Texto íntegro del informe Raíces, hechos y perjuicios de la hegemonía militar de Estados Unidos (1) | Spanish.xinhuanet.com

Texto íntegro del informe Raíces, hechos y perjuicios de la hegemonía militar de Estados Unidos (1)

spanish.news.cn| 2023-09-07 18:08:00|
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BEIJING, 7 sep (Xinhua) -- El Instituto Xinhua, el grupo de expertos de la Agencia de Noticias Xinhua, publicó el martes un informe titulado "Raíces, hechos y perjuicios de la hegemonía militar de Estados Unidos".

A continuación, el texto íntegro del informe:

Raíces, hechos y perjuicios de la hegemonía militar de Estados Unidos

Índice

Introducción

Capítulo 1: Historia de la hegemonía militar de Estados Unidos

1.1 Evolución de la hegemonía militar de Estados Unidos

1.2 Las raíces ideológicas de la hegemonía militar de Estados Unidos

1.3 Las motivaciones fundamentales detrás de la hegemonía militar de Estados Unidos

Capítulo 2: Las acciones y métodos de Estados Unidos para mantener su hegemonía militar

2.1 Control explícito: guerras y bases

2.2 Control implícito: alianzas y reglas

2.3 Nuevos modelos y tendencias

Capítulo 3: Los daños globales de la hegemonía militar estadounidense

3.1 Desastres humanitarios

3.2 Violación de la soberanía

3.3 Disrupción del orden

3.4 Sufrir las consecuencias de sus propias acciones

Conclusión

Introducción

El 30 de agosto de 2021, un avión de transporte de las fuerzas armadas estadounidenses despegó del Aeropuerto Internacional de Kabul en Afganistán llevando al último grupo de militares estadounidenses y marcó el fin de la guerra más larga en la historia del país norteamericano. Poco tiempo después, el jefe del Estado Mayor Conjunto de EE. UU., Mark Milley, testificó ante el Congreso, señalando que la guerra en Afganistán concluyó con un "fracaso estratégico" para su país. Las acciones hegemónicas militares de Estados Unidos y sus consecuencias han vuelto a generar intensas críticas tanto dentro como fuera del territorio.

El año 2023 también marca el vigésimo aniversario del inicio de la guerra en Irak por parte de Estados Unidos. Fue una guerra de agresión que los EE. UU. iniciaron contra una nación soberana, eludiendo al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y usando mentiras como excusa. Este conflicto se llevó a cabo en busca de una seguridad absoluta y para alcanzar los intereses geopolíticos de Washington. La contienda trajo graves consecuencias y tuvo un impacto duradero para Irak, la región del Medio Oriente, el mundo y el propio Estados Unidos.

Desde su independencia en 1776, Estados Unidos ha dependido del poder militar para expandirse constantemente. A través de la guerra que sostuvo con México logró expandir su territorio; después de la guerra hispano-estadounidense se convirtió en una potencia transregional, extendiendo su influencia en el hemisferio occidental y en Asia oriental. Luego de las dos Guerras Mundiales emergió como una superpotencia global, adquiriendo la habilidad de proyectar su poder y establecer reglas a nivel mundial. Tras el fin de la Guerra Fría terminó con la bipolaridad, estableciendo una hegemonía unipolar y actuando según su voluntad. Hasta la fecha, sigue comprometido con la expansión militar para mantener una posición hegemónica.

En los más de 240 años de historia, Estados Unidos ha estado en guerra durante todos los años excepto unos 20, lo que lo hace uno de los países más beligerantes en la historia mundial. Según estadísticas incompletas, desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945 hasta 2001, se produjeron 248 conflictos armados en 153 regiones del mundo, de los cuales Estados Unidos inició 201, lo que representa aproximadamente el 81%. La presencia militar de Estados Unidos se extiende por todo el mundo: actualmente tiene alrededor de 750 bases militares en al menos 80 países. De los 193 miembros de las Naciones Unidas, aproximadamente 175 tienen tropas estadounidenses estacionadas. Desde 2001, bajo el pretexto de "la lucha contra el terrorismo", Estados Unidos ha lanzado guerras y operaciones militares en más de 80 países, lo que ha resultado en la muerte de alrededor de 929.000 personas, incluidos 387.000 civiles, y aproximadamente 38 millones de personas desplazadas o refugiadas.

