BEIJING, 7 sep (Xinhua) -- El Instituto Xinhua, el grupo de expertos de la Agencia de Noticias Xinhua, publicó el martes un informe titulado "Raíces, hechos y perjuicios de la hegemonía militar de Estados Unidos".
A continuación, el texto íntegro del informe:
Raíces, hechos y perjuicios de la hegemonía militar de Estados Unidos
Índice
Introducción
Capítulo 1: Historia de la hegemonía militar de Estados Unidos
1.1 Evolución de la hegemonía militar de Estados Unidos
1.2 Las raíces ideológicas de la hegemonía militar de Estados Unidos
1.3 Las motivaciones fundamentales detrás de la hegemonía militar de Estados Unidos
Capítulo 2: Las acciones y métodos de Estados Unidos para mantener su hegemonía militar
2.1 Control explícito: guerras y bases
2.2 Control implícito: alianzas y reglas
2.3 Nuevos modelos y tendencias
Capítulo 3: Los daños globales de la hegemonía militar estadounidense
3.1 Desastres humanitarios
3.2 Violación de la soberanía
3.3 Disrupción del orden
3.4 Sufrir las consecuencias de sus propias acciones
Conclusión
Introducción
El 30 de agosto de 2021, un avión de transporte de las fuerzas armadas estadounidenses despegó del Aeropuerto Internacional de Kabul en Afganistán llevando al último grupo de militares estadounidenses y marcó el fin de la guerra más larga en la historia del país norteamericano. Poco tiempo después, el jefe del Estado Mayor Conjunto de EE. UU., Mark Milley, testificó ante el Congreso, señalando que la guerra en Afganistán concluyó con un "fracaso estratégico" para su país. Las acciones hegemónicas militares de Estados Unidos y sus consecuencias han vuelto a generar intensas críticas tanto dentro como fuera del territorio.
El año 2023 también marca el vigésimo aniversario del inicio de la guerra en Irak por parte de Estados Unidos. Fue una guerra de agresión que los EE. UU. iniciaron contra una nación soberana, eludiendo al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y usando mentiras como excusa. Este conflicto se llevó a cabo en busca de una seguridad absoluta y para alcanzar los intereses geopolíticos de Washington. La contienda trajo graves consecuencias y tuvo un impacto duradero para Irak, la región del Medio Oriente, el mundo y el propio Estados Unidos.
Desde su independencia en 1776, Estados Unidos ha dependido del poder militar para expandirse constantemente. A través de la guerra que sostuvo con México logró expandir su territorio; después de la guerra hispano-estadounidense se convirtió en una potencia transregional, extendiendo su influencia en el hemisferio occidental y en Asia oriental. Luego de las dos Guerras Mundiales emergió como una superpotencia global, adquiriendo la habilidad de proyectar su poder y establecer reglas a nivel mundial. Tras el fin de la Guerra Fría terminó con la bipolaridad, estableciendo una hegemonía unipolar y actuando según su voluntad. Hasta la fecha, sigue comprometido con la expansión militar para mantener una posición hegemónica.
En los más de 240 años de historia, Estados Unidos ha estado en guerra durante todos los años excepto unos 20, lo que lo hace uno de los países más beligerantes en la historia mundial. Según estadísticas incompletas, desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945 hasta 2001, se produjeron 248 conflictos armados en 153 regiones del mundo, de los cuales Estados Unidos inició 201, lo que representa aproximadamente el 81%. La presencia militar de Estados Unidos se extiende por todo el mundo: actualmente tiene alrededor de 750 bases militares en al menos 80 países. De los 193 miembros de las Naciones Unidas, aproximadamente 175 tienen tropas estadounidenses estacionadas. Desde 2001, bajo el pretexto de "la lucha contra el terrorismo", Estados Unidos ha lanzado guerras y operaciones militares en más de 80 países, lo que ha resultado en la muerte de alrededor de 929.000 personas, incluidos 387.000 civiles, y aproximadamente 38 millones de personas desplazadas o refugiadas.
En el proceso de buscar y mantener la hegemonía militar, Estados Unidos siempre ha sostenido la "idea imperial" a través de la teoría del Destino Manifiesto y la excepcionalidad estadounidense, utilizando estrategias como el dominio marítimo y la estabilidad de la hegemonía para justificar sus acciones. Empujado por el poder absoluto y los intereses estrechos, a menudo inicia guerras, interviene a través de la fuerza y busca controlar a otros países, con la intención de dominar en todos los aspectos en tierra, mar, aire e incluso en el espacio exterior, buscando establecer una supuesta "pax americana", que en realidad pretende un mundo unipolar bajo la dominación hegemónica.
Apoyándose en su posición de hegemonía militar, Estados Unidos ha implementado políticas y acciones que han causado hambre y caos en el mundo, con consecuencias perjudiciales: ha atacado la dignidad de la vida, pisoteado principios de soberanía, destruido el orden internacional y obstaculizado el desarrollo pacífico, provocando un inmenso dolor y desastre a los pueblos del mundo, generando una amenaza constante y destructiva para la seguridad y estabilidad global y creando obstáculos para el progreso de la civilización humana.
Este informe intenta, a través de hechos y datos, rastrear las raíces ideológicas de la hegemonía militar estadounidense, analizar los medios y herramientas utilizados por Washington para mantener y expandir su predominio militar y revelar los numerosos y evidentes abusos ocasionados por el dominio estadounidense que pone en peligro al mundo. Este informe busca que la comunidad internacional vea más claramente la verdadera cara del poder armamentístico norteamericano.
Capítulo 1: Historia de la hegemonía militar de Estados Unidos
A lo largo de la historia de Estados Unidos, su pensamiento estratégico ha albergado ambiciones de dominar el mundo, aspirando a "gobernar los océanos, y todos los mares", prediciendo que "probablemente serán el imperio más poderoso y temible que jamás haya existido en la historia". Imaginaron que "el primer paso sería tomar control del continente americano, pero esto fue solo el preludio para obtener la hegemonía global, pronto se convertirían en la fuerza dominante en todo el mundo", con el objetivo de inaugurar el "Siglo Americano".
La historia es un espejo. En un sentido amplio, la evolución de la formación, el surgimiento, la consolidación y la expansión de la hegemonía militar estadounidense es precisamente una historia de expansión de Estados Unidos desde el este hacia el oeste en el continente norteamericano, desde la tierra hacia el mar, y de la región hacia el mundo, todo basado en la ideología imperialista.
1.1 Evolución de la hegemonía militar de Estados Unidos
La evolución de la hegemonía militar de Estados Unidos puede dividirse aproximadamente en cuatro etapas: desde la guerra México-Estados Unidos hasta la guerra hispano-estadounidense como período de preparación, desde la Primera Guerra Mundial hasta el final de la Segunda Guerra Mundial como período de establecimiento, durante la Guerra Fría como período de disputa, y después del fin de la Guerra Fría como el período de apogeo.
Desde mediados del siglo XIX, con la guerra México-Estados Unidos hasta finales de la misma centuria con la guerra hispano-estadounidense, fue el período de preparación para la hegemonía militar de Estados Unidos.
Después de su independencia, Estados Unidos iniciaron casi un siglo de "expansión hacia el oeste". La guerra México-Estados Unidos de 1846 a 1848 fue la primera gran operación militar estadounidense fuera de sus fronteras y también la primera vez que ocuparon otro país. EE. UU. obtuvo alrededor de 2,3 millones de kilómetros cuadrados de tierra antes y después de esta guerra, permitiendo que su territorio se extendiera a través del continente y obteniendo una salida al Pacífico, lo que creó condiciones para la posterior expansión militar y económica en el Pacífico y Asia Oriental.
A finales del siglo XIX, hubo un fuerte llamado a aumentar la fuerza militar dentro de Estados Unidos y la modernización de la Marina estadounidense avanzó gradualmente durante este período. La guerra hispano-estadounidense de 1898 se considera el primer clímax de la expansión imperialista en la historia de Estados Unidos. En esta primera guerra de conquista que Estados Unidos llevaron a cabo fuera de América del Norte derrotaron a España y lograron el control de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam, al mismo tiempo que anexaron Hawái. A partir de ese momento Estados Unidos se embarcaron en el camino de la hegemonía, expandiéndose al mundo a través de la fuerza militar. Tenían bases militares tanto en el Caribe como en el Pacífico, lo que refleja directamente la rápida expansión de las fronteras norteamericanas y el deseo de sus gobernantes de aumentar aún más su poder económico, político y militar.
Las dos Guerras Mundiales en la primera mitad del siglo XX marcaron el período de establecimiento de la hegemonía militar global de Estados Unidos.
El poderío militar de Estados Unidos se incrementó notablemente durante la Primera Guerra Mundial. Cuando estalló el conflicto, Estados Unidos aprobaron la Ley de Defensa Nacional y la Ley Naval en 1916 para expandir el tamaño del ejército y la marina. En 1917 entraron en la guerra y desplegaron un gran número de fuerzas militares en Europa. Después del final de la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos surgieron como una fuerza importante en el mundo. El número de sus tropas aumentó de menos de 130.000 en 1917 a cuatro millones, formando nuevas unidades motorizadas y sistemas de apoyo logístico. Al mismo tiempo, su fuerza naval continuó creciendo, y con el Tratado Naval de 1922, el tamaño de la fuerza igualaba al de Gran Bretaña y se impusieron restricciones a Japón, lo que marcó el fin de la dominación británica y el establecimiento de la estadounidense en su lugar.
El final de la era europea en la política mundial ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos, sin librar batallas en su propio territorio, mostraron un enorme potencial militar, luchando en dos frentes, en el Pacífico y en Europa y fue el único país que se hizo más fuerte después de la guerra.
En agosto de 1945, Estados Unidos lanzaron bombas atómicas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Estos dos ataques aceleraron en cierta medida el fin de la Segunda Guerra Mundial y demostraron plenamente el poder de las armas nucleares, sentando una base importante para la hegemonía militar de Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. EE. UU. sigue siendo el único país que ha usado armas nucleares en la guerra.
Lo que Estados Unidos ganaron en la Segunda Guerra Mundial no fue solo la victoria, sino también la piedra angular que los convirtió en la potencia dominante del mundo: una máquina de guerra sin precedentes. Al final de la guerra, Estados Unidos tenían a 12,5 millones de militares, de los cuales 7,5 millones estaban estacionados en el extranjero, tenían una marina que incluía aproximadamente 1.200 grandes buques de guerra y una fuerza aérea con bombarderos de largo alcance, y monopolizaban las armas nucleares... Después de las dos Guerras Mundiales, Estados Unidos establecieron su hegemonía militar global, convirtiéndose en la primera gran potencia en la historia que controla los "dos extremos del eje estratégico de Eurasia", con una influencia y control sin precedentes en todo el mundo.
