Observatorio Económico: Costos y caos: turbulencia arancelaria desorienta a empresas estadounidenses | Spanish.xinhuanet.com

Observatorio Económico: Costos y caos: turbulencia arancelaria desorienta a empresas estadounidenses

spanish.news.cn| 2025-04-07 16:44:46|
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BEIJING, 7 abr (Xinhua) -- A medida que el mercado internacional se ha venido sumiendo en la agitación por las recientes maniobras arancelarias de Washington, cabe preguntar si habrá beneficios para las empresas y los negocios de Estados Unidos. Difícilmente esto ocurra.

Imaginemos a Emily, una niña de seis años de ese país, cuya alegría en su cumpleaños se vio empañada cuando el aumento de los aranceles dejó la muñeca de sus sueños por fuera del presupuesto de sus padres. Para los fabricantes de juguetes estadounidenses, la realidad probablemente sea igual de amarga.

"El arancel nos va a afectar. Va a afectar a nuestros clientes y a los minoristas. Así que da miedo", dijo a Xinhua en una reciente entrevista Suzy Brown, representante de MasterPieces, una marca estadounidense de rompecabezas y juegos. "Ahora nos vemos afectados por aranceles que no habíamos previsto", añadió.

Este sector está lidiando con alteraciones y costes crecientes. No solo porque la mayoría de sus productos o sus materias primas y componentes se obtienen en el extranjero, sino también porque los aranceles afectarán la oferta, la demanda y la eficiencia a lo largo de toda la cadena industrial.

Y no se trata únicamente de los juguetes. En múltiples sectores, las empresas del país están sufriendo las consecuencias de la escalada arancelaria. Lejos de proteger a las industrias nacionales, las medidas arancelarias acabarán por agobiarlas al inflar los costos, poner en peligro los puestos de trabajo y erosionar la competitividad general.

"Aunque los aranceles pueden tener algún efecto a corto plazo al proteger a ciertas industrias estadounidenses, a largo plazo, probablemente reducirán la competitividad de las empresas del país, elevarán sus costos y socavarán su innovación y eficiencia", advirtió Zhou Chao, investigador de Anbound, un centro de estudios independiente en China.

En su más reciente medida, la Casa Blanca anunció el miércoles un nuevo y amplio paquete de los llamados "aranceles recíprocos", que imponen un "arancel mínimo de referencia" del 10 por ciento y tasas más altas a determinados socios comerciales.

Esto se produjo tras una serie de decisiones arancelarias fluctuantes, como el anuncio de aumento de impuestos a las importaciones de China, Canadá y México, el aplazamiento de las medidas contra estos dos últimos países, la confirmación de los aranceles al acero y al aluminio, y la introducción de otros nuevos sobre las importaciones chinas. Tal situación sumió a las empresas estadounidenses y del mundo en una montaña rusa de incertidumbre política.

Los minoristas de Estados Unidos ilustran vívidamente estos desafíos. Al depender en gran medida de las cadenas de suministro globales para ofrecer productos asequibles, el sector se enfrenta ahora a presiones significativas.

"Un arancel es un impuesto que paga el importador estadounidense, no un país extranjero ni el exportador", enfatizó Jonathan Gold, vicepresidente de cadena de suministro y política aduanera de la Federación Nacional de Minoristas de Estados Unidos, quien añadió: "este impuesto, en última instancia, sale del bolsillo de los consumidores a través de precios más altos".

Lo que llega a los estantes de las tiendas minoristas comienza mucho antes, en la cadena de suministro general, donde la industria manufacturera está particularmente alarmada por los incrementos arancelarios. Las fábricas del país dependen significativamente de materias primas y componentes importados, lo que convierte estas nuevas medidas arancelarias en una seria amenaza para su competitividad y estabilidad.

"Los riesgos para los fabricantes son inmensos", destacó el miércoles en un comunicado en línea Jay Timmons, presidente y director ejecutivo de la Asociación Nacional de Fabricantes. "Los altos costos de los nuevos aranceles amenazan la inversión, el empleo y las cadenas de suministro", agregó.

La Cámara de Comercio de Estados Unidos relató que Sarah Shrader, propietaria y cofundadora de Bonsai Design en Colorado, expresó su preocupación por el impacto en su negocio de la subida arancelaria. "Dependemos enormemente del acero, así como de materiales específicos de la industria en el mercado global", sostuvo. "Nos preocupa que el incremento de los precios de nuestras materias primas y bienes nos impida vender nuestros productos en el mercado estadounidense", evaluó.