En el proceso de buscar y mantener la hegemonía militar, Estados Unidos siempre ha sostenido la "idea imperial" a través de la teoría del Destino Manifiesto y la excepcionalidad estadounidense, utilizando estrategias como el dominio marítimo y la estabilidad de la hegemonía para justificar sus acciones. Empujado por el poder absoluto y los intereses estrechos, a menudo inicia guerras, interviene a través de la fuerza y busca controlar a otros países, con la intención de dominar en todos los aspectos en tierra, mar, aire e incluso en el espacio exterior, buscando establecer una supuesta "pax americana", que en realidad pretende un mundo unipolar bajo la dominación hegemónica.

Apoyándose en su posición de hegemonía militar, Estados Unidos ha implementado políticas y acciones que han causado hambre y caos en el mundo, con consecuencias perjudiciales: ha atacado la dignidad de la vida, pisoteado principios de soberanía, destruido el orden internacional y obstaculizado el desarrollo pacífico, provocando un inmenso dolor y desastre a los pueblos del mundo, generando una amenaza constante y destructiva para la seguridad y estabilidad global y creando obstáculos para el progreso de la civilización humana.

Este informe intenta, a través de hechos y datos, rastrear las raíces ideológicas de la hegemonía militar estadounidense, analizar los medios y herramientas utilizados por Washington para mantener y expandir su predominio militar y revelar los numerosos y evidentes abusos ocasionados por el dominio estadounidense que pone en peligro al mundo. Este informe busca que la comunidad internacional vea más claramente la verdadera cara del poder armamentístico norteamericano.

Capítulo 1: Historia de la hegemonía militar de Estados Unidos

A lo largo de la historia de Estados Unidos, su pensamiento estratégico ha albergado ambiciones de dominar el mundo, aspirando a "gobernar los océanos, y todos los mares", prediciendo que "probablemente serán el imperio más poderoso y temible que jamás haya existido en la historia". Imaginaron que "el primer paso sería tomar control del continente americano, pero esto fue solo el preludio para obtener la hegemonía global, pronto se convertirían en la fuerza dominante en todo el mundo", con el objetivo de inaugurar el "Siglo Americano".

La historia es un espejo. En un sentido amplio, la evolución de la formación, el surgimiento, la consolidación y la expansión de la hegemonía militar estadounidense es precisamente una historia de expansión de Estados Unidos desde el este hacia el oeste en el continente norteamericano, desde la tierra hacia el mar, y de la región hacia el mundo, todo basado en la ideología imperialista.

1.1 Evolución de la hegemonía militar de Estados Unidos

La evolución de la hegemonía militar de Estados Unidos puede dividirse aproximadamente en cuatro etapas: desde la guerra México-Estados Unidos hasta la guerra hispano-estadounidense como período de preparación, desde la Primera Guerra Mundial hasta el final de la Segunda Guerra Mundial como período de establecimiento, durante la Guerra Fría como período de disputa, y después del fin de la Guerra Fría como el período de apogeo.

Desde mediados del siglo XIX, con la guerra México-Estados Unidos hasta finales de la misma centuria con la guerra hispano-estadounidense, fue el período de preparación para la hegemonía militar de Estados Unidos.

Después de su independencia, Estados Unidos iniciaron casi un siglo de "expansión hacia el oeste". La guerra México-Estados Unidos de 1846 a 1848 fue la primera gran operación militar estadounidense fuera de sus fronteras y también la primera vez que ocuparon otro país. EE. UU. obtuvo alrededor de 2,3 millones de kilómetros cuadrados de tierra antes y después de esta guerra, permitiendo que su territorio se extendiera a través del continente y obteniendo una salida al Pacífico, lo que creó condiciones para la posterior expansión militar y económica en el Pacífico y Asia Oriental.

A finales del siglo XIX, hubo un fuerte llamado a aumentar la fuerza militar dentro de Estados Unidos y la modernización de la Marina estadounidense avanzó gradualmente durante este período. La guerra hispano-estadounidense de 1898 se considera el primer clímax de la expansión imperialista en la historia de Estados Unidos. En esta primera guerra de conquista que Estados Unidos llevaron a cabo fuera de América del Norte derrotaron a España y lograron el control de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam, al mismo tiempo que anexaron Hawái. A partir de ese momento Estados Unidos se embarcaron en el camino de la hegemonía, expandiéndose al mundo a través de la fuerza militar. Tenían bases militares tanto en el Caribe como en el Pacífico, lo que refleja directamente la rápida expansión de las fronteras norteamericanas y el deseo de sus gobernantes de aumentar aún más su poder económico, político y militar.