La Guerra Fría, que duró más de 40 años, fue un período de lucha por la hegemonía militar entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
Durante la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética, junto con sus respectivos bloques de la OTAN y el Pacto de Varsovia, invirtieron una gran cantidad de recursos humanos y materiales en una carrera armamentística y llevaron a cabo guerras o conflictos subsidiarios. EE. UU. y la URSS estuvieron al borde de una guerra nuclear durante la Crisis de los Misiles en Cuba en octubre de 1962, que se considera el momento más crítico de la Guerra Fría. Las dos grandes guerras en las que Estados Unidos intervino durante la Guerra Fría, la guerra de Corea y la de Vietnam, tenían como objetivo principal "contener la expansión del comunismo".
En 1950, el documento NSC-68 del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos propuso la "estrategia de superioridad militar global", abogando por la movilización continua para lograr "una gran fuerza integral", que es un principio básico de la política de la Guerra Fría de Estados Unidos. Los diversos planes elaborados con base en esto incluyen: una expansión masiva de las armas, la creación a gran escala de armas convencionales y nucleares, el fortalecimiento de la ventaja tecnológica de Estados Unidos, y la disuasión de la Unión Soviética y la defensa de los intereses estadounidenses en el extranjero a través de la guerra o el rápido fortalecimiento del poder.
Para lograr esto, Estados Unidos buscó construir fuerzas convencionales y nucleares basadas en alta tecnología, consolidar un gran sistema de alianzas bilaterales y multilaterales y bases militares en todo el mundo, cuando la Unión Soviética carecía de las últimas dos. Algunos argumentan que en la década de 1950, Estados Unidos utilizó su ventaja nuclear para compensar la superioridad numérica de la Unión Soviética en fuerzas convencionales; en las décadas de 1970 y 1980, la Unión Soviética alcanzó la paridad con Estados Unidos en términos de poder nuclear y Washington contrarrestó de nuevo la ventaja soviética desarrollando armas convencionales guiadas y construyendo redes de batalla. Estas dos "estrategias de compensación" permitieron a Estados Unidos mantener su ventaja en la competencia por la hegemonía militar con la Unión Soviética y continuarla después de la Guerra Fría.
La estructura bipolar llegó a su fin con la Guerra Fría y Estados Unidos vivió un apogeo en la hegemonía militar.
Con la desintegración de la Unión Soviética en 1991, Estados Unidos se convirtió en la única superpotencia, poseyendo una fuerza militar abrumadora: el gasto militar pasó a ser el más alto del mundo. EE. UU. no solo puede controlar todos los océanos y mares, sino que también ha desarrollado la capacidad militar para coordinar operaciones terrestres, marítimas y aéreas en las costas; sus Estados vasallos y países dependientes están distribuidos por todo el continente euroasiático.
Para mantener su posición de hegemonía militar, Estados Unidos, por un lado, ha aumentado la intervención y la disuasión militar en todo el mundo a través de un mayor gasto en defensa, expansión militar y construcción de bases, y, por otro lado, ha intentado justificar la necesidad de alianzas militares consigo mismo como líder mediante acciones militares ininterrumpidas. Para evitar la pérdida de cohesión del sistema de alianza debido al fin de la Guerra Fría, Estados Unidos promovió la expansión de la OTAN hacia el este en la década de 1990 y mantuvo las relaciones de alianza bilateral en Asia-Pacífico para proteger sus intereses militares y geopolíticos en todo el mundo.
Después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos lanzó sucesivamente las guerras en Afganistán e Irak, y llevó a cabo acciones militares en Libia y Siria. La larga "guerra contra el terrorismo" a nivel global ha agotado significativamente el poder estadounidense y dañado su reputación, además, la voluntad interna de usar la fuerza militar en el extranjero ha disminuido. A pesar de esto, el país norteamericano todavía ocupa una posición de ventaja en el campo militar hasta el día de hoy, y se esfuerza por mantener su posición de hegemonía militar global en el siglo XXI a través de la aplicación integrada de nuevas tecnologías y conceptos operativos y ajustes profundos al sistema de alianzas.
1.2 Las raíces ideológicas de la hegemonía militar de Estados Unidos
"Imperio", "hegemonía", "autoridad" son conceptos que han atravesado la historia estadounidense. Aunque Washington rechaza el término "imperio" en su lenguaje político, desde la fundación del país la idea imperialista ha estado profundamente grabada en la psique de la nación americana y ha influenciado las políticas y acciones de Estados Unidos en su camino hacia la hegemonía militar mundial.
El poeta y escritor estadounidense Walt Whitman proclamó ya en 1860 que Estados Unidos era un "imperio": "Canto a este nuevo imperio de poder sin precedentes, que parece acercarse a mí en un sueño; canto a Estados Unidos como a una diosa, canto a una autoridad aún más grande y suprema". El título del libro del escritor estadounidense Robert Kaplan es "Viaje al futuro del imperio". El historiador estadounidense Bernard DeVoto señaló acertadamente: "Ya sea en sueños o en realidad, el Imperio Americano nació antes que Estados Unidos".
La visión del destino imperial: desde el "Destino Manifiesto" hasta la "Excepcionalidad Americana"
La expansión militar y las guerras extranjeras han atravesado la historia de Estados Unidos, cuyas raíces ideológicas son una visión del "destino imperial". Esta autopercepción llegó con los colonos occidentales que aterrizaron en el continente norteamericano, especialmente reflejada en el primer gobernador de la colonia de la Bahía de Massachusetts durante el período de la Norteamérica británica, John Winthrop.
Antes de llegar a la colonia en 1630, este líder de los inmigrantes puritanos proclamó: "Seremos una ciudad sobre una colina, todos los ojos estarán puestos en nosotros... Nuestra historia y proverbios se difundirán por todo el mundo". Esta frase ha sido recitada repetidamente por innumerables estadounidenses durante más de 400 años, formando gradualmente la conciencia nacional de que la nación americana es el "pueblo elegido de Dios", generando la creencia de tener el derecho de conquistar a las que en su criterio son "naciones atrasadas" en nombre de la civilización. Como dijo el maestro de la historia moderna mundial, Eric Hobsbawm, esta es una creencia fundamental con un significado mesiánico, que hace que Estados Unidos sea expansionista desde el principio, su primera decisión es convertirse en un gigante continental y finalmente poseer toda la población del continente.
Las dos corrientes de pensamiento más destacadas derivadas de esta visión, el "Destino Manifiesto" y la "Excepcionalidad Americana", han otorgado hasta hoy la llamada "legalidad" y "santidad" a la expansión militar de Estados Unidos y a su hegemonía militar.
El "Destino Manifiesto", propuesto por el columnista estadounidense John O'Sullivan en 1845, sostiene que Dios ha inspirado a Estados Unidos para expandir su territorio y esfera de influencia en el continente norteamericano y más allá, y para difundir su sistema y valores. Los historiadores creen que la compra de Luisiana por parte de Estados Unidos a Francia en 1803 le dio al "Destino Manifiesto" el contenido sustantivo de la expansión territorial y la construcción del imperio, y antes del inicio de la Guerra de 1812 entre Estados Unidos y Gran Bretaña, los halcones de guerra en Estados Unidos que apoyaban la expansión militar liberaron por primera vez el "Destino Manifiesto" como una fuerza política. Desde Texas hasta Hawái, el "Destino Manifiesto" se ha convertido en la base y excusa para que Estados Unidos use medios militares para expandir su territorio y perseguir violentamente a los indígenas, con características evidentes de egoísmo y racismo. Con la evolución de la historia mundial y los cambios en el poder de Estados Unidos, el "Destino Manifiesto" se ha convertido en una de las raíces ideológicas de la lucha de Estados Unidos por la dominación mundial, la exportación de valores y la intervención militar extranjera desde el siglo XX.
La "Excepcionalidad Americana" sostiene que Estados Unidos es un país único en la historia de la humanidad, que representa la dirección del progreso civilizatorio. El pensador angloamericano Thomas Paine afirmó en su libro "Sentido común" que "Gran Bretaña pertenece a Europa, América pertenece a sí misma", que se considera una manifestación temprana de la "Excepcionalidad Americana". En este sentido, la expansión exterior de Estados Unidos tiene como objetivo romper el viejo orden y establecer un llamado "nuevo mundo". Esta excepcionalidad ha dado a la idea imperial de Estados Unidos, especialmente a su política de expansión, una mayor fuerza de conducción y persuasión, se ha convertido en una de las raíces de la política exterior estadounidense y también ha servido para encubrir la idea de que Estados Unidos, como país hegemónico, es mejor y más civilizado que los viejos imperios. Pero ya lo dijo el historiador estadounidense Niall Ferguson: "Para aquellos que todavía defienden la 'excepcionalidad' estadounidense, los historiadores que estudian los imperios solo pueden refutar de esta manera, Estados Unidos es tan excepcional como los otros 69 imperios".
Visión mundial imperial: de la "teoría del poder marítimo" a la "teoría de la estabilidad hegemónica"
A medida que Estados Unidos avanzaba hacia la expansión mundial y establecía su dominio militar global, gradualmente desarrolló su propio sistema teórico, utilizándolo como cobertura conceptual para promover el militarismo hegemónico.
A finales del siglo XIX, la guerra hispano-estadounidense transformó profundamente la posición de Estados Unidos en el mundo. Antes del estallido del conflicto, ya había un fuerte clamor interno en Estados Unidos a favor de la expansión exterior y se desarrollaron teorías para apoyar dicho ensanchamiento. Entre estas, la "teoría del poder marítimo" de Alfred Thayer Mahan no solo coincidía con las necesidades políticas del expansionista Theodore Roosevelt, sino que también impulsó el desarrollo de la Armada estadounidense. La "teoría del poder marítimo" tuvo un profundo impacto en el desarrollo militar y la creación de la hegemonía de Estados Unidos: desde la adquisición del Canal de Panamá y la dominación del Mar Caribe, pasando por la formación de la "gran flota blanca" y su expansión hacia el Lejano Oriente y el Pacífico, hasta obtener bases navales en todo el mundo y controlar las rutas marítimas, Estados Unidos dominó progresivamente los mares del mundo.
El surgimiento de las relaciones internacionales como disciplina de estudio a principios del siglo XX y el desarrollo de teorías relacionadas no deben ser subestimados en el impacto sobre la política exterior norteamericana. Estados Unidos se convirtió en una superpotencia después de la Segunda Guerra Mundial, un período que coincidió con la maduración y desarrollo de la teoría de las relaciones internacionales. EE. UU. fue el centro de investigación donde escuelas teóricas como el realismo y el liberalismo proporcionaron bases y principios guía para que Estados Unidos buscara y mantuviera su hegemonía y realizara intervenciones militares en el extranjero.
