantonés. “La gente en Cuba tiene deseos de superarse y aprender chino es una forma sana de distraerse y de prepararse para el futuro. No solo están las clases para conocer el país y su cultura, también hay actividades en las que se aprende la caligrafía china y las celebraciones de fiestas tradicionales chinas, como la Fiesta del Medio Otoño, por ejemplo”.

Llegó a China por primera vez en 2009 y la Universidad de Lengua y Cultura (BLCU, siglas en inglés) de Beijing la acogió. “Un año y medio después fui como traductora a una gira de BLCU por países de América latina y el Caribe, específicamente a México, Cuba y Jamaica. Fue una gala por año nuevo organizada por el Instituto Confucio de la universidad”. En 2014 participó en el Primer curso para profesores hispanohablantes de chino en Santiago de Chile, en el Centro Regional de los Institutos Confucio para América Latina (CRICAL). “Acababan de abrir el CRICAL y asistimos profesores de toda América Latina, en su mayoría jóvenes e inexpertos como yo. Fue impartido por dos profesoras de BLCU especializadas en la enseñanza del chino como lengua extranjera”. Opinó que todavía queda mucho camino por andar en América Latina para mejorar y perfeccionar la enseñanza y la pedagogía para el estudio del chino.

Entre los objetivos del Centro Regional de los Institutos Confucio para América Latina destaca posibilitar a los institutos Confucio latinoamericanos que desempeñen un rol de carácter estratégico en el proceso de intensificación y profundización de las relaciones de  América Latina con la República Popular China, revalorizando el área geográfica de influencia y el idioma común de la región. También tiene entre sus funciones imaginar, diseñar e implementar líneas de acción, proyectos y actividades comunes a los distintos niveles (institucional, grupal o individual) y en distintos planos (social, cultural, educacional económico y productivo) que dichas relaciones abarquen. Formula de conjunto con Hanban una oferta cultural, educativa académica, económica, tecnológica y comercial. En su labor de expansión por la región elabora estrategias según las experiencias y realidades de sus miembros, con el objeto de definir líneas de acción aptas para hacer frente a la problemática común. La experiencia vivida en el CRICAL fue inolvidable para Yinet.

“De China me gustan varias cosas. En la parte cultural me encanta su diversidad y sus paisajes. Estuve por ejemplo en Xinjiang, en Kashgar, una de las ciudades principales de la Ruta de la Seday que me fascinó. El paisaje es bello, tiene desierto, montañas con glaciares, ríos y un cielo azul hermoso”, aaeguró Yinet. También ha estado en la provincia de Shandong, pero su estancia en Henan ha dejado una profunda huella en su memoria. “Allí conocí a integrantes de la familia Chen, la iniciadora del estilo de tai chi que lleva su apellido, ahí tienen su propia escuela”. Su estancia en la escuela se extendió por un mes. “Pasamos allí el año nuevo al estilo chino, yo era la única extranjera en el pueblo. Eso fue en febrero de 2013”. Antes ya había visitado la provincia de Hubei y se quedó tres días en la montaña Wudang, donde, según una leyenda china, tiene su origen el taichí. “En la cima hay un monasterio taoísta y a lo largo de toda la montaña, que tiene varios picos, otros templos donde también se practica tai chi. Es un lugar mágico”.

Además de enseñar la lengua china en Cuba, también ha trabajado como profesora de español en China. Actualmente realiza prácticas como docente de español en su universidad. Aseguró a Xinhua que es un trabajo que disfruta muchísimo, ya que puede mostrar su cultura y compartir con estudiantes chinos. Dentro de su programa de maestría, la especialidad que eligió es fonética y tiene pensado escribir sobre el español de Cuba en su tesis final.