Las dos Guerras Mundiales en la primera mitad del siglo XX marcaron el período de establecimiento de la hegemonía militar global de Estados Unidos.

El poderío militar de Estados Unidos se incrementó notablemente durante la Primera Guerra Mundial. Cuando estalló el conflicto, Estados Unidos aprobaron la Ley de Defensa Nacional y la Ley Naval en 1916 para expandir el tamaño del ejército y la marina. En 1917 entraron en la guerra y desplegaron un gran número de fuerzas militares en Europa. Después del final de la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos surgieron como una fuerza importante en el mundo. El número de sus tropas aumentó de menos de 130.000 en 1917 a cuatro millones, formando nuevas unidades motorizadas y sistemas de apoyo logístico. Al mismo tiempo, su fuerza naval continuó creciendo, y con el Tratado Naval de 1922, el tamaño de la fuerza igualaba al de Gran Bretaña y se impusieron restricciones a Japón, lo que marcó el fin de la dominación británica y el establecimiento de la estadounidense en su lugar.

El final de la era europea en la política mundial ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos, sin librar batallas en su propio territorio, mostraron un enorme potencial militar, luchando en dos frentes, en el Pacífico y en Europa y fue el único país que se hizo más fuerte después de la guerra.

En agosto de 1945, Estados Unidos lanzaron bombas atómicas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Estos dos ataques aceleraron en cierta medida el fin de la Segunda Guerra Mundial y demostraron plenamente el poder de las armas nucleares, sentando una base importante para la hegemonía militar de Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. EE. UU. sigue siendo el único país que ha usado armas nucleares en la guerra.

Lo que Estados Unidos ganaron en la Segunda Guerra Mundial no fue solo la victoria, sino también la piedra angular que los convirtió en la potencia dominante del mundo: una máquina de guerra sin precedentes. Al final de la guerra, Estados Unidos tenían a 12,5 millones de militares, de los cuales 7,5 millones estaban estacionados en el extranjero, tenían una marina que incluía aproximadamente 1.200 grandes buques de guerra y una fuerza aérea con bombarderos de largo alcance, y monopolizaban las armas nucleares... Después de las dos Guerras Mundiales, Estados Unidos establecieron su hegemonía militar global, convirtiéndose en la primera gran potencia en la historia que controla los "dos extremos del eje estratégico de Eurasia", con una influencia y control sin precedentes en todo el mundo.

La Guerra Fría, que duró más de 40 años, fue un período de lucha por la hegemonía militar entre Estados Unidos y la Unión Soviética.

Durante la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética, junto con sus respectivos bloques de la OTAN y el Pacto de Varsovia, invirtieron una gran cantidad de recursos humanos y materiales en una carrera armamentística y llevaron a cabo guerras o conflictos subsidiarios. EE. UU. y la URSS estuvieron al borde de una guerra nuclear durante la Crisis de los Misiles en Cuba en octubre de 1962, que se considera el momento más crítico de la Guerra Fría. Las dos grandes guerras en las que Estados Unidos intervino durante la Guerra Fría, la guerra de Corea y la de Vietnam, tenían como objetivo principal "contener la expansión del comunismo".

En 1950, el documento NSC-68 del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos propuso la "estrategia de superioridad militar global", abogando por la movilización continua para lograr "una gran fuerza integral", que es un principio básico de la política de la Guerra Fría de Estados Unidos. Los diversos planes elaborados con base en esto incluyen: una expansión masiva de las armas, la creación a gran escala de armas convencionales y nucleares, el fortalecimiento de la ventaja tecnológica de Estados Unidos, y la disuasión de la Unión Soviética y la defensa de los intereses estadounidenses en el extranjero a través de la guerra o el rápido fortalecimiento del poder.

