COMENTARIO: Washington es el maestro de la diplomacia coercitiva
  Spanish.xinhuanet.com | 2021-05-05 18:08:37

BEIJING, 5 may (Xinhua) -- Los ministros de Relaciones Exteriores del Grupo de los Siete (G7) sostienen al fin en Londres su primera reunión en persona luego de dos años y aparentemente el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, no desaprovechará esta oportunidad para difundir su conspiración sobre la "amenaza de China".

Según informes de los medios, los ministros de esos países de ideas afines se unieron a una sesión el martes por la mañana dedicada enteramente a China, durante la cual, con aparentes maniobras y orientación de Estados Unidos, concluyeron acusando a China de ser "coercitiva".

De hecho, además de numerosos acontecimientos incuestionables registrados en la historia, incluso los más recientes han demostrado que Estados Unidos ha sido adicto a la práctica de políticas coercitivas con toda gama de herramientas preparadas para tratar con los países que señala, incluidas sanciones, intimidaciones, avivando el malestar y formando una camarilla sin gloria.

A lo largo de los años, Washington no ha escatimado esfuerzos para difamar a China en temas como Xinjiang y Hong Kong, y ha interferido sumamente en los asuntos internos de China bajo el disfraz de los derechos humanos y la democracia.

Estados Unidos también libró una guerra comercial y tecnológica contra Beijing, utilizó una jurisdicción de brazo largo para arrestar ilegalmente a ciudadanos chinos y ejerció una presión injustificada sobre las empresas del país asiático en un intento de paralizar la competitividad internacional de sus empresas y obstruir el desarrollo de China.

El mundo también ha visto cómo Washington ha tratado de difamar y presionar a Irán, Venezuela, Cuba y otros supuestos "adversarios" para que se comprometan mediante la máxima presión. Se ha retirado unilateralmente del acuerdo nuclear de Irán, ha intensificado las sanciones contra Irán y ha sofocado las exportaciones de crudo de Venezuela, devastando la industria pilar del país y despojando a la gente común de sus medios de vida.

Desde el comienzo del nuevo milenio, Estados Unidos invadió Afganistán e Irak con el pretexto de combatir el terrorismo e intervino militarmente en Libia y Siria por motivos de humanitarismo, lo que ha provocado un desastre humanitario infernal tras otro.

Al mismo tiempo, se aplicaron medidas extremas con aroma a tácticas mafiosas, como el acoso y el secuestro, para obligar a sus aliados a servir a sus intereses. Los medio creyentes podrían consultar el bestseller "The American Trap" y encontrar de lo más esclarecedor la angustiosa experiencia de su autor, Frederic Pierucci.

Un ejemplo muy reciente es que, durante una visita en marzo a Bruselas, Blinken amenazó con imponer sanciones a las empresas alemanas que construyen el gasoducto Nord Stream 2, un proyecto energético que Alemania y otros países europeos anhelan.

Barbara Weitzel, comentarista del medio alemán Deutsche Welle, afirmó que los países europeos deben pagar un precio muy caro por mantener la alianza con Estados Unidos.

Detrás de la diplomacia coercitiva de Washington se esconde su ilusión de ostentar la hegemonía, su adicción a la arrogancia y el egocentrismo y un cálculo egoísta a fin de maximizar sus beneficios a expensas de los intereses globales. Esta estrategia está arrastrando consecuencias perjudiciales para el mundo, al intensificar los conflictos entre países y desencadenar crisis humanitarias.

Alena Douhan, relatora especial de la ONU sobre el impacto negativo de las medidas coercitivas unilaterales en el goce de los derechos humanos, consideró que las sanciones suponen "sufrimiento y muerte" en países como Cuba, Irán, Sudán, Siria, Venezuela y Yemen.

La diplomacia coercitiva de Washington va en contra de la corriente de los tiempos y está condenada a un final funesto. Los intereses de todos los países están muy entrelazados a largo plazo en esta era de globalización económica. Los esfuerzos de Washington para reprimir el progreso de otros avivando las tensiones interrumpirán las cadenas industriales y de suministro mundiales y, finalmente, perjudicará sus propios intereses.

A medida que el mundo avanza de forma inexorable hacia la multipolaridad, cada vez más países ampliarán su visión a una dimensión global en la búsqueda de socios y optarán por mantener una distancia social con Estados Unidos. Sus acciones coercitivas de secuestrar la formulación de políticas de otros serán cada vez más impopulares.

"La unipolaridad ha llegado a su fin, y con ella la ilusión de que otras naciones simplemente asumirán el lugar que les fue asignado en un orden internacional liderado por Estados Unidos", escribió el politólogo estadounidense Graham Allison en un artículo en Foreign Affairs. Ha llegado el momento de que Washington se dé cuenta y renuncie a la coerción en su trato con otros países.