Ni siquiera optar por un abastecimiento alternativo ofrece suficiente alivio. Grant Thornton, una importante firma de contabilidad, advierte que trasladar las cadenas de suministro a países con aranceles más favorables podría generar costos de recalificación, limitaciones de capacidad y problemas de calidad.

A juzgar por la historia, si bien los aumentos arancelarios pueden ofrecer impulsos a corto plazo para las industrias nacionales, a menudo se traducen en pérdidas económicas más amplias a largo plazo.

Tomemos como ejemplo los aranceles de la Sección 232 estadounidense sobre el acero y el aluminio, promulgados en 2018. Tax Foundation, un centro de estudios internacional, analizó como estas medidas han incrementado los costos de producción para los fabricantes, reducido el empleo en las industrias afectadas, elevado los precios al consumidor y afectado negativamente a las exportaciones.

La fundación estima que la derogación de los aranceles y cuotas de la Sección 232 aumentaría el PIB estadounidense a largo plazo en un 0,02 por ciento y crearía más de 4.000 empleos.

La economía tras la escena es clara: los productores nacionales de insumos sujetos a aranceles, como los fabricantes estadounidenses de acero y aluminio, han aumentado sus propios precios amparándose en los aranceles. Los fabricantes que consumen estos insumos se enfrentan a una difícil decisión: absorber los costos o trasladarlos a los clientes, lo que podría reducir la demanda de productos terminados como equipos agrícolas, electrodomésticos y maquinaria de construcción, según Grant Thornton en su informe.

En los sectores tecnológicos, el panorama es aún más complejo. La Asociación de Tecnología del Consumidor informó a principios de este año que los aranceles sobre los productos electrónicos podrían reducir drásticamente el poder adquisitivo de los consumidores estadounidenses en hasta 143.000 millones de dólares, con importantes descensos previstos en las ventas de ordenadores portátiles, tabletas, consolas de videojuegos y teléfonos inteligentes.

Sean P. Murphy, vicepresidente ejecutivo de políticas del Consejo de la Industria de Tecnología de la Información, advirtió que estas barreras comerciales aumentan los costos, debilitan el desarrollo de la IA en Estados Unidos e introducen incertidumbre política en la trayectoria de innovación del país.

El reconocido economista estadounidense Jeffrey Sachs, en una entrevista reciente con Xinhua, criticó la dirección comercial de Washington. "Estados Unidos está cometiendo un grave error en su política económica al adoptar un enfoque proteccionista", afirmó, y añadió que, mientras China se abre y promueve modelos tecnológicos de código abierto, Estados Unidos opta por un modelo tecnológico cerrado.

Sin embargo, quizás lo más preocupante sea la incertidumbre que la turbulencia arancelaria introduce en la planificación empresarial de todos los sectores en Estados Unidos. Las reiteradas amenazas arancelarias y los repentinos cambios de política por parte del Gobierno estadounidense han generado cautela y vacilación entre las empresas.

Grant Thornton enfatiza que "el uso de aranceles como política estándar es una situación inusual tras décadas de énfasis en el libre comercio y las cadenas de suministro internacionales", lo que ha llevado a las empresas a realizar una planificación mucho más detallada y a desarrollar sólidas medidas de contingencia.

Los fabricantes e importadores estadounidenses ya han presenciado un aumento en los costos de los insumos en previsión de los aranceles. Los precios del acero, por ejemplo, subieron entre un 12 por ciento y un 15 por ciento en febrero, según Grant Thornton.

Mientras las empresas estadounidenses navegan por estos volátiles vientos comerciales, lidiando con el aumento de costos, revisando sus redes de proveedores y esforzándose por mantener precios manejables, la carga económica a largo plazo de estas políticas comerciales podría ser aún mayor y es probable que se agrave aún más.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ya ha revisado a la baja sus previsiones de crecimiento de Estados Unidos para 2025 y 2026, advirtiendo que estos aranceles están comenzando a tener un impacto económico más amplio.

"Aún estamos evaluando las implicaciones macroeconómicas de las medidas arancelarias anunciadas, pero claramente representan un riesgo significativo para las perspectivas globales en un momento de crecimiento lento", manifestó la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, en un comunicado emitido el jueves.

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