Para lograr esto, Estados Unidos buscó construir fuerzas convencionales y nucleares basadas en alta tecnología, consolidar un gran sistema de alianzas bilaterales y multilaterales y bases militares en todo el mundo, cuando la Unión Soviética carecía de las últimas dos. Algunos argumentan que en la década de 1950, Estados Unidos utilizó su ventaja nuclear para compensar la superioridad numérica de la Unión Soviética en fuerzas convencionales; en las décadas de 1970 y 1980, la Unión Soviética alcanzó la paridad con Estados Unidos en términos de poder nuclear y Washington contrarrestó de nuevo la ventaja soviética desarrollando armas convencionales guiadas y construyendo redes de batalla. Estas dos "estrategias de compensación" permitieron a Estados Unidos mantener su ventaja en la competencia por la hegemonía militar con la Unión Soviética y continuarla después de la Guerra Fría.

La estructura bipolar llegó a su fin con la Guerra Fría y Estados Unidos vivió un apogeo en la hegemonía militar.

Con la desintegración de la Unión Soviética en 1991, Estados Unidos se convirtió en la única superpotencia, poseyendo una fuerza militar abrumadora: el gasto militar pasó a ser el más alto del mundo. EE. UU. no solo puede controlar todos los océanos y mares, sino que también ha desarrollado la capacidad militar para coordinar operaciones terrestres, marítimas y aéreas en las costas; sus Estados vasallos y países dependientes están distribuidos por todo el continente euroasiático.

Para mantener su posición de hegemonía militar, Estados Unidos, por un lado, ha aumentado la intervención y la disuasión militar en todo el mundo a través de un mayor gasto en defensa, expansión militar y construcción de bases, y, por otro lado, ha intentado justificar la necesidad de alianzas militares consigo mismo como líder mediante acciones militares ininterrumpidas. Para evitar la pérdida de cohesión del sistema de alianza debido al fin de la Guerra Fría, Estados Unidos promovió la expansión de la OTAN hacia el este en la década de 1990 y mantuvo las relaciones de alianza bilateral en Asia-Pacífico para proteger sus intereses militares y geopolíticos en todo el mundo.

Después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos lanzó sucesivamente las guerras en Afganistán e Irak, y llevó a cabo acciones militares en Libia y Siria. La larga "guerra contra el terrorismo" a nivel global ha agotado significativamente el poder estadounidense y dañado su reputación, además, la voluntad interna de usar la fuerza militar en el extranjero ha disminuido. A pesar de esto, el país norteamericano todavía ocupa una posición de ventaja en el campo militar hasta el día de hoy, y se esfuerza por mantener su posición de hegemonía militar global en el siglo XXI a través de la aplicación integrada de nuevas tecnologías y conceptos operativos y ajustes profundos al sistema de alianzas.

1.2 Las raíces ideológicas de la hegemonía militar de Estados Unidos

"Imperio", "hegemonía", "autoridad" son conceptos que han atravesado la historia estadounidense. Aunque Washington rechaza el término "imperio" en su lenguaje político, desde la fundación del país la idea imperialista ha estado profundamente grabada en la psique de la nación americana y ha influenciado las políticas y acciones de Estados Unidos en su camino hacia la hegemonía militar mundial.

El poeta y escritor estadounidense Walt Whitman proclamó ya en 1860 que Estados Unidos era un "imperio": "Canto a este nuevo imperio de poder sin precedentes, que parece acercarse a mí en un sueño; canto a Estados Unidos como a una diosa, canto a una autoridad aún más grande y suprema". El título del libro del escritor estadounidense Robert Kaplan es "Viaje al futuro del imperio". El historiador estadounidense Bernard DeVoto señaló acertadamente: "Ya sea en sueños o en realidad, el Imperio Americano nació antes que Estados Unidos".

La visión del destino imperial: desde el "Destino Manifiesto" hasta la "Excepcionalidad Americana"

La expansión militar y las guerras extranjeras han atravesado la historia de Estados Unidos, cuyas raíces ideológicas son una visión del "destino imperial". Esta autopercepción llegó con los colonos occidentales que aterrizaron en el continente norteamericano, especialmente reflejada en el primer gobernador de la colonia de la Bahía de Massachusetts durante el período de la Norteamérica británica, John Winthrop.