La escuela realista se centra en la política de poder, y en su núcleo, el neorrealismo sostiene que la sociedad internacional opera en un estado anárquico, donde la supervivencia y seguridad son las principales preocupaciones de un Estado y el poder militar es el elemento primordial del poder estatal. El realismo ofensivo incluso sostiene que cuanto mayor es la ventaja militar de un país sobre otros, el primero será más seguro. Todos los países desean ser la potencia militar más fuerte del sistema internacional y el resultado ideal es convertirse en el país hegemónico del sistema, garantizando así su supervivencia.
El liberalismo, por otro lado, enfatiza que las personas tienen derechos inalienables. Esta lógica permite que las llamadas naciones libres intervengan en los asuntos internos de otros países por cuestiones de derechos humanos. La mejor manera de proteger los derechos humanos en otro país es lograr la llamada "democracia liberal" en ese país. Establecer un mundo compuesto por naciones democráticas es la "forma ideal" de lograr la paz mundial. El desarrollo de esta teoría ha impulsado a Estados Unidos a tener un gran impulso y entusiasmo para intervenir en los asuntos internos de otros países y en los cambios de régimen.
Las teorías de la "estabilidad hegemónica", la "estabilidad unipolar" y la "paz democrática" también han sido objeto de atención y controversia en la academia y en el ámbito político. La teoría de la "estabilidad hegemónica" sostiene que la existencia de una potencia hegemónica puede traer paz y estabilidad relativa al sistema internacional, mientras que "el declive relativo del poder estadounidense y la restricción en el uso de la fuerza han llevado a una era de coexistencia inestable entre las superpotencias". La "estabilidad unipolar" es una extensión y desarrollo de la teoría de la "estabilidad hegemónica", y argumenta que el mundo post-Guerra Fría es un sistema unipolar estable liderado por Estados Unidos. Este sistema unipolar puede traer paz y es duradero. "Hacer demasiado poco es mucho más peligroso que hacer demasiado... Dada la distribución del poder, el intervencionismo estadounidense es comprensible. En muchos casos, la intervención estadounidense está impulsada por la demanda, como se esperaría en un sistema con un líder claro". Esta teoría refleja la posición de Estados Unidos en el mundo y la comparación de poder internacional después de la Guerra Fría, y es una interpretación teórica del intervencionismo estadounidense en el exterior.
Por otro lado, la teoría de la "paz democrática" también se considera una base teórica importante para que Estados Unidos ejerza su hegemonía en nombre de la democracia después del fin de la Guerra Fría. El argumento central de esta teoría es que las naciones democráticas raramente (o nunca) van a la guerra entre sí, por lo que la promoción de la democracia puede promover la paz y la estabilidad mundial. La expansión de la OTAN hacia el este en la década de 1990, el bombardeo de la misma organización liderado por Estados Unidos en 1999 en Yugoslavia con el pretexto de que "los derechos humanos están por encima de la soberanía", la guerra de Irak lanzada por Washington en 2003 y la intervención militar en 2011 para derrocar al régimen de Gaddafi en Libia bajo el pretexto de la "responsabilidad de proteger", todas estas acciones militares tienen relación directa o indirecta con el apoyo y promoción por parte del Gobierno estadounidense de los llamados "sistemas y valores democráticos".
De hecho, estas teorías no resisten la prueba de la historia y la realidad. No importa cómo se formulen, todas sirven como justificaciones teóricas para el estatus e intereses de la hegemonía militar de Estados Unidos. Todas reflejan la mentalidad imperialista de Estados Unidos, caracterizada por su militarismo, expansión, intervención y maquillaje moral. Este pensamiento seguirá ejerciendo una profunda influencia en su propósito de promover la hegemonía militar.
1.3 Las motivaciones fundamentales detrás de la hegemonía militar de Estados Unidos
Las acciones de EE. UU. para mantener y expandir su dominio militar pueden ser vistas desde tres principales motores: interés propio, motivación estratégica y política interna.
Interés propio: La naturaleza expansiva del capitalismo
Tucídides, basándose en la experiencia de la Grecia antigua, declaró que el interés común es el vínculo más confiable entre Estados y personas. George Washington, el primer presidente de EE. UU., estableció este concepto como un principio universal, sosteniendo que el interés tiende a ser el principio dominante para la mayoría de la gente.
Desde la perspectiva marxista, la economía es la base de la política y la política es el reflejo de la economía. Las sociedades capitalistas no pueden encontrar dentro de sí mismas un mercado adecuado para sus bienes y un lugar óptimo para la inversión de su capital y, por lo tanto, tienden a esclavizar áreas no capitalistas, e incluso capitalistas, con el fin de encontrar mercados para productos excedentes y oportunidades de inversión para capital excedente.
La hegemonía militar de Estados Unidos, como fenómeno político, es un producto del sistema económico en el que se basa, es decir, el sistema capitalista. La trayectoria de esta hegemonía coincide con la expansión del capital: después de la independencia se expandió hacia el oeste y el sur, apoderándose de tierras y recursos, adquiriendo un amplio mercado interno, completando la industrialización, urbanización y mecanización agrícola y estableciendo las condiciones favorables para convertirse en una potencia capitalista. Proclamó su influencia en el hemisferio occidental con la "Doctrina Monroe" y tomó posesión de las "tierras fronterizas del imperio" ricas en recursos; a partir de la guerra hispano-estadounidense en 1898, redistribuyó las colonias y ejerció el control comercial sobre las islas y continentes del Pacífico; desde la política de "puertas abiertas" de 1899 compitió con Europa por intereses en Asia; posteriormente, a través de las dos guerras mundiales, controló los mercados globales y las arterias económicas; y para garantizar los recursos estratégicos necesarios para su hegemonía militar, dominó recursos como el petróleo y los minerales, especialmente en el rico Medio Oriente.
Algunos ejemplos claros son: orquestar la independencia de Panamá para obtener los derechos de construcción y arrendamiento perpetuo del Canal de Panamá; derrocar al gobierno elegido por el pueblo iraní bajo Mohammad Mosaddegh para facilitar la expansión de las empresas petroleras estadounidenses en el Medio Oriente; mantener tropas a largo plazo en Arabia Saudita, Kuwait, Catar, Bahréin y otros países de Medio Oriente, utilizar guerras como la del Golfo y la de Irak para lidiar con naciones "desobedientes", dominar el orden petrolero y consolidar la seguridad energética; estacionar tropas ilegalmente en Siria, esperando controlar los pozos de petróleo y gas de ese país y las principales áreas agrícolas; patrullar con barcos, aviones e incluso portaaviones el estrecho de Ormuz, una arteria crucial para el transporte global de energía...
Desde el punto de vista de Estados Unidos, una potencia hegemónica debe controlar las fuentes de materia prima y capital, los mercados, y tener una ventaja competitiva en la producción de alto valor agregado. Y el uso de medios militares para obtener recursos y mercados es el método más directo, "porque la conquista puede aumentar los recursos humanos y materiales y estos recursos pueden ser utilizados en una competencia posterior con otras grandes potencias".
Motivación estratégica: poder y seguridad absolutos
Estados Unidos se imagina a sí mismo en el centro de un universo entrelazado en un sistema global soñado por él.
En este universo interconectado, el poder se ejerce a través de constantes negociaciones, diálogos, comunicaciones y la búsqueda de opiniones formales y unificadas. Aunque este poder proviene finalmente de una única fuente: Washington. Y es allí donde se debe jugar el juego de poder, y se juega según las reglas internas de Estados Unidos.
Desde la perspectiva de los líderes estadounidenses, el dominio militar es crucial en su búsqueda de poder absoluto a nivel global, y el crecimiento de este poder, a su vez, alimenta su hegemonía militar. En palabras de Thomas Barnett, asesor principal del exsecretario de Defensa de Estados Unidos Donald Rumsfeld, desde 2001 la expansión de la estructura de seguridad norteamericana ha convertido al país en un "gigante militar". Su principal función global es "exportar seguridad" para castigar a las regiones poscoloniales que no siguen las reglas o que son inestables, para así regular la política y la economía mundiales y proteger el "núcleo" estadounidense.
La estructura de seguridad que Estados Unidos busca, al igual que muchos imperios en la historia, es una sobreexpansión. Los estrategas estadounidenses creen que la seguridad de una nación solo puede mantenerse a través de la expansión y que ejercer amenazas puede hacer que otras naciones se sometan. La creencia de Estados Unidos de que la seguridad se puede obtener a través de la expansión ha persistido obstinadamente en su expansión de la hegemonía militar.
A pesar de que ninguna nación puede o quiere desafiar la posición dominante global de Estados Unidos, la expansión militar estadounidense continúa. Tomando como ejemplo la expansión hacia el este de la OTAN, que, como producto de la Guerra Fría, debería haber perdido su razón de existir con el fin de la misma Guerra Fría. Sin embargo, para mantener su hegemonía global y buscar seguridad absoluta, Washington lideró cinco expansiones consecutivas de la OTAN, aumentando el número de miembros de 16 a 30, y no ha detenido su impulso de expansión, siempre contemplando nuevos planes de ensanchamiento. Extendió su influencia hasta la región de Asia-Pacífico, promoviendo la "globalización de la OTAN". Los datos muestran que en 2021 Estados Unidos representó el 38% del gasto militar mundial y su gasto militar superó la suma de los otros países en la lista de los diez primeros; Estados Unidos y sus aliados de la OTAN representaron el 55% del gasto militar mundial. Si se incluyen algunos de los aliados estadounidenses en la región del Pacífico, como Australia, Japón, Nueva Zelanda y Corea del Sur, esa cifra aumenta al 61%.
Buscar seguridad absoluta, excluir políticamente y contener militarmente a un grupo específico no puede proporcionar un marco de seguridad, sino que se convierte en la raíz de un dilema de seguridad y puede conducir a una mayor inestabilidad.
Motivación de política interna: el complejo militar-industrial
"La guerra no es más que la continuación de la política por otros medios". En "Sobre la guerra", esta frase de Carl von Clausewitz revela la relación entre lo militar y lo político.
La expansión de la hegemonía militar de Estados Unidos tiene su propio mercado político interno. A su vez, varios grupos de poder e interés dentro de este mercado influyen en el comportamiento de la hegemonía militar estadounidense. Como parte de la clase dominante norteamericana, el complejo militar-industrial ha secuestrado la política e impulsado el "sistema de guerra" del país.