En junio de 2019, la joven cubana terminará su maestría en China. “Me gustaría dedicarme a la enseñanza del idioma chino o del español a hablantes de chino. Pero también disfruto traducir y me gusta la edición y corrección de textos. En general quiero hacer algo que me apasione, que esté relacionado con China y que sea útil socialmente,” destacó. Su experiencia en China y su apego por el idioma le ha abierto muchas puertas. Yinet ha asumido con pasión cada nuevo proyecto y se mantiene atenta a los muchos avances de China en América Latina y el Caribe. Yinet, como muchos otros jóvenes latinoamericanos, es el puente que une dos continentes en el siglo XXI. Sus conocimientos garantizarán no solo buenos intercambios educativos, económicos, políticos y culturales, sino que permitirán que el entendimiento y el respeto mutuos sean una sólida base para el futuro.

 
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Xinhuanet

“Quiero hacer algo que me apasione y que esté relacionado con China”

Spanish.xinhuanet.com 2018-05-28 09:15:57

Por Tao Lin

Una joven cubana que estudia en la Universidad de Lengua y Cultura de Beijing cuenta sus experiencias a Xinhuanet.

Yinet Duarte Pérez comenzó a estudiar francés en La Habana, Cuba, y dos años después descubrió algo que cambió su vida. “Supe que había un programa del idioma chino en la Universidad de La Habana en el que después de dos años de estudiar en Cuba, los mejores graduados venían a China a terminar la carrera” , empezó a contar su relato la joven cubana durante una entrevista con Xinhuanet.

Pero su vínculo con China había comenzado antes de 2007. “Antes de entrar en la universidad empecé a practicar el tai chi y eso fue una fuente de motivación para mí. Me pareció interesante el uso de la energía y el manejo de la respiración en los ejercicios”, continuó diciendo Yinet. En total fueron más de 5 años de estudio del idioma en el país asiático, donde se esforzó por perfeccionar la pronunciación y aprender a escribir los caracteres.

En 2013, Yinet regresó a La Habana después de terminar su licenciatura en la Universidad de Lengua y Cultura de Beijing para continuar como profesora en el Instituto Confucio de la isla caribeña. “Me gusta enseñar y creo que no se me da mal. No importa el grado de complejidad de lo que uno enseña si lo sabe dosificar y estructurar de una forma que resulte sencilla para la gente”, afirmó la joven traductora e investigadora cubana.

Su deseo de aprender y compartir sus conocimientos le ha permitido desarrollar investigaciones en el área de la Pedagogía. “He aplicado la forma en la que yo misma aprendí. Al principio me guié por lo que me enseñaron y por mis experiencias como estudiante” agregó. Además, Yinet recibió clases en la Universidad de la Habana (UH) en un posgrado de lingüística que ofrece la Facultad de Lenguas Extranjeras. Dicha casa de altos estudios fue fundada el  5 de enero de 1728 por lo que es una de las primeras universidades de América. Está adscripta al Ministerio de Educación Superior y fue declarada Monumento Nacional  el 10 de octubre de 1978.

Yinet recordó su experiencia como profesora en el Instituto Confucio de Cuba. “Tenía cuatro años de fundación cuando empecé a trabajar allí. Los cubanos iban por curiosidad hacia el idioma, y había muchos jóvenes y trabajadores que por razones laborales vinculadas con China necesitaban aprender el mandarín”,añadió. Entre los estudiantes estaban descendientes de chinos radicados en Cuba y algunos podían hablar cantonés. “La gente en Cuba tiene deseos de superarse y aprender chino es una forma sana de distraerse y de prepararse para el futuro. No solo están las clases para conocer el país y su cultura, también hay actividades en las que se aprende la caligrafía china y las celebraciones de fiestas tradicionales chinas, como la Fiesta del Medio Otoño, por ejemplo”.

