BEIJING, 16 nov (Xinhua) -- Las declaraciones sumamente erróneas y hostiles de la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, sobre China han generado alarma mundial ante la posibilidad de que esté conduciendo a Japón por una vía de resurgimiento de su notorio pasado militarista.
Recientemente, Takaichi afirmó que el "uso de la fuerza contra Taiwan" por parte de la parte continental de China podría constituir una "situación que amenace la supervivencia" de Japón, insinuando la posibilidad de una intervención armada japonesa en el estrecho de Taiwan. Hasta ahora, se ha negado a retirar sus nefastas declaraciones, a pesar de las solemnes gestiones y fuertes protestas presentadas por China a través de medios diplomáticos, así como de las críticas de sus predecesores y otras figuras japonesas clave.
Las palabras de Takaichi recuerdan las pasadas agresiones imperialistas de Japón y exponen las ambiciones militares del país. A lo largo de su historia, Japón ha lanzado agresiones contra numerosas naciones bajo el pretexto de abordar supuestas crisis que amenazaban su supervivencia nacional, incluyendo su invasión de China entre 1931 y 1945. Las guerras de agresión japonesas provocaron crisis de supervivencia en múltiples países asiáticos e infligieron un sufrimiento incalculable a los pueblos de la región y más allá.
Las falacias de Takaichi respecto a China no son en absoluto un hecho aislado, sino parte de una agenda más amplia para acelerar un militarismo renovado. Detrás de estas falacias yacen la paranoia y arrogancia de las fuerzas derechistas japonesas que buscan liberarse de la constitución pacifista del país y perseguir el estatus de "potencia militar".
En los últimos años, Japón ha reajustado drásticamente su política de seguridad, incrementando su gasto en defensa, relajando las restricciones a las exportaciones de armas, buscando desarrollar armas ofensivas y adentrándose cada vez más en el erróneo camino del rearme militar.
Antes de asumir el cargo, Takaichi había realizado repetidas declaraciones contra China, negado la Masacre de Nanjing perpetrada por las tropas japonesas durante su agresión a China, exagerado la narrativa de la "amenaza china" y hecho comentarios irresponsables sobre la cuestión de Taiwan. Ha visitado en múltiples ocasiones el santuario Yasukuni, que es un instrumento espiritual y símbolo de los militaristas japoneses responsables de la guerra de agresión, y donde se homenajea a 14 criminales de guerra de Clase-A convictos, con graves responsabilidades por los crímenes cometidos durante la guerra de agresión.
Este año marca el 80° aniversario de la victoria en la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa y la Guerra Antifascista Mundial. También es el 80° aniversario de la recuperación de Taiwan por parte de China. China tiene una firme determinación, unidad nacional y una fuerte capacidad para salvaguardar su soberanía nacional e integridad territorial.
Las autoridades japonesas deberían arrepentirse sinceramente de las pasadas invasiones militaristas del país, prestar atención a las lecciones de la historia y adherirse a un camino de desarrollo pacífico, en lugar de buscar excusas incendiarias y engañosas para su rearme militar.
Como enseña la sabiduría ancestral, la arrogancia precede a la ruina. Las recientes declaraciones y acciones de Takaichi relacionadas con Taiwan han impactado gravemente en las relaciones China-Japón. La primera ministra japonesa haría bien en retirar inmediatamente sus erróneas declaraciones y dejar de desafiar los intereses centrales de la línea roja de China y el orden internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial. Las peligrosas apuestas políticas en pos del militarismo solo causarán un daño significativo al propio Japón.