El término "complejo militar-industrial" fue introducido por el presidente Dwight D. Eisenhower en su discurso de despedida el 17 de enero de 1961, refiriéndose al matrimonio entre el poderoso aparato militar de Estados Unidos y la industria armamentística. Hasta la fecha, el complejo militar-industrial consiste principalmente en cuatro entidades: el sector de seguridad militar, las empresas relacionadas con la defensa, el Congreso y las instituciones académicas. Además, los medios de comunicación y las organizaciones de cabildeo también están incluidos en este último grupo.
Este es un vasto supergrupo de intereses alineados en el que cada parte tiene intereses complementarios, formando una relación integrada de dependencia mutua. Además, tiene una gran demanda para impulsar la hegemonía militar estadounidense, posee la capacidad de ejercer una inmensa influencia política y comparte los frutos de esta hegemonía. En marzo de 2022, Franklin Spinney, un exfuncionario del Departamento de Defensa de Estados Unidos, escribió que durante más de 30 años el complejo militar-industrial de EE. UU. ha estado en consonancia con los medios de comunicación estadounidenses, centros de pensamiento, la academia y las agencias de inteligencia. Esta cadena de intereses cosechará grandes beneficios durante el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Capítulo 2: Las acciones y métodos de Estados Unidos para mantener su hegemonía militar
El editor estadounidense y cofundador de la revista Time, Henry Luce, anunciaba en un artículo de 1941 la llegada del "siglo americano" y decía que debía "ejercerse toda nuestra influencia sobre el mundo, con fines que consideremos apropiados, usando medios que consideremos adecuados".
La hegemonía militar depende de la capacidad de control a largo plazo. Para proteger su hegemonía militar global, Estados Unidos no solo ejerce control directo a través de medios evidentes como iniciar o intervenir en guerras y establecer una red global de bases militares, sino que también ejerce control indirecto construyendo sistemas de alianzas y utilizando mecanismos reguladores como medios más sutiles. Con los cambios en las circunstancias, adopta nuevos modos de intervención, nuevas tecnologías militares y nuevos conceptos operativos. Al mismo tiempo que mantiene su propia ventaja, contiene a cualquier competidor potencial, previniendo que se convierta en una fuerza que pueda igualar o desafiar el estatus único de Estados Unidos como el dominante global.
2.1 Control explícito: guerras y bases
Recurrir al conflicto armado y a las intervenciones militares ha sido el medio más directo de Estados Unidos para mantener la hegemonía militar.
"La guerra se ha convertido en una parte indivisible de la historia de este país. Más que decir que Estados Unidos ha estado en guerra desde su fundación, sería más preciso decir que la guerra misma ha moldeado a Estados Unidos. Las guerras que Estados Unidos ha luchado han dado forma al país de hoy y también moldearán el Estados Unidos del futuro". El historiador francés Thomas Rabinow describió así la relación "indisoluble" entre Estados Unidos y la guerra.
Desde su fundación, Estados Unidos ha establecido y ampliado su dominio a través de conflictos militares: la Revolución Americana, las guerras indias, la guerra México-Americana, la guerra civil, la guerra hispano-estadounidense, la Primera y Segunda Guerra Mundial, la guerra de Corea, la de Vietnam, la del Golfo, la de Kosovo y las ocurridas en Afganistán e Irak, entre otras. Esta serie de conflictos ha llevado el poder militar estadounidense por todo el mundo. Desde su fundación, Estados Unidos ha establecido y ampliado su dominio a través de conflictos militares en los últimos 240 años. El aparato hegemónico estadounidense ha retumbado en todo el mundo.
Estas guerras han permitido a Estados Unidos expandir su territorio, adquirir posiciones estratégicas y extender su esfera de influencia. Desde un territorio original de aproximadamente 800.000 kilómetros cuadrados, ha crecido hasta aproximadamente 9,37 millones de kilómetros cuadrados, expandiéndose más de diez veces. A través de intervenciones militares, golpes de estado, y guerras subsidiarias, Estados Unidos ha ejercido dominio sobre América Latina, el Caribe, y ha controlado zonas estratégicas en Eurasia.
Además, ha establecido control sobre rutas marítimas y regiones clave en recursos. Se anexó islas como Hawái y Wake en el Pacífico, colonizó Filipinas, construyó el Canal de Panamá mediante coerción y junto con otras potencias imperialistas dividieron intereses en China. Desplegó fuerzas en África y controló áreas ricas en recursos mediante acciones militares.
Las guerras también han permitido a Estados Unidos definir alianzas y eliminar oponentes. Después de los ataques del 11 de septiembre, bajo la bandera de "la lucha contra el terrorismo", inició operaciones militares en más de 85 países. Agencias como la Agencia de Seguridad Nacional y la CIA han "creado" enemigos, derrocado gobiernos extranjeros y asesinado líderes que se oponen a Estados Unidos.
Conflictos de corta duración, conflictos prolongados, guerras mundiales, la Guerra Fría, guerras secretas, guerras subsidiarias, guerras contra el terrorismo... Esta interminable serie de conflictos en defensa y expansión de su hegemonía global está transformando a Estados Unidos en una nación espartana, en un Estado perpetuo de guerra.
Bases militares que cubren el mundo: el ancla estratégica de EE. UU.
Las bases militares son las posiciones avanzadas de EE. UU. para la disuasión y la intervención militar, Washington las usa como anclas, y con ellas ha proyectado su hegemonía en todo el mundo, desde el Ártico hasta el Cabo de Buena Esperanza y desde el Atlántico hasta el Pacífico.
El número de bases militares estadounidenses en el extranjero aumentó significativamente durante la Segunda Guerra Mundial. En septiembre de 1940, EE. UU. ofreció 50 destructores de la Primera Guerra Mundial a su aliado casi en bancarrota, el Reino Unido, a cambio del control sobre una serie de bases aéreas y navales en ocho colonias británicas. Esta medida reflejó las ambiciones norteamericanas de reforzar sus despliegues militares en todo el mundo. Entre 1943 y 1944, los planificadores militares estadounidenses idearon un plan para establecer un sistema de bases en el extranjero, asumiendo que el poder hegemónico norteamericano se extendería sobre el Atlántico y el Pacífico. Durante la Segunda Guerra Mundial, EE. UU. construyó u ocupó alrededor de 2.000 bases en todos los continentes, con un aproximado de 30.000 instalaciones militares.
Después de la Segunda Guerra Mundial, las bases militares estadounidenses en el extranjero se convirtieron en la extensión sin límites del "frente estratégico" de EE. UU., delineando vastas áreas de "soberanía de facto". Durante la Guerra Fría, Washington mantuvo grandes fuerzas y bases militares lo más cerca posible de la Unión Soviética para rodearla y contenerla. Tras el final de la Guerra Fría, la élite política de EE. UU. siguió creyendo que las bases militares en el extranjero eran vitales para la seguridad global del país, no solo permitiendo que las tropas estuvieran en un estado de movilización permanente, sino también proporcionando un cinturón defensivo. Por ejemplo, la administración de George W. Bush afirmó que las bases en el extranjero "mantenían la paz", mientras que la administración de Obama creía que "la proyección adelantada de bases y el despliegue avanzado de tropas estadounidenses eran significativos y necesarios".
Tras los ataques del 11 de septiembre de 2001, EE. UU., bajo el pretexto de "la lucha contra el terrorismo", tejió una poderosa red de bases militares en Afganistán y en toda la región de Oriente Medio y Asia Central, estableciendo así una cabeza de puente militar, geoestratégica y geopolítica en el corazón del continente euroasiático.
Entrando en el siglo XXI, EE. UU. comenzó a ajustar gradualmente su estrategia de despliegue de bases militares en el extranjero, enfocándose en establecer "bases de combate avanzadas" más pequeñas y flexibles, o "lilypads", para reducir su dependencia de las grandes bases militares al estilo de la Guerra Fría. Estas "bases lilypad" han aparecido en países y regiones como Colombia, Kenia y Tailandia. Generalmente, están ubicadas en áreas donde previamente había poca presencia militar estadounidense, haciendo esas regiones más "accesibles".
Durante muchos años, EE. UU. ha tejido una red global de bases militares al firmar acuerdos bilaterales y multilaterales con otros países, incluidos acuerdos de estatus de fuerzas y tratados de cooperación en seguridad. Un análisis de 2021 realizado por el centro de estudios estadounidense Quincy Institute mostró que EE. UU. tiene 750 bases militares en 80 países y regiones, casi el triple del número de embajadas y misiones en el extranjero del mismo país, con un costo operativo anual de hasta 55 mil millones de dólares. Desde 2001, las bases militares en el extranjero han apoyado las acciones militares de EE. UU. en al menos 25 países. Algunos analistas sugieren que parece haber una relación causal entre la creación de bases militares en el extranjero y la aparición de guerras, donde las bases son más propensas a provocar conflictos y las guerras requieren la creación de más bases.
2.2 Control implícito: alianzas y reglas
El sistema de alianzas es el principal pilar que sostiene la hegemonía militar de Estados Unidos.
El sistema de alianzas es una relación de cooperación en seguridad, ya sea formal o informal, entre dos o más países. En comparación con las "formas tangibles" de guerra y bases militares, el sistema de alianzas que Estados Unidos ha establecido y liderado puede ser categorizado como uno de sus medios de control implícito para mantener su hegemonía.
La hegemonía militar global de Estados Unidos está respaldada por un sistema de alianzas militares que abarca el mundo entero. La principal forma en que Washington establece y mantiene su hegemonía militar es aliándose, creando un sistema de alianzas con él mismo en el núcleo, ayudando así a lograr sus objetivos estratégicos particulares.
Desde la creación de la OTAN en 1949, Estados Unidos comenzó a construir alianzas militares. Posteriormente, estableció alianzas bilaterales como las sostenidas con Filipinas, Japón y Corea, construyendo una red global de alianzas centrada en Estados Unidos. Durante la Guerra Fría, el sistema global de alianzas norteamericano jugó un papel crucial para ayudar a Washington a lograr la victoria final contra la URSS. Después del fin de la Guerra Fría, el sistema de alianzas centrado en Estados Unidos no desapareció sino que se fortaleció. Por ejemplo, a través del "Nuevo Concepto Estratégico de la OTAN", EE. UU. cambió su función de defensa colectiva a intervención global, convirtiéndolo en una herramienta política y militar para mantener la hegemonía global. En las guerras en las que Estados Unidos participó después de la Guerra Fría y en la guerra global contra el terrorismo después del 11 de septiembre, el sistema de alianzas norteamericano tuvo un papel esencial, convirtiéndose en el pilar principal para mantener su despliegue militar global y su posición hegemónica.
