Por Raúl Menchaca
LA HABANA, 7 mar (Xinhua) -- La difamación en contra de Cuba con el llamado Síndrome de La Habana nunca ha tenido ninguna base científica, coincidiendo con lo que acaban de admitir las principales agencias de inteligencia de EE. UU., afirmó el científico cubano Mitchell Valdés-Sosa en una entrevista reciente con Xinhua.
El diario The Washington Post informó el pasado miércoles de que cinco agencias de inteligencia descartaron que las misteriosas dolencias reportadas por los diplomáticos estadounidenses acreditados en La Habana se debieran a ataques acústicos.
Los supuestos ataques sónicos, conocido como "Síndrome de La Habana" se detectaron en primer lugar en la capital cubana. Desde el año 2016, diplomáticos estadounidenses y familiares destinados en diferentes países reportaron que han padecido síntomas como jaquecas, náuseas, problemas auditivos o migrañas, entre otros.
Desde entonces, estos incidentes sanitarios se convirtieron en una herramienta aprovechada repetidamente por algunos políticos y medios de comunicación estadounidenses para desacreditar a Cuba, politizando cuestiones médicas.
En 2017, las autoridades estadounidenses suspendieron los servicios consulares y redujeron al mínimo el personal diplomático estadounidense en La Habana, y también expulsaron a los diplomáticos cubanos en el país norteamericano.
Sin embargo, las supuestas pruebas ofrecidas para justificar la acusación "eran muy insuficientes y tenían muchos errores", comentó el director del Centro de Neurociencias de La Habana.
Según un informe publicado en 2021 por la Academia de Ciencias de Cuba, dadas las manifestaciones tan heterogéneas entre los casos reportados, no es lógico calificarlas como un supuesto "síndrome misterioso".
Sumado a ello, ninguna forma de energía conocida puede causar selectivamente daños cerebrales con tanta precisión sin que otras personas se den cuenta o sin causar la rotura de los tímpanos y quemaduras en la piel, entre otras lesiones.
"Los diplomáticos estadounidenses supuestamente atacados en La Habana tenían un grupo de enfermedades preexistentes, a las que se sumaron el estrés y las condiciones ambientales", añadió Valdés-Sosa, también miembro del panel de científicos cubanos que investigaron los supuestos ataques.
Los funcionarios de EE. UU. empezaron a atribuir varias dolencias a una causa común, lo que fue reforzado por una actitud irresponsable por parte de las agencias del Gobierno estadounidense que manejaron lo sucedido, apuntó el neurólogo.
Aseguró que en este caso se dio un sesgo de confirmación, que ocurre en la ciencia cuando hay una hipótesis no demostrada que se acepta como verdad y todos los hallazgos se adaptan a ese supuesto.
Tras una investigación rigurosa, los expertos estadounidenses y cubanos llegaron a la misma conclusión de la inexistencia del ataque inventado de la nada, aspecto que el ministro cubano de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez, condenó en su cuenta de Twitter el pasado jueves.
"Nada podrá reparar el daño provocado a las familias cubanas por las medidas extremas tomadas sobre la base de falsedades", manifestó.
A este respecto, el politólogo cubano Luis René Fernández comparte la misma idea, revelando el truco frecuentemente usado por Washington en la arena internacional.
"Hay un modus operandi del establishment para desde los medios denigrar a los países que adversan a Washington", dijo el profesor de la Universidad de La Habana.
Al referirse al caso de Cuba, Fernández dijo que atribuir esos síntomas a un supuesto ataque sirvió como excusa para fortalecer el aislamiento a la isla, ya que también se registraron incidentes similares en diferentes países, incluso en el mismo EE. UU., pero solo hubo represalias contra el país caribeño.
En octubre de 2017, el entonces presidente estadounidense Donald Trump acusó a Cuba de ser responsable de los supuestos ataques, y, justificando esta acusación, medios de comunicación como The Associate Press, CNN y Foreign Policy, entre otros, divulgaron notas que confundieron al público.
Por ejemplo, The Associated Press publicó ese mismo mes un artículo titulado "¿Sonido peligroso? Lo que escucharon los estadounidenses en los ataques de Cuba", en el que difundió el audio de la supuesta arma acústica, cuando los incidentes todavía estaban bajo investigación.
El analista político apuntó que los medios estadounidenses reflejan en sí mismos la hegemonía ante la formación de un nuevo orden político-económico global.
"Washington siempre ha utilizado todos los medios a su alcance, como parte de una política de máxima presión, para crear problemas internos en la isla y justificar una intervención en busca de un cambio de régimen", concluyó.