OPINIÓN DE INVITADO: Ante el proteccionismo de EE. UU., asociación del Sur Global para el desarrollo | Spanish.xinhuanet.com

OPINIÓN DE INVITADO: Ante el proteccionismo de EE. UU., asociación del Sur Global para el desarrollo

spanish.news.cn| 2024-06-10 16:10:30|
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Por Marcos Cordeiro Pires

BRASILIA, 10 jun (Xinhua) -- El Gobierno de Estados Unidos designó a China como la mayor amenaza en su Estrategia de Seguridad Nacional en 2017. Desde entonces, Washington ha adoptado diversas medidas para obstaculizar el desarrollo de China, al tiempo que destruye las cadenas de producción mundiales y paraliza la estructura de toma de decisiones de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Además de imponer enormes aranceles a todos los productos chinos, intenta frenar el sector de los semiconductores y las telecomunicaciones, bloqueando la venta de equipos avanzados de fabricación de chips.

La ley CHIPS, aprobada en 2022, prohíbe cualquier colaboración en investigación y desarrollo entre empresas y universidades estadounidenses con sus homólogas chinas. La medida es tan draconiana que prohíbe incluso a los titulares de las green card (residencia permanente) colaborar con China.

El grado de paranoia se extiende a los investigadores y estudiantes chinos, a menudo perseguidos en Estados Unidos.

El objetivo estratégico de Estados Unidos es impedir que China se desarrolle. Pero la cuestión del "exceso de capacidad" es una excusa para proteger los sectores industriales estadounidenses que carecen de competitividad internacional.

Tomemos el ejemplo de los vehículos híbridos y eléctricos. BYD ha superado a Tesla como mayor fabricante de automóviles del mundo en este segmento. La producción de automóviles en China es de 30 millones de unidades al año, una cifra superior a la producción combinada de Estados Unidos, Japón, India y República de Corea.

La productividad y las economías de escala de la industria china no solo no tienen parangón en este sector, sino tampoco en el del acero, el aluminio, los paneles solares, los equipos de generación eólica, los ordenadores, los teléfonos móviles, los frigoríficos, etc.

A principios del siglo XIX, el político Alexander Hamilton creó el concepto de "industria naciente" para proteger a las pequeñas industrias de Estados Unidos que empezaban a competir con la producción británica en el mercado local.

Hoy parece que no solo este proteccionismo ya no está justificado para apoyar a gigantes como Ford, General Motors, Tesla, General Electric y otras corporaciones, sino que estas acciones socavan gravemente la globalización económica, aumentan los costes de producción y desarrollo de nuevos productos y obligan a los demás países del sistema internacional a adoptar políticas defensivas, ya que el centro del sistema (EE. UU.) ha adoptado por una política de "América primero".

Para los consumidores estadounidenses, el proteccionismo será un boomerang, porque aumentará los precios de los productos importados sin influir en la demanda local de empleo. Sin embargo, en China, la sociedad podría enfrentarse a ciertas restricciones a corto plazo, pero lo que conseguirá este proteccionismo estadounidense es acelerar el proceso de innovación en el país y crear nuevas oportunidades para científicos, investigadores y jóvenes talentos chinos.

A medida de que los países desarrollados están implementando políticas cada vez más proteccionistas, sobre todo en las industrias intensivas en tecnología, los países del Sur Global deben coordinar estrategias para crear cadenas de producción que escapen a estas restricciones.

Los países con un mayor nivel de desarrollo tecnológico, como China, deben promover asociaciones entre institutos de investigación y empresas para el desarrollo conjunto de nuevas capacidades, como en los sectores de las energías limpias, la biotecnología y la biofarmacéutica, por ejemplo.

En este sentido, existe un gran margen para la cooperación entre China y Brasil, dos países importantes del Sur Global, en la construcción y reconstrucción de cadenas de valor industrial. Brasil tiene una buena oferta de mano de obra cualificada y es también el país de América Latina que más gasta en ciencia y tecnología.

Sus recursos naturales son inmensos, pero la forma en que el país se ha especializado en la producción de materias primas hace que la producción brasileña se concentre en fases menos intensivas en capital y conocimiento.

Hay grandes posibilidades para la producción de minerales críticos, su procesamiento y la producción local de baterías eléctricas. La irradiación solar es también un importante atractivo para las nuevas tecnologías. El aumento de la escala de producción de energías renovables abre espacio para que se instalen empresas de alto consumo energético, ya sea para la producción industrial o el tratamiento de la información.

También hay un campo por explorar en biotecnología, como el desarrollo de semillas y plantas, la genética animal y una enorme flora para la producción de nuevos medicamentos. Brasil tiene lo básico, pero carece de capital y oportunidades para entrar en cadenas de mayor valor agregado. Una asociación con China sería muy bienvenida en estos sectores.

Las conversaciones sobre una mayor cooperación industrial entre Brasil y China se remontan a 2015, cuando se anunció el Fondo de Inversión Brasil-China. Retomar este proyecto sería el primer paso hacia la cooperación.

Además, como Brasil actualmente no puede entrar en el segmento de semiconductores de gama alta, podríamos aprovechar la experiencia y el conocimiento chinos para desarrollar aplicaciones del Internet de las Cosas y las ciudades inteligentes. El uso a gran escala de estas tecnologías podría crear una fuerte demanda de producción nacional de hardware para estas aplicaciones.

La agenda es muy amplia, pero para avanzar necesitamos dar el primer paso. Fin

(El autor es profesor de Economía Política Internacional en la Universidad Estatal Paulista de Brasil)

(Las opiniones expresadas en este artículo son del escritor y no necesariamente reflejan la postura de la Agencia de Noticias Xinhua)

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