Estados Unidos construyó su sistema de alianzas militares por tres razones: primero, para disuadir a los adversarios mediante el estacionamiento de tropas, ejercicios militares conjuntos y ayuda militar; segundo, para obtener una ventaja militar general a través de las alianzas y lograr sus propios intereses políticos y de seguridad; y tercero, uno de los objetivos secundarios de las alianzas es restringir y controlar a los países aliados. Estadísticas muestran que en el año fiscal 2011, el Comando del Pacífico de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos lideró 146 ejercicios militares con sus aliados. La OTAN, guiada por Estados Unidos, llevó a cabo 88 ejercicios militares en 2020.
En general, el sistema de alianzas militares de Estados Unidos es un sistema jerárquico entre países. Estados Unidos, con su papel dirigente, fija la agenda y ejerce hegemonía sobre otros sujetos en condiciones asimétricas y desiguales.
En años recientes, Estados Unidos ha estado promoviendo la trilateralización y multilateralización de su sistema de alianzas bilaterales, desde las alianzas EE. UU.-Japón-Australia, EE. UU.-Japón-Filipinas hasta el "Diálogo de Seguridad Cuadrilateral" entre EE. UU.-Japón-India-Australia, y la relación de seguridad trilateral entre EE. UU.-Reino Unido-Australia, tratando de fortalecer las alianzas para enfrentar las llamadas amenazas y desafíos potenciales. Con la gradual reorientación del foco estratégico militar de Estados Unidos hacia el este, la importancia de la región del Indo-Pacífico ha estado en aumento. Estados Unidos está construyendo activamente un "sistema de alianzas en el Indo-Pacífico", buscando utilizar el sistema de alianzas para integrar los recursos estratégicos de la región y mejorar la eficiencia de sus operaciones en esa área, con el verdadero propósito de mantener su sistema hegemónico liderado por sí mismo.
Utilizando reglas y mecanismos al estilo estadounidense para mantener una posición dominante en la hegemonía militar.
1. Control de exportaciones.
Su tecnología militar líder en el mundo es una base importante para que el ejército estadounidense ocupe la posición dominante. Esto se debe en parte a su propia capacidad de investigación y manufactura y a las medidas de control de exportación implementadas por sí mismo. Estas últimas son una herramienta esencial para mantener y expandir su ventaja militar y buscar la hegemonía. La política de control de exportaciones del Occidente durante la Guerra Fría ayudó a aislar, contener y finalmente derribar a la Unión Soviética.
La política de control de exportaciones de Estados Unidos tiene más de un siglo de antigüedad, se remonta a la Ley de Comercio con el Enemigo de 1917 y se fortaleció durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. El objetivo era mantener una ventaja tecnológica y militar sobre los adversarios. Los métodos específicos incluyen la implementación de sistemas de control de exportaciones de uso militar y dual bajo leyes y regulaciones como las "Regulaciones de administración de exportaciones" y la "Ley de control de exportación de armas"; la creación de legislación específica como la "Ley de energía atómica" y la "Ley de no proliferación nuclear", y la formación o liderazgo de mecanismos multilaterales como el "Comité coordinador de París", el "Régimen de control de tecnología de misiles" y el "Arreglo de Wassenaar". La existencia de estas reglas y mecanismos internacionales sirve esencialmente a los intereses de seguridad de Estados Unidos.
Para servir a su hegemonía, Estados Unidos no dudó en suprimir y sancionar a sus aliados. Un ejemplo es el "caso Toshiba". En la década de 1980, Toshiba Machinery de Japón exportó tornos de control numérico a la Unión Soviética. Estados Unidos vio esta acción como una amenaza para su ventaja militar y seguridad nacional y sancionó a Toshiba. Usó este incidente para presionar a Japón con respecto a su programa de aviones de combate de nueva generación, obligándolo a hacer concesiones. El "caso Toshiba" reveló el pensamiento y comportamiento hegemónico de Estados Unidos.
2. Control de armamentos.
La visión tradicional es que los acuerdos de control de armamentos alcanzados por Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría aumentaron la transparencia, redujeron el riesgo de conflicto nuclear, añadieron estabilidad estratégica entre ambos países, evitaron una carrera armamentística nuclear descontrolada y contribuyeron a un final pacífico de la Guerra Fría. Sin embargo, para Estados Unidos, el objetivo principal del control de armamentos era mantener una ventaja técnica militar sobre la Unión Soviética.
Thomas Countryman, exsubsecretario de Estado de EE. UU. a cargo del control de armamentos y seguridad internacional, creía que "los acuerdos de control de armamentos son una herramienta importante que puede limitar las amenazas a los intereses estadounidenses por parte de adversarios, mientras permiten a Estados Unidos y a sus aliados mantener la libertad de acción en defensa de sus intereses nacionales. En otras palabras, los acuerdos de control de armamentos no son concesiones que Estados Unidos haya hecho, ni un gesto de buena voluntad hacia otros países, sino una parte esencial y un factor que contribuye a nuestra seguridad nacional".
Mediante el uso flexible de los mecanismos de control de armamentos, Estados Unidos pudo liberar fondos para mejorar su poder militar en otros campos, como el "Tratado de Misiles Antibalísticos" de 1972 con la Unión Soviética, que ahorró miles de millones de dólares a Estados Unidos. También pudo, mediante medidas de transparencia y verificación proporcionadas por acuerdos como el "Nuevo Tratado START", obtener y analizar información sobre las fuerzas militares de sus adversarios, planificando efectivamente el desarrollo de su propia fuerza nuclear. Además, pudo limitar al máximo el desarrollo de las áreas de ventaja de sus adversarios, mientras los atraía a una carrera armamentística en áreas donde Estados Unidos tenía una ventaja técnica, geográfica y aliada evidente, como con el "Tratado INF" de 1987 con la Unión Soviética. Este tratado no abordó la implementación de misiles de alcance medio basados en el mar y el aire, donde Estados Unidos tenía una ventaja clara sobre la Unión Soviética.
En febrero de 2021, el Gobierno de Estados Unidos extendió el "Nuevo Tratado START" con Rusia, reflejando en gran medida una estrategia de "jugar con sus puntos fuertes y evitar sus debilidades". Jon Wolfsthal, quien sirvió como director senior para el Control de Armas y no Proliferación en el Consejo de Seguridad Nacional durante la administración Obama, dijo en 2020 que Rusia estaba cerca de completar su ciclo de modernización de armas nucleares estratégicas. Dada la incertidumbre sobre la modernización de armas nucleares de Estados Unidos, si el tratado caducaba, Estados Unidos podría estar en desventaja en términos de fuerzas nucleares estratégicas en comparación con Rusia. La extensión del tratado permitiría a Estados Unidos continuar con proyectos de modernización nuclear mientras mantenía restricciones e información sobre las armas nucleares estratégicas rusas.
3. Mala interpretación y uso indebido del derecho internacional.
Utilizar el derecho internacional cuando conviene y descartarlo cuando no, ha sido una práctica constante del imperialismo estadounidense. Su manifestación más directa en el ámbito militar es que, basándose en sus propios estándares, tergiversa la "Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar" para llevar a cabo "operaciones de libertad de navegación" con el fin de mantener su hegemonía militar en el mar.
Desde 1979, Estados Unidos ha llevado a cabo las llamadas "operaciones de libertad de navegación", afirmando que su objetivo es "proteger el comercio legítimo y la movilidad global de las fuerzas estadounidenses". Sin embargo, en realidad su objetivo es asegurar que las fuerzas aéreas y marítimas de Estados Unidos tengan una capacidad de proyección de fuerza libre e ilimitada. Según algunos académicos estadounidenses, las operaciones de libertad de navegación que Estados Unidos ha llevado a cabo durante años en el Mar Meridional de China son uno de los principales medios mediante los cuales las fuerzas armadas estadounidenses mantienen su presencia militar en esa región.
Al realizar "operaciones de libertad de navegación", Estados Unidos deliberadamente utiliza grandes buques de combate para desafiar la soberanía y jurisdicción de los países costeros en áreas como sus aguas territoriales, zonas económicas exclusivas, archipiélagos y estrechos, en particular su rechazo a las demandas de estos países de solicitar permiso o notificar con antelación, y deliberadamente navega con sus barcos en aguas territoriales de otros países, mostrando así su comportamiento hegemónico militar. Aunque Estados Unidos aún no ha ratificado la "Convención" arriba mencionada, opta por interpretarla y usarla selectivamente, y la considera una herramienta para mantener su hegemonía en el mar, lo que refleja la lógica hegemónica de que "la fuerza hace el derecho".
2.3 Nuevos modelos y tendencias
El mundo en el que Estados Unidos se encuentra hoy es diferente al de antaño. Las naciones emergentes están ascendiendo rápidamente, la tecnología militar se está difundiendo y la estructura de poder internacional se está inclinando hacia la multipolaridad. Frente a estos profundos cambios en el panorama internacional, Washington sigue aferrándose a un pensamiento hegemónico, intentando por todos los medios mantener y fortalecer su posición de dominio militar.
Nuevo modelo de intervención militar
A lo largo de los años, el uso de la fuerza ha sido un medio importante para que Estados Unidos ejerza su dominio militar. Sin embargo, después de experimentar varias guerras que agotaron sus recursos nacionales y dañaron su reputación, en años recientes el apoyo de la sociedad estadounidense a la intervención militar en el extranjero ha disminuido, y tanto el Gobierno de EE. UU. como el Congreso han mostrado menos disposición para usar la fuerza militar en el exterior. En este contexto, durante el conflicto entre Rusia y Ucrania, Washington, junto con sus aliados, sin enviar tropas directamente al conflicto, ha proporcionado una gran cantidad de asistencia militar e inteligencia para influir en el curso de la confrontación. Esto podría presagiar un nuevo modelo de intervención militar estadounidense en el futuro.
Este modelo de intervención militar tiene tres nuevas características:
Primera: la asistencia militar es altamente específica y se ajusta y complementa según los cambios en el campo de batalla. Desde el estallido de la crisis de Ucrania, Estados Unidos ha prometido proporcionar a Ucrania asistencia militar con un valor total de más de 46 mil millones de dólares, y el tipo de asistencia con armamento cambia según las circunstancias en el campo de batalla y las necesidades del ejército ucraniano.
Segunda: Estados Unidos ha utilizado su ventaja en inteligencia al máximo. La información de inteligencia y el conocimiento de la situación en el campo de batalla proporcionados al ejército ucraniano por Estados Unidos han desempeñado un papel crucial en la mejora de las capacidades de combate de Kiev. Según los informes, una cantidad tan grande de inteligencia compartida por Estados Unidos con Ucrania, un país que no es su aliado formal, no tiene precedentes, y las agencias de inteligencia estadounidenses incluso han modificado 27 políticas de intercambio de inteligencia para este propósito.
