BRASILIA, 5 sep (Xinhua) -- En la celebración de los 200 años del Grito de Ipiranga, cuando el emperador Pedro I declaró la independencia de Brasil respecto de Portugal, el 7 de septiembre de 1822, el país sudamericano vuelve sus ojos y reflexiona sobre sus orígenes como nación, de cara al futuro.
La independencia brasileña fue la culminación de un proceso iniciado en 1808, después de que la familia real portuguesa huyera a Brasil, a causa del bloqueo continental ordenado en España y Portugal por Napoleón Bonaparte.
Luego de la Revolución Liberal de Porto de 1821, el rey Joao VI retornó a Portugal, dejando a su hijo Pedro como príncipe regente en tierras americanas. Ante las presiones para colonizar de nuevo Brasil, Joao VI recomendó el regreso de Pedro a la metrópoli, pero las élites de Sao Paulo, Río de Janeiro y Minas Gerais se movilizaron por su permanencia.
En enero de 1822, el príncipe decidió que permanecería. Y el 7 de septiembre, a orillas del río Ipiranga, en Sao Paulo, declaró la independencia de Brasil, que sería reconocido como país independiente por Portugal en 1825.
En entrevista con Xinhua, el catedrático de Historia Colonial de Brasil en la Universidad de Brasilia, Inaldo Chaves, recordó que la independencia brasileña ocurrió luego de los grandes procesos independentistas en América, en las colonias británicas, hispanoamericanas y también en el contexto francés, como fue el caso de Haití.
"Frente a esos procesos, la élite colonial luso-brasileña adquirió un conocimiento sobre lo que no debía hacer. Al mismo tiempo, la experiencia de la llegada de la familia real, en 1808, agradó a las élites coloniales del centro-sur, los actuales Sao Paulo, Minas Gerais y Río de Janeiro", explicó.
La América portuguesa vivía un proceso dinámico de expansión económica, por la recuperación de los precios del azúcar y también por la producción de algodón, suministrando este bien a Inglaterra luego de la interrupción provocada por la independencia de Estados Unidos.
"Las élites coloniales luso-brasileñas querían mantener este escenario favorable, es decir, un escenario de libertad comercial conquistado desde 1808 y un escenario de proyección política dentro de un imperio continental, puesto que Río de Janeiro se había alzado como capital del imperio", señaló.
Cuando en 1820 fue convocada una asamblea constituyente en Portugal, diputados de Lisboa y Porto defendieron enfáticamente volver a colonizar Brasil, lo que derivó en un respuesta luso-brasileña negativa, creando las condiciones para la declaración de independencia.
"Brasil fue la única experiencia monárquica duradera dentro de los escenarios de la independencia americana, como resultado de un pacto entre las élites coloniales de la América portuguesa", apuntó Chaves, editor del libro "Las varias facetas de la Independencia de Brasil", lanzado este año junto con Bruno Leal.
"La promesa de 1822, a las élites coloniales, fue un proceso que garantizaría la libertad comercial que deseaban, el mantenimiento de la esclavitud, el ejercicio del poder provincial libre de la excesiva interferencia del poder central, todo dentro de una constitución de tenor liberal. Ese es el contrato de la independencia", explicó.
Según el profesor Chaves, existe en Brasil una imagen avergonzada de la independencia, que es resultado de un imaginario creado durante la proclamación de la República, en 1889.
"El imaginario de la República se construyó en torno a los restos de la monarquía. Así que promovió este recuerdo avergonzado de la independencia, una impresión de que no fue un evento realmente significativo", apuntó.
Un paso muy importante que los brasileños pueden dar, a partir del conocimiento histórico, es empezar a percibir 1822 como un acontecimiento que merece ser mejor entendido y revalorizado, consideró.
"Necesitamos desarrollar una conciencia histórica más crítica sobre nuestro pasado. Y, especialmente, sobre la construcción del estado nacional, abandonando tanto una visión presuntuosa que depende de héroes como Don Pedro, como las imágenes republicanas que dicen que el hecho no tuvo importancia", resaltó.
Durante el proceso de la independencia y de la construcción del estado nacional en Brasil, ocurrieron una serie de novedades, al establecer un orden fundado en el liberalismo y en el derecho positivo.
"Toda la formación de este marco institucional del Estado brasileño es una gran novedad, marcando una ruptura decisiva con el período colonial. Hasta la invención de la nación, en 1822, pocas personas en Brasil se consideraban efectivamente brasileñas, todos éramos portugueses de América", recordó.
Chaves explicó que el sentido histórico de la independencia, declarada en 1822, es haber iniciado un proceso de formación de la conciencia nacional, que enfrentaría aún diversos desafíos, y que se extiende hasta nuestros días.
"A lo largo del siglo XIX, el proceso de gestación cultural y política de una identidad nacional, con todas sus limitaciones -por no integrar a indios y esclavos como ciudadanos-, todo ello representa una ruptura con el periodo anterior", afirmó.