Antes de llegar a la colonia en 1630, este líder de los inmigrantes puritanos proclamó: "Seremos una ciudad sobre una colina, todos los ojos estarán puestos en nosotros... Nuestra historia y proverbios se difundirán por todo el mundo". Esta frase ha sido recitada repetidamente por innumerables estadounidenses durante más de 400 años, formando gradualmente la conciencia nacional de que la nación americana es el "pueblo elegido de Dios", generando la creencia de tener el derecho de conquistar a las que en su criterio son "naciones atrasadas" en nombre de la civilización. Como dijo el maestro de la historia moderna mundial, Eric Hobsbawm, esta es una creencia fundamental con un significado mesiánico, que hace que Estados Unidos sea expansionista desde el principio, su primera decisión es convertirse en un gigante continental y finalmente poseer toda la población del continente.

Las dos corrientes de pensamiento más destacadas derivadas de esta visión, el "Destino Manifiesto" y la "Excepcionalidad Americana", han otorgado hasta hoy la llamada "legalidad" y "santidad" a la expansión militar de Estados Unidos y a su hegemonía militar.

El "Destino Manifiesto", propuesto por el columnista estadounidense John O'Sullivan en 1845, sostiene que Dios ha inspirado a Estados Unidos para expandir su territorio y esfera de influencia en el continente norteamericano y más allá, y para difundir su sistema y valores. Los historiadores creen que la compra de Luisiana por parte de Estados Unidos a Francia en 1803 le dio al "Destino Manifiesto" el contenido sustantivo de la expansión territorial y la construcción del imperio, y antes del inicio de la Guerra de 1812 entre Estados Unidos y Gran Bretaña, los halcones de guerra en Estados Unidos que apoyaban la expansión militar liberaron por primera vez el "Destino Manifiesto" como una fuerza política. Desde Texas hasta Hawái, el "Destino Manifiesto" se ha convertido en la base y excusa para que Estados Unidos use medios militares para expandir su territorio y perseguir violentamente a los indígenas, con características evidentes de egoísmo y racismo. Con la evolución de la historia mundial y los cambios en el poder de Estados Unidos, el "Destino Manifiesto" se ha convertido en una de las raíces ideológicas de la lucha de Estados Unidos por la dominación mundial, la exportación de valores y la intervención militar extranjera desde el siglo XX.

La "Excepcionalidad Americana" sostiene que Estados Unidos es un país único en la historia de la humanidad, que representa la dirección del progreso civilizatorio. El pensador angloamericano Thomas Paine afirmó en su libro "Sentido común" que "Gran Bretaña pertenece a Europa, América pertenece a sí misma", que se considera una manifestación temprana de la "Excepcionalidad Americana". En este sentido, la expansión exterior de Estados Unidos tiene como objetivo romper el viejo orden y establecer un llamado "nuevo mundo". Esta excepcionalidad ha dado a la idea imperial de Estados Unidos, especialmente a su política de expansión, una mayor fuerza de conducción y persuasión, se ha convertido en una de las raíces de la política exterior estadounidense y también ha servido para encubrir la idea de que Estados Unidos, como país hegemónico, es mejor y más civilizado que los viejos imperios. Pero ya lo dijo el historiador estadounidense Niall Ferguson: "Para aquellos que todavía defienden la 'excepcionalidad' estadounidense, los historiadores que estudian los imperios solo pueden refutar de esta manera, Estados Unidos es tan excepcional como los otros 69 imperios".

Visión mundial imperial: de la "teoría del poder marítimo" a la "teoría de la estabilidad hegemónica"

A medida que Estados Unidos avanzaba hacia la expansión mundial y establecía su dominio militar global, gradualmente desarrolló su propio sistema teórico, utilizándolo como cobertura conceptual para promover el militarismo hegemónico.

A finales del siglo XIX, la guerra hispano-estadounidense transformó profundamente la posición de Estados Unidos en el mundo. Antes del estallido del conflicto, ya había un fuerte clamor interno en Estados Unidos a favor de la expansión exterior y se desarrollaron teorías para apoyar dicho ensanchamiento. Entre estas, la "teoría del poder marítimo" de Alfred Thayer Mahan no solo coincidía con las necesidades políticas del expansionista Theodore Roosevelt, sino que también impulsó el desarrollo de la Armada estadounidense. La "teoría del poder marítimo" tuvo un profundo impacto en el desarrollo militar y la creación de la hegemonía de Estados Unidos: desde la adquisición del Canal de Panamá y la dominación del Mar Caribe, pasando por la formación de la "gran flota blanca" y su expansión hacia el Lejano Oriente y el Pacífico, hasta obtener bases navales en todo el mundo y controlar las rutas marítimas, Estados Unidos dominó progresivamente los mares del mundo.