Tercera: empleo de una nueva forma de guerra híbrida. Estados Unidos y sus aliados lanzaron una guerra híbrida contra Rusia, que combinó guerra económica, diplomática y de opinión pública. Excepto por el hecho de que las fuerzas armadas estadounidenses no intervienen directamente en el conflicto, Estados Unidos en esencia ya ha participado completamente en esta confrontación. Algunos académicos señalan que la manera en que Estados Unidos intervino en la crisis de Ucrania ha establecido las reglas y el modelo para las futuras intervenciones militares de Washington en el extranjero.
Ajuste y mejora del sistema de alianzas
Debido a la disminución de la superioridad militar absoluta de Estados Unidos y su cambio hacia objetivos estratégicos de competencia entre grandes potencias, Estados Unidos ha estado superando gradualmente las limitaciones geográficas, estructurales y tecnológicas en su uso del sistema de alianzas militares en los últimos años.
Primero, Estados Unidos ha instigado a aliados fuera de la región a involucrarse en asuntos de seguridad en el Indo-Pacífico. Esto es evidente en la inclusión de la OTAN en cuestiones de seguridad del Indo-Pacífico en su visión estratégica y en la expansión de su presencia militar en el Pacífico Occidental. En 2021, Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania y Holanda enviaron un total de 21 buques de guerra al Mar Meridional de China para participar en ejercicios navales con Estados Unidos y sus aliados del Indo-Pacífico.
Segundo, en la región de Asia-Pacífico, Estados Unidos ha pasado de un modelo bilateral de alianza militar estilo "radios de una rueda" a un enfoque trilateral y multilateral. Tras la llegada al poder de la administración Biden en 2021, se elevó el estatus del mecanismo cuadrilateral EE. UU.-Japón-India-Australia, se estableció una relación de seguridad trilateral entre EE. UU.-Reino Unido-Australia y se continuó profundizando en mecanismos de seguridad multilateral más pequeños como EE. UU.-Japón-Australia y EE. UU.-Japón-Corea, alentando al mismo tiempo la cooperación en seguridad entre aliados.
Tercero, Estados Unidos ha transferido tecnología militar avanzada a aliados regionales para mejorar su capacidad militar. Por ejemplo, bajo el marco de la relación de seguridad trilateral EE. UU.-Reino Unido-Australia, Washington y Londres construirán al menos ocho submarinos nucleares de ataque para Australia. Esta será la primera vez en más de 60 años que Estados Unidos proporciona esta tecnología a otro país desde que compartió tecnología de energía nuclear con Reino Unido, poniendo en riesgo la estabilidad de la seguridad regional y potencialmente incrementando el riesgo de proliferación nuclear. Estados Unidos ha superado limitaciones y precedentes al transferir tecnología militar clave y armas ofensivas a aliados regionales, con el objetivo fundamental de mejorar su competitividad en la competencia militar del Indo-Pacífico.
Aplicación de nuevas tecnologías y nuevos conceptos operativos
Por un lado, el Departamento de Defensa de Estados Unidos da gran importancia al valor estratégico de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial y la automatización en la futura competencia militar entre grandes potencias. Dada la ventaja y experiencia en investigación y desarrollo de empresas tecnológicas comerciales estadounidenses en áreas relevantes, el Pentágono ha estado trabajando en estrecha colaboración con estas empresas en los últimos años para promover la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial y su aplicación en armamento.
Por otro lado, Estados Unidos sigue innovando conceptos militares para adaptarse a nuevas situaciones. Por ejemplo, destacan el concepto de "Guerra Mosaico", que enfatiza la distribución flexible e inteligencia en red, y el concepto de "Comando y Control Conjunto de Todos los Dominios", que busca integrar sensores con plataformas de combate y transmitir información en tiempo real. En el nuevo "Informe de Estrategia de Defensa" publicado en 2022, Estados Unidos introdujo el concepto de "Disuasión Integrada" como núcleo de su defensa, exigiendo una alta integración entre nuevas tecnologías, conceptos operativos y capacidades, eliminando líneas entre las ramas militares y dominios operativos, así como la colaboración con aliados.
Capítulo 3: Los daños globales de la hegemonía militar estadounidense
"Y en cuanto a una bandera para la Provincia de Filipinas, es fácil de gestionar. Podemos tener una especial, nuestros estados lo hacen: podemos tener simplemente nuestra bandera habitual, con las franjas blancas pintadas de negro y las estrellas reemplazadas por la calavera y las tibias cruzadas". En 1901, el escritor estadounidense Mark Twain escribió estas palabras para condenar la acción imperialista de Estados Unidos al desatar la guerra y llevar a cabo una carnicería en Filipinas.
La hegemonía militar estadounidense tiene una inercia histórica. Los Estados Unidos de América nacieron en medio de la guerra y la matanza, se expandieron a través de la intervención y la conspiración, formaron su hegemonía militar en la lucha por el poder y la obtención de beneficios, y mantuvieron sus intereses estratégicos a través de la dominación y el abuso. Como dijo el académico estadounidense y profesor de Bard College, Walter Russell Mead, "Estados Unidos es la fuerza militar más peligrosa en la historia del mundo".
Innumerables hechos le dicen al mundo que el militarismo y las acciones hegemónicas de Estados Unidos van en contra de la tendencia general hacia la paz y el desarrollo, creando desastres humanitarios en todo el mundo, violando la soberanía de otros países, pisoteando las reglas internacionales y destruyendo el orden internacional. Esto ha traído una gran calamidad e innumerables daños a muchos países, incluyendo a los propios Estados Unidos, y es la principal causa de la inestabilidad y la agitación en el mundo, así como el mayor desafío para el progreso de la civilización humana.
3.1 Desastres humanitarios
Masacre de civiles
El exoperador de drones del ejército estadounidense Brandon Bryant ha contado repetidamente a los medios su experiencia personal: una vez, mientras realizaba una misión de ataque en Afganistán, vio a través de la cámara de un dron a un niño afgano corriendo hacia el área objetivo justo antes de disparar un misil. Más tarde informó del incidente a sus superiores y la respuesta que recibió fue: "no te preocupes por él, solo es un perro".
Según el Bureau of Investigative Journalism, con sede en Londres, entre febrero de 2004 y febrero de 2020, los ataques con drones de Estados Unidos en Afganistán, Pakistán, Somalia y Yemen han resultado en la muerte de entre 910 y 2.200 civiles, incluyendo entre 283 y 454 niños. Algunas investigaciones han encontrado que hasta el 90% de las víctimas de ataques con drones estadounidenses son civiles inocentes, pero estas bajas son pasadas por alto en los documentos oficiales y registradas simplemente como "daño colateral", y rara vez se responsabiliza a los causantes de estos incidentes.
El derecho a la vida es el más fundamental de los derechos humanos, y las máquinas de guerra estadounidenses traen desastres humanitarios interminables. La guerra de conquista contra los indios americanos aniquiló directamente a millones de ellos; la guerra colonial en Filipinas resultó en la muerte de entre 200.000 y un millón de filipinos; la guerra de Corea causó más de tres millones de muertes de civiles; la guerra de Vietnam, dos millones de civiles muertos; la guerra de Afganistán, más de 100.000 civiles heridos o muertos; la guerra de Irak, entre 200.000 y 250.000 civiles muertos. Según cifras publicadas en septiembre de 2021 por el proyecto "Costos de la Guerra" de la Universidad Brown, solo desde 2001 las guerras globales contra el terrorismo lanzadas por Estados Unidos han llevado directamente a la muerte de alrededor de 929.000 personas, incluyendo 387.000 civiles y 38 millones de personas han sido desplazadas o se han convertido en refugiados.
Violaciones a la dignidad humana
En los últimos años, los escándalos de abuso sistemático de prisioneros por parte del ejército estadounidense, que han salido a la luz en numerosas ocasiones, son evidencia del desprecio de Estados Unidos por los derechos humanos y la dignidad humana.
Ya en 2009, el relator especial de la ONU sobre la promoción y protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales en la lucha contra el terrorismo afirmó en su informe presentado a la 10ª sesión del Consejo de Derechos Humanos que Estados Unidos había establecido un conjunto completo de prácticas de entrega extraordinaria, detención prolongada y secreta, así como prácticas que violan la Convención de la ONU contra la Tortura. En su informe presentado a la 64ª Asamblea General de la ONU, el relator especial señaló que Estados Unidos y sus contratistas privados habían utilizado técnicas de interrogatorio como obligar a prisioneros musulmanes varones en Irak y otros lugares a desnudarse, amontonarlos desnudos uno encima de otro y amenazarlos con violación y sodomía.
El proyecto "Costos de la Guerra" indica que después del 11 de septiembre, Estados Unidos estableció prisiones secretas en el extranjero bajo el pretexto de "la lucha contra el terrorismo", involucrando al menos a 54 países y regiones, y deteniendo a cientos de miles de personas, incluidos musulmanes, mujeres y menores de edad.
Bedu al-Hamad, un iraquí que fue detenido por el ejército estadounidense bajo la acusación de "terrorismo", estuvo preso en la prisión de Abu Ghraib, al oeste de Bagdad. Describió la vida en la prisión como un infierno, con alimentos apenas suficientes para sobrevivir, donde los detenidos eran sometidos a confinamiento solitario durante meses, soportando el calor extremo y el frío. Los soldados estadounidenses obligaban a los iraquíes a torturarse entre ellos, encerrando a un policía iraquí capturado en una celda con extremistas que le rompieron las manos y los pies. Debido a la detención prolongada y los problemas mentales resultantes, al-Hamad incluso dejó de reconocer a su propia familia.
En la prisión de Guantánamo, además del abuso y la tortura generalizados, el personal estadounidense torturó a los prisioneros a través de la profanación del Corán y la violación de las creencias islámicas, incluyendo arrojar el Corán al inodoro, romperlo y quemarlo bajo el pretexto de buscar armas y permitir que guardias mujeres vigilaran a prisioneros varones desnudos en los baños, lo que ha llevado a protestas colectivas e incluso ha provocado suicidios masivos entre los detenidos.
Daño ecológico
La acción militar de Estados Unidos en todo el mundo ha traído graves crisis ecológicas.
Por ejemplo, el ejército estadounidense dejó alrededor de 350.000 toneladas de bombas y minas terrestres en Vietnam, que se estima tardarán 300 años en ser completamente eliminadas. El uso masivo de municiones de uranio empobrecido en el bombardeo de la OTAN a la República Federal de Yugoslavia, liderado por Estados Unidos, ha provocado un aumento de los cánceres y la leucemia entre la población local, causando graves daños al medio ambiente local e incluso europeo. Entre 2002 y 2016, las tres bases militares estadounidenses en Okinawa, Japón, tuvieron al menos 270 incidentes de contaminación ambiental, la mayoría de los cuales no se informaron al Gobierno japonés. En mayo de 2022, se reveló que la base militar estadounidense en Yongsan, República de Corea, que estaba siendo devuelta al país, tenía grave contaminación del suelo y del agua subterránea. El Ministerio de Medio Ambiente de la República de Corea descubrió que el suelo del área de dormitorios en el sector sur de la base contenía niveles de hidrocarburos totales de petróleo que superaban en 29 veces el límite permitido, mientras que el agua subterránea contenía benceno y fenol que excedían los límites en 3,4 y 2,8 veces, respectivamente.