Llegó a China por primera vez en 2009 y la Universidad de Lengua y Cultura (BLCU, siglas en inglés) de Beijing la acogió. “Un año y medio después fui como traductora a una gira de BLCU por países de América latina y el Caribe, específicamente a México, Cuba y Jamaica. Fue una gala por año nuevo organizada por el Instituto Confucio de la universidad”. En 2014 participó en el Primer curso para profesores hispanohablantes de chino en Santiago de Chile, en el Centro Regional de los Institutos Confucio para América Latina (CRICAL). “Acababan de abrir el CRICAL y asistimos profesores de toda América Latina, en su mayoría jóvenes e inexpertos como yo. Fue impartido por dos profesoras de BLCU especializadas en la enseñanza del chino como lengua extranjera”. Opinó que todavía queda mucho camino por andar en América Latina para mejorar y perfeccionar la enseñanza y la pedagogía para el estudio del chino.

Entre los objetivos del Centro Regional de los Institutos Confucio para América Latina destaca posibilitar a los institutos Confucio latinoamericanos que desempeñen un rol de carácter estratégico en el proceso de intensificación y profundización de las relaciones de  América Latina con la República Popular China, revalorizando el área geográfica de influencia y el idioma común de la región. También tiene entre sus funciones imaginar, diseñar e implementar líneas de acción, proyectos y actividades comunes a los distintos niveles (institucional, grupal o individual) y en distintos planos (social, cultural, educacional económico y productivo) que dichas relaciones abarquen. Formula de conjunto con Hanban una oferta cultural, educativa académica, económica, tecnológica y comercial. En su labor de expansión por la región elabora estrategias según las experiencias y realidades de sus miembros, con el objeto de definir líneas de acción aptas para hacer frente a la problemática común. La experiencia vivida en el CRICAL fue inolvidable para Yinet.

“De China me gustan varias cosas. En la parte cultural me encanta su diversidad y sus paisajes. Estuve por ejemplo en Xinjiang, en Kashgar, una de las ciudades principales de la Ruta de la Seday que me fascinó. El paisaje es bello, tiene desierto, montañas con glaciares, ríos y un cielo azul hermoso”, aaeguró Yinet. También ha estado en la provincia de Shandong, pero su estancia en Henan ha dejado una profunda huella en su memoria. “Allí conocí a integrantes de la familia Chen, la iniciadora del estilo de tai chi que lleva su apellido, ahí tienen su propia escuela”. Su estancia en la escuela se extendió por un mes. “Pasamos allí el año nuevo al estilo chino, yo era la única extranjera en el pueblo. Eso fue en febrero de 2013”. Antes ya había visitado la provincia de Hubei y se quedó tres días en la montaña Wudang, donde, según una leyenda china, tiene su origen el taichí. “En la cima hay un monasterio taoísta y a lo largo de toda la montaña, que tiene varios picos, otros templos donde también se practica tai chi. Es un lugar mágico”.

Además de enseñar la lengua china en Cuba, también ha trabajado como profesora de español en China. Actualmente realiza prácticas como docente de español en su universidad. Aseguró a Xinhua que es un trabajo que disfruta muchísimo, ya que puede mostrar su cultura y compartir con estudiantes chinos. Dentro de su programa de maestría, la especialidad que eligió es fonética y tiene pensado escribir sobre el español de Cuba en su tesis final.

En junio de 2019, la joven cubana terminará su maestría en China. “Me gustaría dedicarme a la enseñanza del idioma chino o del español a hablantes de chino. Pero también disfruto traducir y me gusta la edición y corrección de textos. En general quiero hacer algo que me apasione, que esté relacionado con China y que sea útil socialmente,” destacó. Su experiencia en China y su apego por el idioma le ha abierto muchas puertas. Yinet ha asumido con pasión cada nuevo proyecto y se mantiene atenta a los muchos avances de China en América Latina y el Caribe. Yinet, como muchos otros jóvenes latinoamericanos, es el puente que une dos continentes en el siglo XXI. Sus conocimientos garantizarán no solo buenos intercambios educativos, económicos, políticos y culturales, sino que permitirán que el entendimiento y el respeto mutuos sean una sólida base para el futuro.

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