El surgimiento de las relaciones internacionales como disciplina de estudio a principios del siglo XX y el desarrollo de teorías relacionadas no deben ser subestimados en el impacto sobre la política exterior norteamericana. Estados Unidos se convirtió en una superpotencia después de la Segunda Guerra Mundial, un período que coincidió con la maduración y desarrollo de la teoría de las relaciones internacionales. EE. UU. fue el centro de investigación donde escuelas teóricas como el realismo y el liberalismo proporcionaron bases y principios guía para que Estados Unidos buscara y mantuviera su hegemonía y realizara intervenciones militares en el extranjero.

La escuela realista se centra en la política de poder, y en su núcleo, el neorrealismo sostiene que la sociedad internacional opera en un estado anárquico, donde la supervivencia y seguridad son las principales preocupaciones de un Estado y el poder militar es el elemento primordial del poder estatal. El realismo ofensivo incluso sostiene que cuanto mayor es la ventaja militar de un país sobre otros, el primero será más seguro. Todos los países desean ser la potencia militar más fuerte del sistema internacional y el resultado ideal es convertirse en el país hegemónico del sistema, garantizando así su supervivencia.

El liberalismo, por otro lado, enfatiza que las personas tienen derechos inalienables. Esta lógica permite que las llamadas naciones libres intervengan en los asuntos internos de otros países por cuestiones de derechos humanos. La mejor manera de proteger los derechos humanos en otro país es lograr la llamada "democracia liberal" en ese país. Establecer un mundo compuesto por naciones democráticas es la "forma ideal" de lograr la paz mundial. El desarrollo de esta teoría ha impulsado a Estados Unidos a tener un gran impulso y entusiasmo para intervenir en los asuntos internos de otros países y en los cambios de régimen.

Las teorías de la "estabilidad hegemónica", la "estabilidad unipolar" y la "paz democrática" también han sido objeto de atención y controversia en la academia y en el ámbito político. La teoría de la "estabilidad hegemónica" sostiene que la existencia de una potencia hegemónica puede traer paz y estabilidad relativa al sistema internacional, mientras que "el declive relativo del poder estadounidense y la restricción en el uso de la fuerza han llevado a una era de coexistencia inestable entre las superpotencias". La "estabilidad unipolar" es una extensión y desarrollo de la teoría de la "estabilidad hegemónica", y argumenta que el mundo post-Guerra Fría es un sistema unipolar estable liderado por Estados Unidos. Este sistema unipolar puede traer paz y es duradero. "Hacer demasiado poco es mucho más peligroso que hacer demasiado... Dada la distribución del poder, el intervencionismo estadounidense es comprensible. En muchos casos, la intervención estadounidense está impulsada por la demanda, como se esperaría en un sistema con un líder claro". Esta teoría refleja la posición de Estados Unidos en el mundo y la comparación de poder internacional después de la Guerra Fría, y es una interpretación teórica del intervencionismo estadounidense en el exterior.

Por otro lado, la teoría de la "paz democrática" también se considera una base teórica importante para que Estados Unidos ejerza su hegemonía en nombre de la democracia después del fin de la Guerra Fría. El argumento central de esta teoría es que las naciones democráticas raramente (o nunca) van a la guerra entre sí, por lo que la promoción de la democracia puede promover la paz y la estabilidad mundial. La expansión de la OTAN hacia el este en la década de 1990, el bombardeo de la misma organización liderado por Estados Unidos en 1999 en Yugoslavia con el pretexto de que "los derechos humanos están por encima de la soberanía", la guerra de Irak lanzada por Washington en 2003 y la intervención militar en 2011 para derrocar al régimen de Gaddafi en Libia bajo el pretexto de la "responsabilidad de proteger", todas estas acciones militares tienen relación directa o indirecta con el apoyo y promoción por parte del Gobierno estadounidense de los llamados "sistemas y valores democráticos".