Además, el ejército estadounidense es la organización de consumo de combustible más grande del mundo, y su consumo fuera de la guerra, así como la consiguiente huella de carbono, supera la de la mayoría de los países del mundo. Aunque Estados Unidos apoya verbalmente el ecologismo y la neutralidad en carbono, el ejército de EE. UU. prioriza la seguridad y la potencia de fuego en sus operaciones. Cada sistema de armas importante, ya sea un avión de combate o un portaaviones, está equipado con tecnologías intensivas en carbono. Ningún otro ejército en el mundo puede igualar el efecto de sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Según un estudio publicado en 2019 por la Universidad de Lancaster y la Universidad de Durham en el Reino Unido, "el ejército estadounidense es uno de los mayores contaminadores de la historia", consumiendo más combustibles líquidos y emitiendo más gases de efecto invernadero que la mayoría de los países del mundo. "Si el ejército estadounidense fuera un país, solo en términos de su consumo de combustible, sería el 47º mayor emisor de gases de efecto invernadero en el mundo". Según datos del Instituto Watson de Asuntos Internacionales y Públicos de la Universidad de Brown, desde la guerra global contra el terrorismo en 2001, el ejército estadounidense ha generado 12 mil millones de toneladas de gases de efecto invernadero.
3.2 Violación de la soberanía
En 1648, cuando la Paz de Westfalia puso fin a la Guerra de los Treinta Años y sentó las bases del moderno sistema de Estado-nación, se estableció el principio de soberanía.
Los casos en los que Estados Unidos ha violado el principio de soberanía utilizando su dominio militar son numerosos e incluyen, entre otros, la intervención militar directa en otros países, el cambio de régimen, el ejercicio de jurisdicción extraterritorial y la violación del espacio aéreo y marítimo de otros países.
Intervención militar en el extranjero
Desde su declaración de independencia en 1776, Estados Unidos ha intervenido militarmente (incluyendo invasiones directas y el uso de la fuerza) en todo el mundo. El expresidente estadounidense Jimmy Carter dijo una vez que Estados Unidos es el país más beligerante de la historia del mundo, y que en los más de 240 años desde su fundación, solo ha estado en paz durante 16 años.
Según un informe de investigación de la Universidad de Tufts titulado "Proyecto de intervención militar: Nuevo conjunto de datos de intervención militar estadounidense, 1776-2019", Estados Unidos ha llevado a cabo 392 intervenciones militares en todo el mundo desde su fundación hasta 2019 (incluyendo amenazas y demostraciones de fuerza, así como operaciones de fuerzas especiales), de las cuales alrededor de la mitad han ocurrido desde 1950 y una cuarta parte después del final de la Guerra Fría. En términos regionales, el 34% de las intervenciones militares estadounidenses han sido en América Latina y el Caribe, el 23% en Asia Oriental y el Pacífico, el 14% en el Medio Oriente y África del Norte, y el 13% en Europa y Asia Central.
Cambio de régimen en otros países
Poco después de su fundación, Estados Unidos comenzó una larga historia para subvertir gobiernos extranjeros. Durante la Guerra de Trípoli de 1801 a 1805, con la autorización del entonces presidente estadounidense Thomas Jefferson, el cónsul de Estados Unidos en Túnez participó en la planificación del derrocamiento del Gobierno de Trípoli, y fue la primera vez en la que Washington participó en un cambio de régimen en el extranjero.
La profesora asociada de la Universidad de Boston, Lindsay O'Rourke, escribe en su libro "Cambios de régimen encubiertos: La Guerra Fría secreta de Estados Unidos" que entre 1947 y 1989, Estados Unidos llevó a cabo 70 operaciones de cambio de régimen, 64 de las cuales fueron operaciones secretas y seis fueron operaciones públicas, sin importar si eran amigos o enemigos, o el tipo de régimen político. Después del final de la Guerra Fría, Estados Unidos llevó a cabo operaciones de cambio de régimen en Haití, Afganistán, Irak, Libia, Siria, Venezuela, entre otros países. El exasesor de Seguridad Nacional estadounidense John Bolton admitió sin rodeos en 2022 que había ayudado a planificar golpes de Estado en otros países, en referencia al intento de golpe en Venezuela en 2019.
"Disfrutar" de jurisdicción extraterritorial
Las tropas estadounidenses desplegadas en todo el mundo a menudo cometen delitos en los países en los que están estacionadas, pero Estados Unidos se esfuerza por evitar que el personal militar estadounidense esté bajo la jurisdicción de los tribunales locales, lo que constituye una violación de la soberanía judicial de los países anfitriones.
Un estudio reciente mostró que el grado de delincuencia de las fuerzas militares estadounidenses en el extranjero supera con creces lo que se había pensado anteriormente. Entre 1954 y 1970, los departamentos de justicia extranjeros abrieron más de 360.000 casos penales contra personal militar estadounidense y sus familias, pero solo alrededor de un tercio de los casos fue juzgado por los tribunales locales. Además, cuanto mayor es la dependencia de un país anfitrión de la protección de seguridad de Estados Unidos, menor es la probabilidad de que los casos que involucren a personal militar estadounidense sean juzgados. Un informe de los medios de comunicación de la República de Corea en 2017 decía que la tasa de no enjuiciamiento de delitos cometidos por las fuerzas estadounidenses en el país superaba el 70%, y la tasa de no enjuiciamiento de delitos violentos cometidos por el ejército estadounidense alcanzaba el 81%.
Violación del espacio aéreo y marítimo
Durante la Guerra Fría, Estados Unidos utilizó su superioridad militar para violar el espacio aéreo de otros países y llevar a cabo actividades militares de vigilancia a gran altitud. Solo entre junio de 1956 y finales de 1959, la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos utilizó aviones de reconocimiento U-2 para realizar más de 250 misiones de vuelo a través del espacio aéreo y la vigilancia periférica en Europa, la Unión Soviética, Oriente Medio y Asia Oriental, con el objetivo de obtener información en imágenes y señales. Después de que la Unión Soviética derribara un avión espía U-2 estadounidense en mayo de 1960, la CIA trasladó sus actividades de reconocimiento de gran altitud a América Latina y Asia Oriental, incluida China, y continuó sus actividades de reconocimiento en Asia Oriental hasta 1974. Desde los ataques del 11 de septiembre, Estados Unidos ha llevado a cabo ataques aéreos a gran escala con aviones no tripulados en países como Pakistán, bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo, lo cual es un ejemplo de la violación de la soberanía del espacio aéreo de otros países, y los ataques aéreos han causado la muerte de un gran número de civiles.
Para mantener su capacidad de despliegue militar global, Estados Unidos ha estado llevando a cabo desde 1979 lo que llama "operaciones de libertad de navegación" para desafiar las "excesivas reivindicaciones de derechos marítimos" de otros países. De acuerdo con el informe anual de "Operaciones de Libertad de Navegación" publicado por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, entre 1990 y 2021, Washington utilizó medios militares para desafiar la soberanía y jurisdicción de 70 países y regiones costeras en aguas territoriales, zonas económicas exclusivas, archipiélagos y estrechos. Entre los países desafiados se encuentran Japón, la República de Corea, Italia, Arabia Saudita y otros socios y aliados tradicionales.
3.3 Disrupción del orden
El profesor Stanley Hoffmann de la Universidad de Harvard, especializado en relaciones internacionales, señala que el orden mundial es un modelo idealizado de relaciones armoniosas entre los Estados, y es una condición importante para la convivencia pacífica y la regulación del comportamiento entre los países. Es un medio efectivo y un estado ordenado para resolver disputas y conflictos de manera razonable y llevar a cabo cooperación internacional para el desarrollo común.
La hegemonía militar estadounidense se niega a "seguir las reglas" y "respetar las normas" y siempre actúa deliberadamente en contra de ellas.
Estados Unidos ha ignorado durante mucho tiempo el principio básico del derecho internacional que prohíbe el uso ilegal de la fuerza o la amenaza de usarla, y ha lanzado guerras contra países soberanos en numerosas ocasiones; Estados Unidos ha creado una Fuerza Espacial, establecido un Comando Espacial, acelerado las pruebas de armas espaciales y ejercicios militares, alejándose gravemente de la idea de uso pacífico del espacio. Además, los escándalos de abuso sistemático a prisioneros en la cárcel de la Bahía de Guantánamo demostraron que el ejército estadounidense ha pisoteado la Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes.
En septiembre de 2022, en una reunión oficial de consulta de los Estados parte de la Convención sobre la Prohibición de Armas Biológicas celebrada en Ginebra, Suiza, la delegación rusa reveló una serie de documentos acusando a Estados Unidos de violar la Convención. Uno de los documentos, titulado "Sistema de liberación de mosquitos infectados desde el aire", describe una tecnología que utiliza drones para transportar y liberar grandes cantidades de mosquitos infectados con patógenos en áreas específicas, con el objetivo de infectar a la población con enfermedades infecciosas virulentas y así lograr la "propagación a bajo costo de enfermedades mortales" y paralizar al adversario. El documento añade que esta tecnología podría utilizarse inmediatamente con fines militares y convertirse en una herramienta más efectiva que las armas más avanzadas existentes una vez que se eliminen o modifiquen las restricciones legales.
La Convención sobre la Prohibición de Armas Biológicas, acordada en 1972 y en vigor desde 1975, cuenta con 185 Estados parte y es la piedra angular de la gobernanza de la bioseguridad a nivel mundial. Sin embargo, Estados Unidos, como uno de los Estados parte, ha llevado a cabo experimentos biológicos peligrosos en países como la República de Corea y ha tenido una "historia negra" de experimentos en humanos dentro de su territorio. Durante años, sus investigaciones biológicas han sido poco transparentes y ha sido el único país en oponerse a la creación de un mecanismo de verificación multilateral, lo que ha provocado que las negociaciones sobre un protocolo de verificación de la Convención se hayan estancado hasta la fecha.
Ha sido una práctica constante de Estados Unidos ser selectivo en su enfoque de las leyes, normas y organizaciones internacionales, cumpliendo cuando sirve a sus intereses y retirándose cuando no.