 
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COMENTARIO: Washington es el maestro de la diplomacia coercitiva

Spanish.xinhuanet.com 2021-05-05 18:08:37

BEIJING, 5 may (Xinhua) -- Los ministros de Relaciones Exteriores del Grupo de los Siete (G7) sostienen al fin en Londres su primera reunión en persona luego de dos años y aparentemente el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, no desaprovechará esta oportunidad para difundir su conspiración sobre la "amenaza de China".

Según informes de los medios, los ministros de esos países de ideas afines se unieron a una sesión el martes por la mañana dedicada enteramente a China, durante la cual, con aparentes maniobras y orientación de Estados Unidos, concluyeron acusando a China de ser "coercitiva".

De hecho, además de numerosos acontecimientos incuestionables registrados en la historia, incluso los más recientes han demostrado que Estados Unidos ha sido adicto a la práctica de políticas coercitivas con toda gama de herramientas preparadas para tratar con los países que señala, incluidas sanciones, intimidaciones, avivando el malestar y formando una camarilla sin gloria.

A lo largo de los años, Washington no ha escatimado esfuerzos para difamar a China en temas como Xinjiang y Hong Kong, y ha interferido sumamente en los asuntos internos de China bajo el disfraz de los derechos humanos y la democracia.

Estados Unidos también libró una guerra comercial y tecnológica contra Beijing, utilizó una jurisdicción de brazo largo para arrestar ilegalmente a ciudadanos chinos y ejerció una presión injustificada sobre las empresas del país asiático en un intento de paralizar la competitividad internacional de sus empresas y obstruir el desarrollo de China.

El mundo también ha visto cómo Washington ha tratado de difamar y presionar a Irán, Venezuela, Cuba y otros supuestos "adversarios" para que se comprometan mediante la máxima presión. Se ha retirado unilateralmente del acuerdo nuclear de Irán, ha intensificado las sanciones contra Irán y ha sofocado las exportaciones de crudo de Venezuela, devastando la industria pilar del país y despojando a la gente común de sus medios de vida.

Desde el comienzo del nuevo milenio, Estados Unidos invadió Afganistán e Irak con el pretexto de combatir el terrorismo e intervino militarmente en Libia y Siria por motivos de humanitarismo, lo que ha provocado un desastre humanitario infernal tras otro.

Al mismo tiempo, se aplicaron medidas extremas con aroma a tácticas mafiosas, como el acoso y el secuestro, para obligar a sus aliados a servir a sus intereses. Los medio creyentes podrían consultar el bestseller "The American Trap" y encontrar de lo más esclarecedor la angustiosa experiencia de su autor, Frederic Pierucci.

Un ejemplo muy reciente es que, durante una visita en marzo a Bruselas, Blinken amenazó con imponer sanciones a las empresas alemanas que construyen el gasoducto Nord Stream 2, un proyecto energético que Alemania y otros países europeos anhelan.

Barbara Weitzel, comentarista del medio alemán Deutsche Welle, afirmó que los países europeos deben pagar un precio muy caro por mantener la alianza con Estados Unidos.

Detrás de la diplomacia coercitiva de Washington se esconde su ilusión de ostentar la hegemonía, su adicción a la arrogancia y el egocentrismo y un cálculo egoísta a fin de maximizar sus beneficios a expensas de los intereses globales. Esta estrategia está arrastrando consecuencias perjudiciales para el mundo, al intensificar los conflictos entre países y desencadenar crisis humanitarias.

Alena Douhan, relatora especial de la ONU sobre el impacto negativo de las medidas coercitivas unilaterales en el goce de los derechos humanos, consideró que las sanciones suponen "sufrimiento y muerte" en países como Cuba, Irán, Sudán, Siria, Venezuela y Yemen.

La diplomacia coercitiva de Washington va en contra de la corriente de los tiempos y está condenada a un final funesto. Los intereses de todos los países están muy entrelazados a largo plazo en esta era de globalización económica. Los esfuerzos de Washington para reprimir el progreso de otros avivando las tensiones interrumpirán las cadenas industriales y de suministro mundiales y, finalmente, perjudicará sus propios intereses.

A medida que el mundo avanza de forma inexorable hacia la multipolaridad, cada vez más países ampliarán su visión a una dimensión global en la búsqueda de socios y optarán por mantener una distancia social con Estados Unidos. Sus acciones coercitivas de secuestrar la formulación de políticas de otros serán cada vez más impopulares.

"La unipolaridad ha llegado a su fin, y con ella la ilusión de que otras naciones simplemente asumirán el lugar que les fue asignado en un orden internacional liderado por Estados Unidos", escribió el politólogo estadounidense Graham Allison en un artículo en Foreign Affairs. Ha llegado el momento de que Washington se dé cuenta y renuncie a la coerción en su trato con otros países.

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