De hecho, estas teorías no resisten la prueba de la historia y la realidad. No importa cómo se formulen, todas sirven como justificaciones teóricas para el estatus e intereses de la hegemonía militar de Estados Unidos. Todas reflejan la mentalidad imperialista de Estados Unidos, caracterizada por su militarismo, expansión, intervención y maquillaje moral. Este pensamiento seguirá ejerciendo una profunda influencia en su propósito de promover la hegemonía militar.

1.3 Las motivaciones fundamentales detrás de la hegemonía militar de Estados Unidos

Las acciones de EE. UU. para mantener y expandir su dominio militar pueden ser vistas desde tres principales motores: interés propio, motivación estratégica y política interna.

Interés propio: La naturaleza expansiva del capitalismo

Tucídides, basándose en la experiencia de la Grecia antigua, declaró que el interés común es el vínculo más confiable entre Estados y personas. George Washington, el primer presidente de EE. UU., estableció este concepto como un principio universal, sosteniendo que el interés tiende a ser el principio dominante para la mayoría de la gente.

Desde la perspectiva marxista, la economía es la base de la política y la política es el reflejo de la economía. Las sociedades capitalistas no pueden encontrar dentro de sí mismas un mercado adecuado para sus bienes y un lugar óptimo para la inversión de su capital y, por lo tanto, tienden a esclavizar áreas no capitalistas, e incluso capitalistas, con el fin de encontrar mercados para productos excedentes y oportunidades de inversión para capital excedente.

La hegemonía militar de Estados Unidos, como fenómeno político, es un producto del sistema económico en el que se basa, es decir, el sistema capitalista. La trayectoria de esta hegemonía coincide con la expansión del capital: después de la independencia se expandió hacia el oeste y el sur, apoderándose de tierras y recursos, adquiriendo un amplio mercado interno, completando la industrialización, urbanización y mecanización agrícola y estableciendo las condiciones favorables para convertirse en una potencia capitalista. Proclamó su influencia en el hemisferio occidental con la "Doctrina Monroe" y tomó posesión de las "tierras fronterizas del imperio" ricas en recursos; a partir de la guerra hispano-estadounidense en 1898, redistribuyó las colonias y ejerció el control comercial sobre las islas y continentes del Pacífico; desde la política de "puertas abiertas" de 1899 compitió con Europa por intereses en Asia; posteriormente, a través de las dos guerras mundiales, controló los mercados globales y las arterias económicas; y para garantizar los recursos estratégicos necesarios para su hegemonía militar, dominó recursos como el petróleo y los minerales, especialmente en el rico Medio Oriente.

Algunos ejemplos claros son: orquestar la independencia de Panamá para obtener los derechos de construcción y arrendamiento perpetuo del Canal de Panamá; derrocar al gobierno elegido por el pueblo iraní bajo Mohammad Mosaddegh para facilitar la expansión de las empresas petroleras estadounidenses en el Medio Oriente; mantener tropas a largo plazo en Arabia Saudita, Kuwait, Catar, Bahréin y otros países de Medio Oriente, utilizar guerras como la del Golfo y la de Irak para lidiar con naciones "desobedientes", dominar el orden petrolero y consolidar la seguridad energética; estacionar tropas ilegalmente en Siria, esperando controlar los pozos de petróleo y gas de ese país y las principales áreas agrícolas; patrullar con barcos, aviones e incluso portaaviones el estrecho de Ormuz, una arteria crucial para el transporte global de energía...

Desde el punto de vista de Estados Unidos, una potencia hegemónica debe controlar las fuentes de materia prima y capital, los mercados, y tener una ventaja competitiva en la producción de alto valor agregado. Y el uso de medios militares para obtener recursos y mercados es el método más directo, "porque la conquista puede aumentar los recursos humanos y materiales y estos recursos pueden ser utilizados en una competencia posterior con otras grandes potencias".

Motivación estratégica: poder y seguridad absolutos

Estados Unidos se imagina a sí mismo en el centro de un universo entrelazado en un sistema global soñado por él.

En este universo interconectado, el poder se ejerce a través de constantes negociaciones, diálogos, comunicaciones y la búsqueda de opiniones formales y unificadas. Aunque este poder proviene finalmente de una única fuente: Washington. Y es allí donde se debe jugar el juego de poder, y se juega según las reglas internas de Estados Unidos.

