CARACAS, 16 may (Xinhua) -- En un esfuerzo por regenerar suelos degradados y reducir la dependencia de tecnologías importadas, un equipo de investigadores venezolanos logró desarrollar soluciones ecológicas a partir de residuos agroindustriales.
El proyecto, liderado por el doctor Saúl Flores en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), mostró resultados prometedores en la descontaminación de áreas afectadas por hidrocarburos y metales pesados.
"Siempre he pensado que debemos devolver a la tierra lo que nos da", afirmó Flores, jefe del Laboratorio de Ecología de Suelo, Ambiente y Agricultura del IVIC.
En entrevista exclusiva para Xinhua, Flores relató hoy viernes que su motivación parte de una visión de equilibrio ecológico basada en el aprovechamiento de cascarilla de arroz, tusa de maíz, bagazo de sábila y vástago de cambur, residuos que suelen ser desechados tras procesos agrícolas.
En condiciones de laboratorio, el equipo mezcló estos residuos con crudos pesados extraídos de la Faja Petrolífera del Orinoco, icónica zona de enormes reservas petroleras en el país sudamericano.
El objetivo fue estimular la actividad de microorganismos del suelo para degradar hidrocarburos complejos y metales como níquel, vanadio y cadmio, comúnmente presentes en zonas impactadas por derrames petroleros.
Flores explicó el hallazgo científico con una metáfora sencilla: "Es como si tuvieras una tela larga que se va cortando en trozos más pequeños por acción de los microorganismos. Estos, al alimentarse de los residuos, generan enzimas que rompen las moléculas contaminantes".
A decir del experto, uno de los mayores retos del proyecto ha sido escalar los ensayos de laboratorio a terrenos reales.
"No es igual trabajar en laboratorio que intervenir un terreno de cientos de hectáreas. Pero logramos probar nuestras técnicas junto al Instituto de Tecnología Venezolana para el Petróleo en ecosistemas como morichales (comunidad de palma de moriche), sabanas y bosques ribereños, bajo condiciones controladas", comentó.
En estos ensayos, los científicos observaron que en seis meses era posible degradar hasta un 50 por ciento del crudo presente en el suelo.
Un momento decisivo para el equipo ocurrió cuando las muestras tratadas dejaron de mostrar trazas de metales pesados en los lixiviados (líquidos formados por residuos), constatación que impulsó la aplicación de técnicas fuera del laboratorio y confirmó la efectividad del enfoque basado en estimulación biológica.
El equipo desarrolló además del trabajo con suelos petrolizados, filtros biológicos elaborados con cápsulas de almidón de yuca ("Manihot esculenta") y extracto de moringa oleifera.
Estos dispositivos, aun en fase de prueba, han demostrado una capacidad notable para capturar metales pesados como mercurio, plomo y cobre, disueltos en agua, así como residuos de fármacos y pesticidas.
"Es un problema global. Cada vez hay más antibióticos y compuestos farmacéuticos llegando a los cuerpos de agua, y poco se sabe sobre su impacto a largo plazo. Estos biofiltros naturales, biodegradables y de bajo costo, podrían ser una herramienta eficaz", aseguró a Xinhua el investigador.
La investigación también ha tenido aplicaciones en el ámbito agrícola. A partir de los mismos residuos, el equipo formuló un sustrato gelificante capaz de sustituir el agar-agar en cultivos in vitro, como los usados en la reproducción de plántulas de papa.
Este desarrollo, en proceso piloto de producción, permitiría sustituir importaciones con una alternativa nacional y sustentable.
"El agar-agar (gelificante) se obtiene de algas marinas, cuya extracción impacta los ecosistemas acuáticos. Nuestro producto es local, económico, ecológico y no depende de esos recursos. Ya estamos instalando la planta piloto con apoyo del Ministerio de Ciencia", indicó Flores.
Tambiém mencionó el plan de implementar la técnica en urbanismos o zonas rurales donde la contaminación del agua con metales pesados podría ser un reto de salud pública.
Para el científico, uno de los pilares del éxito ha sido el trabajo en equipo. "Somos un grupo multidisciplinario de químicos, biólogos y agrónomos que no solo investiga, sino que actúa. Mi lema es 'pensar haciendo', porque no basta con teorizar: hay que intervenir, hay que dar soluciones reales", comentó el investigador.
La experiencia del IVIC no solo propone una respuesta viable a problemas ambientales locales, sino que podría implicar una experiencia replicable para otras regiones del mundo, donde los suelos han sido devastados por la actividad industrial.
Se trata, además, de una apuesta por la ciencia hecha desde el Sur Global, con recursos propios y desde una lógica de sostenibilidad.