BEIJING, 18 ene (Xinhua) -- Es posible que las incertidumbres y el creciente proteccionismo en todo el mundo alimenten el pesimismo de aquellos que son escépticos frente a China, sin embargo, la resiliencia económica del país pone de manifiesto por qué la confianza en su potencial de crecimiento sigue estando bien fundada.
Un conjunto de datos divulgados esta semana son prueba de sólidos avances en la búsqueda de un desarrollo de alta calidad por parte del Gobierno y el pueblo chinos. La producción de cereales, la producción de vehículos de nueva energía, el volumen de viajes de pasajeros ferroviarios y el volumen de comercio, entre otros, registraron nuevos picos.
No obstante, estas notables cifras no fueron fáciles de lograr. El crecimiento económico de China trazó el año pasado una trayectoria fluctuante: después de un comienzo enérgico, la economía enfrentó una creciente presión a la baja en el segundo y el tercer trimestres, antes de recuperarse en los últimos meses.
En una respuesta oportuna y bien coordinada a la evolución del panorama económico, desde finales de septiembre las autoridades chinas pusieron en marcha un conjunto integral de políticas para estimular el crecimiento, mientras que la implementación de las reformas esbozadas en una reunión clave en julio ha venido liberando potencial de crecimiento.
Estos esfuerzos combinados han reforzado la economía, con el índice de gerentes de compras del sector manufacturero permaneciendo en territorio de expansión durante tres meses consecutivos desde octubre. Mientras tanto, el mercado inmobiliario experimentó cambios positivos tanto en los volúmenes de transacciones como en los precios. Asimismo, el crecimiento de los ingresos fiscales del país volvió a pasar a terreno positivo en octubre, consolidando el saludable ritmo que empezó a construir recientemente.
La capacidad demostrada por China para superar las dificultades en 2024 no es un caso raro. En los últimos años, la economía nacional ha navegado de forma sostenida, sin detenerse, por un mar plagado de riesgos y obstáculos, demostrando una notable resiliencia. Esto ha permitido que, durante años, haya contribuido alrededor del 30 por ciento al crecimiento económico global.
En 2025, China concluirá su XIV Plan Quinquenal de Desarrollo Económico y Social, que exige una expansión constante del PIB y esfuerzos más proactivos frente a presiones económicas como las crecientes tensiones comerciales y el debilitamiento de la demanda interna.
No obstante, el país tiene confianza y está en capacidad de superar los desafíos y asegurar una recuperación económica sostenida.
La resiliencia económica de China está bien fundamentada. Se beneficia de una fuerte capacidad de innovación, un enorme mercado interno, un ecosistema industrial bien desarrollado, una amplia infraestructura y un vasto conjunto de talentos, entre otros.
Más allá de los fundamentos sólidos, las autoridades chinas, equipadas con una refinada perspicacia para el macrocontrol y un robusto conjunto de herramientas de política, están preparadas para sostener el crecimiento económico, mientras que las reformas estructurales en curso mejorarán su calidad y sostenibilidad.
Si bien no hay certezas con respecto a la trayectoria futura de crecimiento de un país, el historial de China en materia de resiliencia la convierte en una apuesta segura de que la economía seguirá superando las expectativas, desafiando a los escépticos y recompensando a aquellos que creen en su potencial.