Desde la perspectiva de los líderes estadounidenses, el dominio militar es crucial en su búsqueda de poder absoluto a nivel global, y el crecimiento de este poder, a su vez, alimenta su hegemonía militar. En palabras de Thomas Barnett, asesor principal del exsecretario de Defensa de Estados Unidos Donald Rumsfeld, desde 2001 la expansión de la estructura de seguridad norteamericana ha convertido al país en un "gigante militar". Su principal función global es "exportar seguridad" para castigar a las regiones poscoloniales que no siguen las reglas o que son inestables, para así regular la política y la economía mundiales y proteger el "núcleo" estadounidense.

La estructura de seguridad que Estados Unidos busca, al igual que muchos imperios en la historia, es una sobreexpansión. Los estrategas estadounidenses creen que la seguridad de una nación solo puede mantenerse a través de la expansión y que ejercer amenazas puede hacer que otras naciones se sometan. La creencia de Estados Unidos de que la seguridad se puede obtener a través de la expansión ha persistido obstinadamente en su expansión de la hegemonía militar.

A pesar de que ninguna nación puede o quiere desafiar la posición dominante global de Estados Unidos, la expansión militar estadounidense continúa. Tomando como ejemplo la expansión hacia el este de la OTAN, que, como producto de la Guerra Fría, debería haber perdido su razón de existir con el fin de la misma Guerra Fría. Sin embargo, para mantener su hegemonía global y buscar seguridad absoluta, Washington lideró cinco expansiones consecutivas de la OTAN, aumentando el número de miembros de 16 a 30, y no ha detenido su impulso de expansión, siempre contemplando nuevos planes de ensanchamiento. Extendió su influencia hasta la región de Asia-Pacífico, promoviendo la "globalización de la OTAN". Los datos muestran que en 2021 Estados Unidos representó el 38% del gasto militar mundial y su gasto militar superó la suma de los otros países en la lista de los diez primeros; Estados Unidos y sus aliados de la OTAN representaron el 55% del gasto militar mundial. Si se incluyen algunos de los aliados estadounidenses en la región del Pacífico, como Australia, Japón, Nueva Zelanda y Corea del Sur, esa cifra aumenta al 61%.

Buscar seguridad absoluta, excluir políticamente y contener militarmente a un grupo específico no puede proporcionar un marco de seguridad, sino que se convierte en la raíz de un dilema de seguridad y puede conducir a una mayor inestabilidad.

Motivación de política interna: el complejo militar-industrial

"La guerra no es más que la continuación de la política por otros medios". En "Sobre la guerra", esta frase de Carl von Clausewitz revela la relación entre lo militar y lo político.

La expansión de la hegemonía militar de Estados Unidos tiene su propio mercado político interno. A su vez, varios grupos de poder e interés dentro de este mercado influyen en el comportamiento de la hegemonía militar estadounidense. Como parte de la clase dominante norteamericana, el complejo militar-industrial ha secuestrado la política e impulsado el "sistema de guerra" del país.

El término "complejo militar-industrial" fue introducido por el presidente Dwight D. Eisenhower en su discurso de despedida el 17 de enero de 1961, refiriéndose al matrimonio entre el poderoso aparato militar de Estados Unidos y la industria armamentística. Hasta la fecha, el complejo militar-industrial consiste principalmente en cuatro entidades: el sector de seguridad militar, las empresas relacionadas con la defensa, el Congreso y las instituciones académicas. Además, los medios de comunicación y las organizaciones de cabildeo también están incluidos en este último grupo.

Este es un vasto supergrupo de intereses alineados en el que cada parte tiene intereses complementarios, formando una relación integrada de dependencia mutua. Además, tiene una gran demanda para impulsar la hegemonía militar estadounidense, posee la capacidad de ejercer una inmensa influencia política y comparte los frutos de esta hegemonía. En marzo de 2022, Franklin Spinney, un exfuncionario del Departamento de Defensa de Estados Unidos, escribió que durante más de 30 años el complejo militar-industrial de EE. UU. ha estado en consonancia con los medios de comunicación estadounidenses, centros de pensamiento, la academia y las agencias de inteligencia. Esta cadena de intereses cosechará grandes beneficios durante el conflicto entre Rusia y Ucrania. (Continúa)

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