Según las estadísticas, desde la década de 1980, Estados Unidos ha abandonado 17 organizaciones o acuerdos internacionales, incluyendo el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, la OMS, la UNESCO, el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, el acuerdo nuclear con Irán, el Tratado sobre el Comercio de Armas, el Tratado INF y el Tratado de Cielos Abiertos. En algunos casos, Estados Unidos se retiró y luego volvió a incorporarse a estas organizaciones o acuerdos, solo para retirarse nuevamente.
Aunque la actual administración norteamericana ha anunciado con fanfarria que "Estados Unidos ha vuelto" y ha reingresado a algunas organizaciones o acuerdos internacionales, en esencia no ha abandonado su política de "Estados Unidos primero". Para acuerdos como el Tratado de Cielos Abiertos, que no está en consonancia con los intereses estadounidenses, sigue aplicando la táctica de abandonar y romper el pacto. Como dijo el historiador estadounidense Alfred McCoy, Washington continuará rechazando las leyes internacionales o convenios que restrinjan su poder, y esto es una "regla no escrita en nuestro planeta".
3.4 Sufrir las consecuencias de sus propias acciones
El lanzamiento de guerras y la agresión externa por parte de Estados Unidos, entre otras acciones de hegemonía militar, ha traído desastres a varios países del mundo, pero también ha causado graves daños a sí mismo. El historiador francés Thomas Rabino, en su libro "Cultura de guerra en América", señala que casi cada generación de estadounidenses ha sufrido las consecuencias políticas, económicas y sociales del caos provocado por la guerra.
Bajas de ciudadanos estadounidenses
Las guerras lanzadas e intervenidas por Estados Unidos han causado la muerte de un gran número de soldados estadounidenses. Según datos del Departamento de Defensa norteamericano, aproximadamente 36.000 soldados estadounidenses murieron en la guerra de Corea, con más de 100.000 heridos. En la larga guerra de Vietnam, 58.000 soldados estadounidenses murieron, con más de 150.000 heridos. El proyecto "Costos de la Guerra" muestra que más de 7.000 soldados y aproximadamente 8.000 contratistas de defensa estadounidenses han muerto en las guerras lanzadas por Washington después de los ataques del 11 de septiembre.
Además, en comparación con la población en general, los veteranos que sirvieron en Irak y Afganistán tienen una mayor proporción de suicidios, traumas mentales, adicción a medicamentos y alcoholismo, así como tasas más altas de divorcio y abuso infantil en sus familias. Más de 30.000 soldados estadounidenses se han suicidado en las guerras después del 11 de septiembre, una cifra que es cuatro veces mayor que el número de bajas en combate.
Costo económico
El alto costo militar que Estados Unidos ha invertido para mantener su máquina de guerra y llevar a cabo operaciones militares ha puesto una pesada carga a los ciudadanos.
Según datos ajustados a la inflación en dólares de 2011, el gasto militar estadounidense en la guerra de Vietnam (1965-1975) ascendió a 737 mil millones de dólares, lo que tuvo un grave impacto en la economía, y resultó en una alta inflación y enormes déficits, que en última instancia llevaron al colapso del sistema de Bretton Woods.
Las guerras posteriores al 2001 han costado más de 5,8 billones de dólares. Según informes de medios estadounidenses en 2019, Estados Unidos ha gastado alrededor de 350 mil millones de dólares en atención médica para veteranos discapacitados de las guerras en Afganistán e Irak, y se espera que se gasten otros 2,2 billones de dólares en el futuro.
La guerra ha traído costos de oportunidad a la economía y la sociedad estadounidenses. El dinero gastado en las guerras posteriores al 11 de septiembre podría haber proporcionado atención médica a 13 millones de niños estadounidenses que viven por debajo del umbral de pobreza hasta la edad adulta, así como educación primaria para ellos durante dos años, becas universitarias públicas para 28 millones de estudiantes, atención médica por 20 años para un millón de veteranos y salarios por diez años para cuatro millones de trabajadores en la industria de energías limpias.
Desde la bancarrota de la reputación hasta las consecuencias de sus actos
Desde el "Incidente del Golfo de Tonkín" hasta la invención de armas de destrucción masiva, desde los "Documentos del Pentágono" hasta los "Documentos de Afganistán", el ejército estadounidense ha tenido la costumbre de fabricar engaños y mentiras para iniciar y prolongar las guerras. Además, ha intentado ocultar sus múltiples atrocidades en guerras externas, como el incidente de No Gun Ri en la guerra de Corea, la masacre de My Lai durante la guerra de Vietnam, los abusos en la prisión durante la guerra de Irak y los ataques indiscriminados de drones en la guerra contra el terrorismo.
Una tras otra, estas mentiras y engaños han dañado la imagen y la reputación de Estados Unidos. El actual embajador estadounidense en China y exprofesor de Harvard, Nicholas Burns, señaló en 2010 que la decisión de ir a la guerra en Irak fue un error estratégico para Estados Unidos y el mayor golpe a su poder e influencia desde Vietnam. Las prisiones de Abu Ghraib y Guantánamo dañaron permanentemente la reputación de Estados Unidos entre los más de mil millones de musulmanes del mundo. Una encuesta del Pew Research Center en 2019 mostró que la reputación internacional de Estados Unidos cayó significativamente entre 2013 y 2018, con un aumento del 25% al 45% en las personas que ven el poder e influencia de EE. UU. como una amenaza.
La hegemonía militar de Estados Unidos y sus acciones bélicas en el extranjero han fomentado y fortalecido las fuerzas extremistas, que finalmente han tenido repercusiones en su propia seguridad.
El ataque del 11 de septiembre de 2001 es un ejemplo típico de cómo la dominación militar de Estados Unidos puede volverse en su contra. Casi 3.000 personas murieron en el peor ataque terrorista en suelo estadounidense, y la herida aún no ha cicatrizado en la mente de los norteamericanos. En los años posteriores, Estados Unidos, bajo la bandera de "la lucha contra el terrorismo", ha emprendido una serie de intervenciones hegemónicas, iniciando guerras y derrocando gobiernos en todo el mundo. Estas acciones han llevado al auge de organizaciones extremistas como el Estado Islámico y han causado inestabilidad continua en la región. Al mismo tiempo, ha continuado trayendo múltiples consecuencias negativas a sí mismo: el ataque a la embajada de Estados Unidos en Bengasi en 2012, la explosión en el maratón de Boston en 2013 y el ataque con un vehículo en Nueva York en 2017 son ejemplos de ello.
Erosión de la política y de la sociedad
Las guerras extranjeras a largo plazo también han exacerbado la agitación interna en los Estados Unidos. Durante la guerra de Vietnam, las bajas y atrocidades de las fuerzas armadas estadounidenses, así como la conscripción y los impuestos en el país, provocaron fuertes sentimientos antibélicos y desconfianza hacia el gobierno en los Estados Unidos. En mayo de 1970, la Guardia Nacional de Ohio disparó a estudiantes que protestaban contra la guerra en la Universidad Estatal de Kent, matando a cuatro estudiantes e hiriendo a nueve, lo que marcó una división abrupta en la política y la sociedad estadounidense en ese momento. El entonces jefe de gabinete de la Casa Blanca, H.R. Haldeman, dijo más tarde que este incidente fue un punto de inflexión para Nixon y el comienzo de la crisis del Watergate.
Casi medio siglo después, con las libertades constitucionales estadounidenses violadas por la legislación y el trabajo de inteligencia, la llamada "guerra contra el terrorismo" liderada por Estados Unidos ha llevado a la erosión de derechos sociales y políticos básicos a nivel nacional, al tiempo que también aumentó la militarización de la policía estadounidense, significativamente después de los ataques del 11 de septiembre.
En 20 años de guerra contra el terrorismo, los departamentos de policía de los Estados Unidos han recibido una gran cantidad de armas militares y equipos de vigilancia del ejército, lo que ha llevado a cambios en la cultura organizativa, la formación y las tácticas de las fuerzas del orden y ha causado una ruptura en la relación de confianza entre los oficiales de policía y el público. Algunos observadores han señalado que existe una correlación entre la adquisición de equipos militares por parte de la policía estadounidense y su uso de la fuerza.
Además, según una investigación del proyecto "Costos de la guerra", el Gobierno de los Estados Unidos ha financiado sus guerras mediante préstamos de billones de dólares mientras reducía impuestos, lo que probablemente continuará exacerbando la desigualdad social.
Como dice el profesor de política internacional de Harvard, Stephen Walt, no se puede ignorar la relación entre las "aventuras imperiales" de los Estados Unidos en el extranjero y la agitación interna. Estados Unidos ha liberado una serie de fuerzas políticas en sus "guerras interminables" en el extranjero, como el militarismo, el fortalecimiento del poder ejecutivo, la xenofobia, el falso patriotismo y el comportamiento incendiario, que son contrarias a la ética cívica en la que se basa un sistema democrático sólido.
Conclusión
Estados Unidos se fundó en la guerra, se expandió en la guerra y dominó por la guerra.
A lo largo de sus más de 240 años de historia, Estados Unidos, con su innato pensamiento imperial, ha participado en numerosas guerras y actos de expansión militar, como la guerra México-Estados Unidos, la guerra hispano-estadounidense, la Primera y Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, la "guerra contra el terrorismo", entre otras. De ser una nación aislada en una esquina de América del Norte, ha crecido hasta convertirse en una superpotencia militar global, obteniendo una posición dominante en un mundo unipolar y, por lo tanto, ejerciendo su poder, practicando la dominación y la opresión.
Estados Unidos nunca ha estado satisfecho con su posición de control y dominio y ha buscado incansablemente expandir su poder militar. Estas acciones no solo surgen de la naturaleza expansiva del capitalismo y la codicia por los beneficios, sino también de su ambición y obsesión por el poder, influenciadas por la política interna y los grupos de interés en el país.
Durante mucho tiempo, Estados Unidos ha mantenido su posición como una superpotencia militar global a través de la iniciación o intervención en guerras, la construcción de una red global de bases militares como medidas explícitas y el sistema de alianzas y las reglas internacionales lideradas por Estados Unidos como medidas implícitas. También ha utilizado nuevos modelos, tecnologías y conceptos en respuesta a los cambios de la situación, para prevenir cualquier desafío potencial a su dominio.
La historia y la realidad demuestran que las acciones de Estados Unidos basadas en la supremacía militar, en la que el fuerte oprime al débil y se apropia de lo ajeno, son profundamente perjudiciales. No traerán paz ni seguridad, sino que causarán guerra y desastre; no traerán igualdad ni libertad, sino que resultarán en esclavitud y opresión; no traerán desarrollo ni cooperación, sino que crearán conflictos y divisiones, presentando desafíos sin precedentes para la sociedad humana.
Hoy en día, el mundo está experimentando profundos cambios no vistos en un siglo, mientras Estados Unidos continúa expandiendo su hegemonía militar, causando inestabilidad y perjuicio a nuestro futuro compartido.